CAPITULO 3

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THAIS.

Santa madre de todo lo obsceno. Acabare muriendo de estrés.

Iris me lanza miles de vestidos y top's a la cara mientras estoy sentada en la cama, me acomodo mejor mientras Dalia revisa los zapatos.

-Debemos vernos fabulosas ¿Ok? F.A.B.U.L.O.S.A.S- Iris me entrega un último vestido y me pone de pie con un tirón para que pueda medirme todo en su cuarto de baño. Es una loca por la moda, en serio, a veces no la soporto.

-Deberías mantenerte con cabeza fría, a este paso acabaras muerta por hipertensión- replica la morena mirándola mal.

-Oh vamos Daili, todas sabemos que los ojos estarán puestas en nosotras, somos las únicas a las que invitan que aun no están en la universidad. Las ponsollosas buscaran el más mínimo defecto para acribillarnos.

-Peyton, Aliss y Jona nos reciben siempre con gusto- inquiero refiriéndome a unas chicas de la hermandad.

-Si lo sé, pero el resto nos ven como rezagadas y no lo somos.

La ignoro y sigo probándome todo, al final me decido por un vestido ajustado color gris oscuro. Me veo desde todos los ángulos en el espejo de cuerpo completo, no está nada mal.

-¡Joder T! te ves como una diosa- sonrió de boca cerrada a Iris que se me acerca por detrás, ella esta vestida con un conjunto de dos piezas rosa opaco, lleva tacones, cartera y joyas. Dalia por otro lado viste unos pantalones sueltos y un top de tiras con sandalias bajas y una chaqueta de jean. Yo el vestido ceñudo, pero ninguna joya (bueno si una, el collar que papá me dio al nacer).

-¿Cómo te sientes?- me pregunta la morena pasándome un brazo por los hombros, me echo otra mirada en el espejo, luzco totalmente rompedora. Sonrió -Ya vámonos.

-¡SIIII!- Iris camina entusiasmada a la puerta pero se detiene de golpe al fijarse en mis pies, me puse unos tacos negros de cuatro centímetros.

-¿Thais Ruzzo con tacones?- abre en extremo los ojos mirándome la cara, asiento ensanchando mas mi sonrisa -Para todo hay una primera vez ¿no?

Ella suelta otro chillido de emoción y nos saca a empujones de la habitación, bajamos hasta el garaje y subimos al auto de Dalia, normalmente su hermano Dalton lo conduce, pero esta noche solo seremos nosotras. Dejo que Iris se siente de acompañante adelante y yo me dejo caer en los asientos de atrás.

El viento me zarandea el cabello hacia atrás y me refresca el rostro, por un momento el gélido aire me deja sin respiración, como si la intensidad del viento golpeara demasiado fuerte mis fosas nasales impidiéndoles funcionar –Thais...

Me sobresalto mirando a los lados ¿Me han llamado? Me fijo en mis acompañantes al frente, están sumidas en una conversación ellas dos ¿Entonces qué...? Frunzo el ceño volviendo a ver a los lados, el auto va rápido por lo que solo veo calles pasar algo borrosas.

-Thais...- un gusanillo frio me baja por la espalda dejándome paralizada, me quedo sin habla y con la boca seca. Definitivamente no me he imaginado nada, alguien si me está llamando.

-¡Thais!- volteo de golpe hacia al frente cuando Iris me llama emocionada, ya hemos llegado a el campus, entramos a la calle residencial en donde ya la música se oye a todo pulso. James Arthur resuena en mis oídos dejándome algo descolocada por lo inesperado.

No tardamos en aparcar frente a la gran casa blanca con detalles morados, siempre he amado su gran jardín frontal, bajamos sonrientes en dirección a la puerta.

-Esta noche es nuestra noche chicas- Iris ensancha su sonrisa poniendo su mano en el centro, Dalia la coloca sobre la de ella y yo sobre esa para al final alzarlas al cielo con un grito eufórico.

Entre cielo y tierra. (En Adaptación)Where stories live. Discover now