8

233 33 1
                                    

¿Cuántos sinónimos existían de la palabra "humillado"? Porque Jungkook ya no podía encontrar otros que no fueran: mortificado, degradado, abochornado, arruinado, patético, estúpido, idiota, imbécil. ¿Había mencionado ya idiota?

¿Qué podía ser peor que ser tratado como un inválido por quien te provoco el accidente aparte de que te escuchara tartamudear como el grandísimo idiota que te sentías? Podrían ser muchas otras cosas, pero el mundo de Jungkook se había reducido a ese "desliz" como quería llamar al hecho de haber hablado.

Se suponía que nadie lo escucharía nunca y que ese pequeño gran detalle se lo llevaría a la tumba si era necesario, pero, de nuevo, ¿se podía ser más imbécil?

Hacía unos días había despertado en un estado tan deplorable que si fuera por él ya hubiera acabado con su desgraciada con sus propias manos, pero con la esperanza de que aún tenía alguien por quien luchar había decidido ser paciente y sobajarse para pedirle ayuda al chico que lo había dejado así para que buscara a su prometida.

Persona que no solo resultó no ser la mujer que había amado durante años, sino que también lo había engañado por quién sabe cuánto tiempo con su mejor amigo, Namjoon, quien ahora era su nuevo prometido y el hombre que también le había arrebatado el puesto que era de él.

¿La vida alguna vez se cansaba de joder?

Jungkook siempre quiso creer que todo sucedía por algo y que si las cosas iban mal, eventualmente acabarían siendo mejores; solo que eso nunca le había sucedido a él. O había sido un maldito en su vida pasada y ahora lo pagaba, o simplemente no era una vida que tenía que seguir viviendo. Fuese como fuese, estaba cansado de todo y esto había sido su límite.

Abatido y con el rostro enrojecido por la vergüenza, se negó a mirar a Jimin a la cara.

El silencio que le siguió después de su intento de grito era tan asfixiante que podía asegurar que su agitada respiración retumbaba en las cuatro paredes, pero justo cuando pensó que no podría soportarlo más, Jimin preguntó:

—¿T-tu h-hablaste?

Joder, ¿la tartamudez era contagiosa?

Si no hubiera sonado tan sorprendido, Jungkook fácilmente hubiera confundido su tono con una burla áspera, pero Jimin solo sonaba entre pasmado y asombrado, aumentando el calor en su cuerpo.

Por supuesto, nadie esperaría que su falta de comunicación se debiera a la tartamudez. Si fuera honesto, él tampoco hubiera esperado que dicha condición volviera a afectarlo.

Años luchando con poder superar esa etapa de su vida habían sido demasiada tortura como para querer regresar a ese punto lamentable en el que las palabras se enredaban en su boca y el pronunciarlas era algo tan angustiante que la falta de aire lo hacía incoherente.

Claro, aun había ocasiones en las que su tartamudez volvía si estaba muy ansioso o si presentaba situaciones de mucho estrés, pero había dejado de ser un problema constante.

Al no responder nada, esperó que el ambiente se volviera tenso o que Jimin simplemente se fuera, sin embargo, todo lo que ocurrió fue que Jimin enloqueció; literalmente.

Saltando como un niño emocionado en navidad, Jimin soltó un chillido eufórico.

—¡Hablaste! —gritó—. ¡De verdad hablaste!

Desconcertado, levantó la mirada frunciendo el entrecejo al ver a Jimin teclear algo en su celular sin dejar de saltar alegremente por la habitación.

Si pudiera hablar sin tartamudear ya le hubiera preguntado un: ¿Tas bien?

Así que optó por permanecer quieto y observar al chico descontrolarse totalmente.

Jungkook siempre había sabido que era agradable a la vista, pero mientras parecía bailar de felicidad por todo el espacio y sonreía abiertamente se dio cuenta de que su sonrisa era una de las pocas cosas más lindas que había visto en toda su vida.

Solo que nunca lo confesaría.

Stand by me ─ Kookmin AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora