—¿Y dónde está Ginger? Ginny, dónde está Ginger, ¡oh! ¡Ahí está!— Molly despotricó mientras trataba de rodear a todos alrededor de la mesa lo más rápido posible, solo consiguiendo que Ron y Ginny se sentaran. Ginger entró en la habitación con una sonrisa, Hermione a su lado mientras Molly los empujaba hacia abajo. Ginger le sonrió a Ginny junto a ella mientras Molly corría por la cocina, recuperando a los gemelos.
—Tengo algo para ti más tarde.— Ginger susurró, inclinándose muy cerca del oído de Ginny para susurrarlo —Creo que te gustará—.
—¿Qué es?— preguntó la chica Weasley con un carraspeo, consciente de que su rostro se volvió de un leve tono escarlata, pero esperaba que solo lo confundiera con el calor dentro de la casa. Ginger no respondió, solo sonrió con complicidad antes de que los gemelos finalmente se sentaran.
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Y para George. Molly habló mientras le tendía el primer regalo a su hijo.
—Él no es George, yo lo soy.— protestó el chico al lado de su gemelo cuando Molly dio una cara de disculpa y se la dio a su otro hijo antes de lanzar algunas hacia Ron.
—Y Ginny, Ginger.— Molly habló rápidamente, empujando dos regalos hacia la pareja, —Hermione, y uno para papá, por supuesto—.
Arthur Weasley sonrió cuando su esposa le dio su regalo, luciendo golpeado y magullado por su abuso y experiencia cercana a la muerte que sucedió en el ministerio. Ginger no tenía permitido visitarlo mucho, solo enviaba flores y tomaba un tren para recoger a Ginny. Sin embargo, la hizo preocuparse por el resultado de los demás. Su padre era parte de la Orden, solo podía preguntarse que vendría después.
—¡Oh, esto es tan hermoso, Molly!— Ginger explicó con un hilo de voz mientras sostenía los guantes con grandes G en ambas palmas, —Ni siquiera la extraordinaria vista de Marte o Júpiter podría hacerme regalarlos—.
—Caray, sus palabras.— Ron dijo con una mirada extraña mientras Hermione golpeaba su brazo rápidamente, —¡Ay! No dije que no me agradaran—.
—¡Y Harry! ¡Para ti!— Molly explicó emocionada mientras se giraba y veía al chico Potter entrar a la cocina, vestido con una camisa y pantalones de vestir.
—Te ves absolutamente cautivador, querido Harry.— Ginger le habló con una sonrisa mientras el chico se sonrojaba antes de agradecerle a Molly el regalo con un beso en la frente. La mesa habló de sus regalos que consistían en diferentes formas de suéter de punto, bufandas y guantes. Arthur se aclaró la garganta para llamar la atención de todos, sosteniendo su vaso en el aire.
—Por Harry.—
Harry parpadeó, sonriendo tímidamente mientras todos sostenían sus bebidas en el aire y sonreían a su manera, —¡Por Harry!—
—Por Harry.— Sirius añadió desde donde se apoyaba en el marco de la puerta, Harry se giró rápidamente para mirar a su padrino que bebió hasta su brindis.
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—Sólo cierra los ojos.— Ginger se rió mientras trataba de mantener a Ginnys, que estaba protestando, con los ojos cerrados, —No será tan especial—.
—Ya es una sorpresa, ¿cuánto más especial puede ser?— Ginny se rió mientras suspiraba derrotada, tapándose los ojos con las manos. Oyó que los pasos de Ginger generalmente suaves se volvían mucho más pesados, corriendo por la pequeña habitación antes de caer sobre la cama de nuevo, Ginny sabía que el colchón chirriaba debajo de ella.
—Abrelos.— Ginger la animó ahora. Ginny retiró sus manos, abriendo los ojos mientras una suave sonrisa se formaba en su rostro, —¿Te gusta?—
Había un anillo del humor, actualmente del color de un rubí.
—Se supone que cambiar de color depende de tu estado de ánimo, yo solía tener uno puesto, pero lo arrojé al lago un sábado por la noche con brisa—. Ginger habló mientras asentía con la cabeza hacia la mano de Ginny, esperando que la chica Weasley le diera la mano.
—Me encanta, Ging.— Ginny sonrió, aferrándose a la sensación de las manos de Ginger deslizándose suavemente sobre las suyas mientras la chica más alta empujaba el anillo en su dedo, —¿Cómo es que arrojaste el tuyo al lago?—
—No sé.— Ginger dijo mientras se mordía el labio: —Simplemente no creo que me quede bien—.
—Todo te queda bien—. Ginny dijo con una sonrisa, inclinándose hacia adelante para empujar los gruesos mechones de Ginger detrás de sus orejas para ella, —Además del amarillo—.
Ginger se rió de las palabras de Ginny mientras asentía con la cabeza, —El amarillo nunca se me ha visto bien—.
—No es así, aunque el color me hace pensar en ti por alguna extraña razón.— Dijo Ginny mientras Ginger comenzaba a jugar con la pierna de su pantalón, su propio pijama navideño cubría sus piernas más largas.
—Pienso en naranja contigo, por tus pecas—. Ginger dijo mientras se acercaba para estudiarlas mejor, —Aunque las estrellas muchas veces me recuerdan a ti también—.
—¿Porque eso?— preguntó la más joven de los Weasley, conteniendo la respiración cuando se dio cuenta de lo cerca que estaba Ginger. Sin decir una palabra, Ginger trazó pequeñas constelaciones en su piel suavemente, Ginny pudo distinguir que trazó a Cassiopeia, la favorita de Ginger.
La pareja se encontró de repente a los ojos de nuevo, tan cerca que incluso el más mínimo empujón haría que sus labios se conectaran.
—Probablemente deberíamos irnos a dormir—. Ginger susurró mientras se retiraba rápidamente, evitando el contacto visual mientras se acostaba rápidamente, cubriendo su cuerpo con las delgadas mantas. Ginny se aclaró la garganta mientras se acostaba también, girando y apagando la lámpara al lado de su cabeza. Ginger se acostó de espaldas a Ginny, la chica Weasley mirándole la parte de atrás de la cabeza, sintiéndose cómoda con la forma en que los mechones castaños caían suavemente sobre la espalda de Ginger.
Quería decir algo, cualquier cosa. En cambio, sin molestarse en sus palabras, se acercó más para tratar de insinuar a su mejor amiga. Ginger se dio cuenta bastante rápido, para ventaja de Ginnys. La adolescente Gwang extendió la mano detrás de ella para que el brazo de Ginny la envolviera, acurrucados uno contra el otro. Ginny sintió que su brazo se quedaba dormido pero no se atrevió a preocuparse, sonriendo mientras sostenía a la hermosa chica entre sus brazos, para siempre.
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