Cómo escribir una historia en cinco pasos

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No existe una fórmula universal para escribir historias. Sin embargo, hay tres cosas de las que no se puede prescindir bajo ningún concepto: la buena ortografía, la estructuración correcta de los diálogos y la fluidez de la narración. Aquí vengo a presentarles cinco pasos que podrían ayudarlos a crear buenas obras, si los utilizan de la manera correcta.











1-. Comienza por el final. No, no, no estoy diciendo que empieces a escribir tu historia en reversa; pero cualquiera que sepa acerca de los recursos literarios para estructurar correctamente una obra, te dirá que es imprescindible que ya tengas una idea definida de cómo será el final de tu novela o cuento antes de comenzar a escribir. Si sabes en qué dirección te diriges y lo que quieres lograr, el camino para llegar a ese fin se verá mucho más fluido y natural, además de que será menos probable que te estanques en algún punto. El problema de muchos autores es precisamente que se nota que han improvisado sobre la marcha, por lo que algunas situaciones se sentirán forzadas y otras no encajarán en donde se les coloca. Todos estos problemas podrían evitarse si el final de la historia estuviese preparado de antemano.













2-. Trabaja la psicología de tus personajes. Nadie dice que debas hacer el nuevo cast de Evangelion, pero es muy importante que tus personajes estén en un nivel psicológico acorde a la trama, el contexto histórico y la ambientación en la que se desarrolle tu historia. Tener en cuenta otros factores como la edad y la situación económica es igualmente necesario, porque de este modo evitamos meter a los personajes en situaciones de las que luego no seremos capaces de sacarlos. Entender al personaje es la clave del éxito. En la creación de un personaje intervienen varios factores, pero existe uno que es imprescindible: humanizarlo. Como ya mencioné en el apartado “Cómo crear buenos personajes”, hay que darles miedos y defectos. No podemos permitir que una sola característica sea la que defina su personalidad. Por ejemplo, una persona tímida no puede ser solamente así ni actuar de esa manera todo el tiempo; eso la convertiría en alguien poco interesante, inverosímil y, sobre todo, vacía. La gente suele actuar de acuerdo a la situación según sus experiencias en la vida y su forma de ver el mundo, por lo que tampoco hay que forzarlo a hacer algo que está claro que no haría en beneficio de la trama. Este es un error muy frecuente en la creación de personajes, por lo que es de vital importancia recordar que todo requiere de un equilibrio adecuado. Por cierto, nunca permitas que un personaje dependa de la existencia de otro, sobre todo si es una mujer. Cada cual debe tener un valor individual, y no como complemento de alguien más. La relación de una persona con otra nunca debe ser la única característica que posea.


















3-. Flashbacks: en el momento justo. A la hora de escribir un flashback, hay que tomar en cuenta si es necesario o no. ¿Aporta algo a la trama? ¿Explica detalles que debemos saber, pues no entenderíamos los sucesos posteriores de otro modo? Si la respuesta a estas interrogantes es “sí”, sé muy cuidadoso al momento de elegir dónde colocarás ese recuerdo. Sería muy anticlimático hacerlo en medio de una batalla, pues rompería todo el clima de tensión imperante; empero, podría insertarse al principio o al final de la misma, cuando el personaje esté al borde de la muerte o cuando haya estado sometido a una gran presión (o esté a punto de estarlo), pero que se encuentre en un punto de relativa calma. Claro, la fórmula más sencilla es colocar el flashback cuando el personaje está enfrentándose a algún trauma de su pasado, lo cual suele ser más violento que cualquier batalla. No es lo mismo poner un: “La vida de Esperancejo Epifanio pasó ante sus ojos, y recordó que no había bajado los frijoles de la candela, concluyendo que era mejor sufrir el choque del autobús que el de la chancla de su vieja”; que escribir:

“Luna estaba en el parque con su hermana menor. En esa época, apenas era una adolescente alocada con vestimenta punk y grandes ojeras.

—Mariquita María, ven aquí —llamó a su hermana, a lo que esta dejó los columpios y se encaminó hacia Luna.

Fue entonces cuando el monstruo apareció y la devoró”.

El primero es un recuerdo simple y muy compacto, mientras que el segundo es toda una escena detallada con información extra acerca de algo que ha ocurrido con anterioridad. Al momento de tomar la segunda opción, tengan en cuenta todo lo que les he aconsejado anteriormente.


















4-. Escenas de sexo. ¿Sí o no? A la hora de crear una escena de este tipo, el motivo que la lleve a estar ahí no puede ser que al autor se le ocurrió plasmar sus fantasías eróticas en una historia para conocimiento público. Más que las acciones de los personajes o las partes del cuerpo humano involucradas, hay que crear un ambiente adecuado, sacar partido de las sensaciones de quienes protagonicen ese momento, jugar con los elementos emocionales y aprovechar el erotismo que se desprende de todo ello. Siendo explícita o no, lo fundamental en estas escenas es trasmitir la acción erótica como una cualidad humanizadora más de los personajes, y no como algo sucio de porno barato.























5-. No abusar del drama. Los autores a veces incluyen escenas engañosas de las muertes de personajes queridos, solo para jugar con las emociones del público de una manera innecesaria; porque luego de que la gente ha llorado a mares por dichos personajes, luego los resucitan y todos felices. Y no me refiero a personajes cuyos destinos quedaron en el aire o se debatían entre la vida y la muerte, sino a aquellos a los que se les vio morir muy claramente. Esto es un gravísimo error, no solo porque está mal engañar al público, sino porque estas acciones manchan los legados de personajes amados y le restan carga dramática a la trama. Abusar de este recurso es totalmente prescindible, además de matar toda reacción emocional que pudiese generar algo tan inevitablemente dramático como la muerte. Este no es el único aspecto del drama del cual se abusa sobremanera, pues el romance también cae en este error. No es posible tomarse en serio una relación amorosa que se basa en que los personajes se miraron a los ojos y se casaron al día siguiente. Ni mencionaré la manera absurda en la que romantizan relaciones más tóxicas que Chernóbil, pues ya comenté esto en otro apartado. Un romance sano debe estar sentado sobre bases racionales, y no en idioteces como apuestas o deseos. Además, debe irse dando paso a paso para que sea algo duradero y bonito, no a modo de carrera de los 100 metros planos. No entiendo la obsesión por emparejar a cada personaje que cruce por el lado de otro.














Para finalizar, les recomendaré que sean originales. Sean auténticos, no imiten a nadie ni sigan patrones solo para complacer ciertos estándares. Las únicas expectativas que deben llenar son las suyas propias. Siempre sean ustedes mismos a la hora de escribir.

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