4. De luto

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La desgracia había llegado a aquel instituto y nadie entendía cómo es que había pasado. Era un día normal pero el triste ambiente se podía sentir pesado entre todos, el silencio en los pasillos era muy notorio y entre este se podía escuchar el tenue sollozo de algunas personas. El cielo lloraba la pérdida que había tenido aquel instituto, un terrible "accidente" en un restaurant se había cobrado la vida de 12 personas y dejado más de 20 personas heridas.

Había grandes hileras de estudiantes vestidos formalmente de negro, dejando una rosa frente a las fotografías de los estudiantes fallecidos. De las imágenes, las que resaltaban allí eran dos chicas de un aspecto muy similar, eran las gemelas.

—Por favor, vuelvan todos a su clase —Ordenó el director una vez dadas las palabras de pésame.

—No puedo creerlo, no puede ser cierto, todo es mi culpa, si no les hubiera cancelado nuestra cita ellas jamás hubieran ido allí, todo es mi culpa —Una jovencita, seguramente amiga de alguno de los fallecidos se cubría el rostro y lloraba desconsoladamente, Jazmín intentaba animarla en vano, dándole palmadas en la espalda y conteniendo el llanto, la tristeza era bastante contagiosa.

—No es tu culpa pequeña, tranquila —Su voz se quebraba, ella en silencio también se culpaba de lo que acababa de acontecer, si hubiera hecho caso a su mal presentimiento seguramente todos seguirían vivos, porque en efecto, casualmente, de los 12 muertos, seis de ellos se trataban de los enfermos por Christal.  Su quebradiza mirada se dirigió hacia uno de los últimos asientos, allí yacía sin inmutarse Christian que sólo miraba de forma perdida fuera de la ventana.

—¡No puede ser cierto! —Quien llevaba ya media hora culpándose simplemente empujó a Jazmín y salió corriendo sin ser seguida por ningún alumno, en esa institución sólo se encontraban seres sin alma, personas que aún no podían creer que sus compañeros, sus amigos, chicos que sólo se preocupaban en ayudar a los demás, ahora no se encontraran con vida.

—Es muy extraño ¿No lo crees? —Musitó Jazmín al acercarse a Christian, quien volteó tan sólo los ojos hacia ella.

—¿Uhm? —

—Justo ayer los había visto a todos, incluso llegué a hablar con ellos, ya sabes, un saludo cordial, un abrazo, despedirnos con un "hasta pronto" y no volverlos a ver, parece un sueño.

Christian se perdió por un segundo en los llorosos ojos de Jazmín, por su mismo tono de voz parecía que iba a romperse en llanto en cualquier momento. "¡Asesino! ¡Eres un maldito asesino!" gritó una voz en su mente que provenía de los lugares más insólitos de su pasado. Rápidamente regresó la mirada hacia la ventana y suspiró con cierta pesadez.

—Así es la vida, puede llegar a desaparecer en cualquier momento.

—¿Así de simple? —bufó con cierta ironía ante la indiferencia de su compañero. —¿Así de tranquilo estarías si un día común y corriente te despidieras de tu hermana y lo siguiente que sepas de ella es que murió?

—No me juzgues por mi indiferencia a la situación, soy un estudiante nuevo y no conocía a nadie de los que murió, a lo mucho llegué a hablar con las gemelas quienes me cancelaron de último momento porque irían en grupo a cenar a un restaurante, no puedes pedirme que me sienta mal por la muerte de completos desconocidos.

—¡Pero son seres humanos! ¡¿Cómo puedes ser tan poco empático?!

La fría mirada de Christian congeló por un momento a Jazmín, cortándole por completo las intenciones de romperse en llanto.

—¿Cómo puedes ser tan poco objetiva? Ve a la calle y crítica a la primera persona que te encuentres porque no está mal ante la muerte de estos estudiantes, te hablara de la misma forma en que yo lo hago, no tengo porque lamentarme por personas que ni siquiera conocí.

Se puso bruscamente de pie y caminó hacia la salida, no pensaba quedarse un minuto más en ese salón.

