SIPNOSIS

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-¡Eres un tramposo!- me grita Daxon lanzando las cartas de póker a la mesa.

-Y tú un llorón- la criatura deforme azulada y de ojos azules me saca lo que defino como el dedo corazón, le sonrió sacarron irritándolo más.

-¿Otra partida?

-¿Para qué vuelvas a hacer trampa? No gracias- me rio a carcajadas.

-Oye para ser hijo de la envidia realmente le haces honor a tú padre.

-Y tú para ser hijo de la lujuria tienes más parecido con la soberbia.

-No usen el nombre de mi padre en vano- nos regaña Erio mirándonos sobre sus gafas de lectura.

-Todos son un montón de aburridos- espeto rodando los ojos.

-Lamento si no todos vemos la vida como un maldito juego Hazzael- me yergo al oír la voz que habla a mi espalda, me giro lentamente para enfrentar a Bastián, un anciano poco corpulento con piel grisácea y cara alargada.

Es como el segundo al mando, pero realmente me cae pésimo, cree que por ser el consejero del amo puede reinar sobre todos nosotros con la misma efectividad.

-Hijos de los siete, deben estar en entrenamiento ¿Por qué holgazanean en horas laborales?- y como si presionara un interruptor todos nos ponemos de pie dispuestos a salir de la sala de juntas. Camino con mis compañeros a la puerta pero Bastián me dedica una mirada de reproche.

-Tú no Hazzael, el amo quiere verte.

-Uh parece que el joven "soy bueno en todo" esta en problemas.

-Cállate Daxon, quizás y me suban el sueldo- le sonrió con gracia siguiendo a Bastián en dirección a la salida mientras la deformidad de piel azulada rueda los ojos con hastió. Camino por los pasillos siguiendo al anciano aburrido hasta una puerta metálica de dos metros de altura, se gira para mirarme.

-La última vez olvidaste lo que debías hacer, no hables si no lo pide él, no rías, no sonrías, no burles ni uses sarcasmo, no...

-Mejor no respiro- lo interrumpo blanqueando los ojos y él me pone mala cara -Se lo que debo hacer Bastián, tranquilo.

Me da una última mirada de advertencia antes de girarse y abrir la puerta pasando él primero, lo sigo de cerca entrelazando mis manos al frente justo como hace él. Entramos a un gran salón con decorado extravagante, cabezas de animales y criaturas grandes y chicas, es como un salón del trono. Solo que no hay un trono. Si no un escalón alfombrado con una silla metálica. Y no hay un rey. Si no un amo que lo gobierna todo, al menos todo en nuestro mundo.

-Amo- pronuncia Bastián haciendo una reverencia, me quedo de pie detrás de él con la mirada clavada en mis pies -He traído al hijo de la Lujuria, tal y como usted lo ha pedido.

Oigo como suspira fuertemente al decir eso, como si no estuviera de acuerdo, veo de reojo como se yergue y se aleja quedando a un lado del escalón alfombrado -Hazzael.

La voz ronca y prepotente me da escalofríos, y ni siquiera por que le tema. Es una de las cosas que provoca él, con tan solo hablar o mirar algo o alguien puede hacerlo sentir miles de emociones y sensaciones.

-Amo- murmuro haciendo la debía reverencia, odio esto, me hace sentir inferior en todos los sentidos.

-Te he mandado a llamar porque el día de hoy una de los guardianes ha traicionado su jauría para venir a mí...- alzo la cabeza de golpe con los ojos bien abiertos interrumpiéndolo con mi pregunta:

-¿Un guardián?

-Sí, así es- Bastián me da una mirada asesina al interrumpir al amo, pero él parece de todo menos ofendido -Ha venido a informarme sobre una profecía. Una profecía que nos afectara gravemente si no la detenemos a tiempo...

-Amo- susurra Bastián llamando la atención del gran titán hostil frente a mí, que desvía sus pupilas amarillas de mi a él -¿Está seguro de que...- me echa una ojeada despectiva -de que él es el indicado para esta tarea?

-Bastián- lo reprende con la mirada -Todos merecen una oportunidad, sin importar que tan joven, anciano o insubordinado sea.

El anciano asiente volviendo a agachar la cabeza, y yo los veo con el ceño fruncido.

-Amo, no entiendo el porque estoy aquí.

-Ha eso iba- sonríe él ensanchando sus finos labios hasta las orejas mostrando lo afilado de sus dientes -Hazzael, hijo de la lujuria, te encargo a ti la misión de vigilar y seguir a Thais Ruzzo hasta sus 17 años de vida.

Frunzo mucho más el ceño -Temo que no soy consciente de quien es amo.

-Eso es obvio Hazzael- su sonrisa se disminuye un poco volviéndose aun más macabra -La niña acaba de nacer, y por ello, tú misión acaba de iniciar- paso la vista a el viejo Bastián que no parece muy a gusto.

Me yergo una vez más haciendo una reverencia -No lo defraudare amo.

Entre cielo y tierra. (En Adaptación)Where stories live. Discover now