"Jamás entenderás la carga que todos los días debo cargar. Jamás comprenderás en que infierno vivo cada día".
Jazmín abrazó sus piernas mientras las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas. En su cabeza repetía perfectamente cada una de las palabras de Christian cuando se acercó tan decidido a ella con la navaja.
"Jamás entenderás lo que es despertar cada día deseando estar muerto".
—Christian... — Susurró entre sollozos. Nunca se imaginó que él usaría aquella navaja para quitarle las cuerdas de encima y dejarle escapar.
"Pero tú, me hiciste olvidar aunque fuera por un momento ese infierno, por un momento me hiciste querer estar vivo. Sólo por eso, te dejaré ir."
Se preguntaba qué había pasado con ese Christian tan sádico que parecía tan dispuesto a acabar con su vida. Por un momento vio en él aquel muchacho que le había gustado antes de saber la verdad. Sin embargo esos sentimientos ya estaban mermando, ella no podía querer a un asesino, aquel que acabó sin dudar con la vida de su adorado hermano.
A pesar de eso, quería ayudarlo, quería detener los asesinatos. Sabía que a pesar de todo él no quería asesinar, de disfrutarlo entonces la hubiera matado también y sin embargo la dejó ir.
"Eres dueño de tu destino". Sí, era fácil de decir, pero no sabía cómo enseñarle a hacerlo, ni ella sabía cómo luchar ante el destino que cargaba de terminar muriendo a causa de la enfermedad.
—¡Jazmín!
Levantó la mirada al escuchar su nombre. Allí estaba su mejor amiga corriendo a ella, no se había dado cuenta que al intentar alejarse de donde la tenían resguardada, sin querer sus pasos la habían dirigido hacia la casa de ella.
—¿Qué haces aquí fuera? Tus papás me llamaron muy preocupados, estaba por salir a buscarte, de saber que estabas aquí les hubiera avisado, ¿te escapaste de casa?
—No, nada de eso, yo sólo... —La voz se le quebró. No pudo más.
Comenzó a llorar amargamente. María completamente preocupada se hincó frente a ella y la atrajo a su pecho para abrazarla. Ese no era momento para interrogarla, esperaría a que se tranquilizara para poder averiguar que le pasaba.
"Eres un imbécil" Pensó Christian mientras caminaba hacia su casa temporal antes de irse a la base. Había dejado libre a un testigo y peor aún; a alguien que tenía la enfermedad. Pero en ese momento no pensó en eso, sólo recordó aquella agradable sensación que hacía mucho tiempo no había sentido.
—Me hiciste querer estar vivo... — Repitió con una pizca de burla. No había mentido al decir eso, pero jamás pensó que se lo terminaría confesando. Aquellos días en los que Jazmín prácticamente se había mudado a su casa para atender a sus hermanos, le había traído una paz que hacía mucho no sentía.
Llegó a una zona bastante descuidada de la ciudad. Las calles estaban prácticamente deshabitadas de no ser por uno que otro vagabundo que víctima del alcohol estaba tirado en mitad de la banqueta.
El edificio en donde se resguardaban sus hermanos quizás no era el más seguro pero estaba seguro de que allí no los encontrarían o siquiera se animarían a buscar, pues teniendo las fuentes del gobierno, seguramente buscarían en las zonas residenciales en donde por lo general se encuentran los políticos con sus familias. Por el contrario, el lugar donde estaban sus hermanos tenía apariencia de que en cualquier momento lo mandarían a demoler si no es que se terminaba cayendo por sí solo.
Subió las crujientes escaleras hasta llegar al tercer piso, donde se encontraba su departamento. Metió la llave en el cerrojo y con un poco de dificultad logró abrir la puerta.
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Destino
Fiksi RemajaLa continuación de El Laberinto del Vampiro. "Ni la enfermedad de Christal ni la muerte de mi madre fueron una casualidad o una cruel jugada de la vida que no tenía remedio. Entre la unión de un inmortal y una humana privilegiada, iba a nacer un mo...