—Y por cierto —Apretó con fuerza los puños que guardaba dentro de los bolsillos de su pantalón. —Tu impotencia no viene sólo porque ellos murieron, viene porque no tuviste la oportunidad de despedirte de ellos. —Cerró los ojos con fuerza, una pequeña imagen apareció en su mente, una mujer de cabellos claros que se encontraba en cama, estaba muy débil pero aún así sonreía gentilmente, si tan sólo en su infante mente se hubiera dado cuenta que sería la última vez que vería a su madre, hubiera dicho muchas otras cosas. —Te lo acabo de decir... La vida puede desaparecer en cualquier momento, así que mejor despídete  de las personas como si fuera la última vez que las veas, así tu alma estará más tranquila.

Jazmín no le debatió nada, no le estaba dando la razón pero tampoco sabía cómo contradecirlo. Christian salió del aula ignorando la mirada de sus abatidos compañeros, siendo tan sólo juzgado en su cabeza por las voces de su pasado.

Entró al baño de caballeros y se encerró en un cubilo, puso el cerrojo y se sentó en la taza cubriéndose los oídos como si así pudiera acallar los gritos en su cabeza "¡Eres un maldito asesino!" Apretó con fuerza los dientes y cerró los ojos, si, eso era él, un asesino, su destino había sido dictado desde el día de su nacimiento y nada podía hacer para cambiarlo, pero si podía arreglarlo, debía asesinar a todos los que tuvieran esa enfermedad para poder limpiar su nombre, para poder salvar a todos de la enfermedad que su vida trajo al mundo.

"Jamás lo entenderían" Pensó en respuesta a los gritos de su cabeza, pero no, su pasado jamás podría justificar todas las muertes que cargaba sobre su espalda.

Salvarse de ser sospechoso de la muerte de los seis alumnos había sido demasiado fácil que le preocupaba, una carta de una "admiradora secreta" que le envió a uno de los chicos fue suficiente para hacer que su plan continuase ¿Cómo era posible que los jóvenes de su edad fueran tan estúpidos? ¿Qué iluso sería capaz de seguir las órdenes de un completo desconocido que conoció por una sola carta? "Quiero ser capaz de hablarte de frente y confesarte mi amor, pero soy demasiado tímida, así que invita a las siguientes personas y llévalas a donde pienso conocerte". Le había dado la dirección del restaurant y el nombre de exactamente las personas enfermas, todos al poseer la misma enfermedad por lo menos habían llegado a charlar alguna que otra vez, por lo que fue demasiado fácil.

En cuestión de minutos recibió la llamada de una de las gemelas disculpándose porque no asistirían a la cita por "motivos personales", claro, la amistad sobre todas las cosas. Él insistió un poco a lado de un compañero que acababa de conocer en clase para tener su perfecta coartada, y finalmente cedió con un "Quedemos en otra ocasión".

Finalmente en la noche ocurriría un extraño accidente en el restaurant en el que citó a las personas, algunos salieron con quemaduras leves y corrían hacia la salida, pero no fue la misma suerte para sus "compañeros". Por el pánico del fuego nadie se fijo que en una mesa, un muchacho no permitía que sus compañeros pudieran correr por ayuda, un disparo en la frente de cada uno fue suficiente para acabar con sus vidas y el fuego se encargaría de limpiar el verdadero motivo de su muerte, tan sólo quedarían como los pobres estudiantes que por estar al fondo del restaurante quedaron atrapados por las llamas y murieron.

Teniendo al gobierno cuidándole la espalda, no debía tener tanto cuidado, tan sólo salir de allí con el rostro cubriéndose actuando como un cliente más que había sido atrapado por sorpresa por el incendio y finalmente salió de allí.

Suspiró muy pesadamente y miró su celular, las voces en su cabeza al fin habían cedido.

"Buen trabajo, pronto te informaremos del siguiente" decía aquel número desconocido, su jefe como siempre al tanto de todo lo que pasaba.  "Estaré listo para el siguiente" Pensó al borrar el mensaje y guardar su teléfono, tomó mucho aire y se puso de pie dispuesto a salir del baño, debía fingir un poco más de tristeza para pasar desapercibido.

Se acomodó el uniforme y salió del baño, el show debía continuar.


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