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CAPÍTULO 24: DICIEMBRE

Harry había felicitado a su omega en el momento que sus ojos se abrieron, incomodados por el sol de la mañana. Y ahora, mientras desayunaba, esperaba la respuesta a sus nuevos mensajes.

—¿Por qué le sonríes tanto al teléfono? —Anne le preguntó a su hijo. Últimamente Harry había estado más centrado en la pantalla de su móvil que en lo que ocurría a su alrededor y eso en la intuición de una madre solo podía significar una cosa—. ¿Algo que como tu madre deba saber?

Harry no levantó la vista de su móvil cuando dijo:

—Estoy saliendo con alguien. ¿Es algo que como mi madre debes saber?

Ella se detuvo en ese instante, titubeando con el plato que estaba lavando, aunque sin llegar a soltarlo.

—¿Pensabas decirlo en algún momento? —indagó, alzando una ceja como símbolo de su curiosidad.

—Pensaba hacerlo. De hecho, creo que acabo de hacerlo —Harry dijo divertido, dejando el móvil a un lado durante un momento, sus ojos verdes contrastando con los de su progenitora.

Ella ignoró el sarcasmo implícito en el enunciado de su hijo.

—¿Cuánto tiempo lleváis juntos? Por favor dime que no es otra chica como la anterior.

Harry parpadeó, procesando lentamente lo que su madre había dicho. Por supuesto que no lo era. Louis era para él todo lo que Emma no. Sin él a su lado, probablemente, no conocería el sentimiento cálido que el amor había dejado en su corazón.

—No es otra chica como Emma, no es una chica, de hecho.

—¿Un omega? —Anne inquirió aún más curiosa y Harry se limitó a asentir, temiendo la ola de preguntas que podrían seguir a esa. Efectivamente, como lo había previsto, su madre continuó preguntando—: Entonces, ¿vas a decirme cuánto tiempo lleváis juntos?

Harry miró el mensaje que había recibido y respondió:

—Un poco más de un mes. ¿Cuánto tiempo va a durar el interrogatorio esta vez? Es que tengo algo de prisa.

—¿Por qué? ¿Vas a salir con el omega cuyo nombre desconozco? —Su voz sonaba dudosa. Era la primera vez que veía a su hijo sonreír de aquella manera a la pantalla.

—Sí. Voy a salir con él.

—¿Con quién vas a salir? —Gemma interrumpió, apareciendo ágilmente con su bebé en sus brazos. Había dejado a su marido y a su padre juntos, confiando en que terminarían durmiéndose en el sofá.

—Con su novio —soltó Anne.

Los ojos de su hermana se abrieron y una gran sonrisa se dibujó en su rostro, sustituyéndola después por una mueca inquieta.

—Un momento, no es como Emma, ¿no?

—¿Qué os pasa con Emma? Ni siquiera la conocíais.

Anne negó, recogiendo el último plato seco.

—No te hacía feliz y quien no hace feliz a mi hijo no se merece mi aprobación.

—Tampoco la mía —estuvo de acuerdo Gemma—. La única que te puede fastidiar soy yo.

A pesar de tener veintiséis años y haber sido madre, Gemma todavía se divertía incordiando a su hermano pequeño.

Harry iba a responder a su hermana cuando un nuevo mensaje iluminó la pantalla de su móvil, entonces la ignoró.

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