Su dolor de cabeza era intenso, prácticamente insoportable. Sentía mareos y creía que en cualquier momento iba a vomitar. Abrió los ojos lentamente, la luz le hacía palpitar la cabeza bruscamente.
"Ay..." Se quejó muy bajo volviendo a cerrar sus ojos. Intentó agarrarse la frente y fue entonces que notó en que condición se encontraba. Sus manos yacían atadas a su espalda. Una soga a la altura de su abdomen la mantenía fijada en la silla, y sus piernas atadas en las dos patas delanteras de la misma la mantenían en total sometimiento.
Se movió apenas un poco cuando unos pasos la alertaron.
—Será mejor que no intentes nada, la única perjudicada serás tú.
Levantó un poco la mirada pero la luz de la lámpara que daba directo en su cara sólo le bloqueaba la vista. Volvió a cerrar los ojos y agachar la mirada, sintiendo que en cualquier momento iba a vomitar.
—¿Chris?
No hubo respuesta, pero la sola pregunta era ridícula, esa voz sin duda le pertenecía a él.
—¿Por qué...?
—No preguntes estupideces, ¿no entendiste nada de lo que te dije?
El nudo en su garganta le impidió responder, por un momento había esperado que todo hubiera sido una terrible pesadilla. Que al abrir los ojos se encontraría en casa de Christian, ansiosa por prepararles el almuerzo, ansiosa por poder pasar otro día alegre junto a los gemelos y al chico por el que empezaba a desarrollar sentimientos.
—¿Me vas a matar?
Christian no le respondió. Sólo se quedó frente a ella, viéndola, tan débil y patética como la primera vez que la miró.
—Tengo un contrato Jazmín, he dado mi palabra de exterminar a todos los enfermos de Christal y restablecer la paz.
El corazón de Jazmín comenzó a palpitar intensamente mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas. No podía explicar la mezcla de sentimientos que estaba experimentando. Hasta hacía apenas unas horas acababa de aceptar su gusto por Christian, pero tras saber que él era el asesino de su hermano y ahora atentaba contra su vida, sentía un profundo odio, tristeza, decepción.
Dolor.
Si, esa sería la palabra más indicada ante lo que llenaba su pecho.
—Eres un desgraciado.
—Sí, me lo dicen seguido. —Respondió sin una pizca de arrepentimiento.
—Si planeas matarme, hazlo ya.
Christian volteó la lámpara del rostro de Jazmín, y ella finalmente pudo levantar el rostro. Veía borroso pero pudo fácilmente divisar la silueta de Christian. Parpadeó un par de veces para aclarar su mirar y a su vez identificar en donde se encontraba. Era una habitación completamente blanca, pequeña y sin ningún mueble más que una mesilla que tenía encima la lámpara que momentos antes estaba dándole directo en la cara.
—Debo esperar órdenes de mis superiores, eres un caso que ha alarmado nuestra situación, y alterado nuestros planes.
—¿Qué quieres decir?
—Que mis jefes son tan estúpidos que jamás contemplaron la probabilidad de que habría más de un enfermo por familia como ellos afirmaban con tanta seguridad.
—Es solamente porque me adoptaron, ¿eso qué?
—Que así como tú, pueden haber más. Están buscando una solución para asegurarse de que esta vez no quede ningún enfermo en las familias.
Jazmín se removió en su lugar, tan sólo provocando que las sogas hirieran sus muñecas.
—¡¿Por qué mejor no se pegan ustedes un tiro por el culo y dejan a los demás vivir su vida?!
Christian sonrió con burla al ver tan molesta a Jazmín. Ella sacaba sin duda su lado más sádico.
—Vaya, quien diría que la "dulce y tierna" de Jazmín tendría ese vocabulario.
—¡Y créeme que aún tengo mucho que decir! ¡Eres un estúpido! ¡Un idiota! ¡Un maldito infeliz!
Christian se sentía prácticamente invulnerable a los insultos de Jazmín, después de todo había escuchado cosas peores de sus otras víctimas.
—¿Tienes algo más que decir? Pronto llamará mi jefe para que te pegue el tiro de gracia.
—¡Es por tu culpa que todo esto está pasando! ¡Por eso es que hasta tu hermana estuvo casi a punto de morir! ¡Hasta tu madre murió! ¡Todo es tu culpa! ¡Ojalá jamás hubieras nacido!
Y esas palabras lograron quitarle la sonrisa cínica del rostro. Se acercó a Jazmín y sin pensarla dos veces le dio un puñetazo en la cara, haciendo que por el impacto se fuera directo al suelo con todo y silla.
—Escúchame bien maldita. —Se agachó y la tomó de la blusa para levantarla y obligarla a que le viera directamente a los ojos. —Yo no pedí nacer ni pedí que todo esto pasara, sólo busco proteger a mis hermanos y remediar este error.
Jazmín tenía el rostro bañado en lágrimas. El dolor que sentía por dentro le hacía ignorar por completo el puñetazo que ahora le tenía la mejilla hinchada. Miraba con odio a Christian, pero el remordimiento fue casi imposible de evitar al notar que los ojos de Christian se empezaban a humedecer.
Allí estaba, ese lado humano que Christian no podía quitarse del todo, ese lado humano que por dentro cada día lloraba y se culpaba por ese amargo destino que le había tocado vivir.
—No es tarde para que remedies tu error. —Le dijo con voz temblorosa. —Christian, tú eres el dueño de tu destino, tú puedes elegir como arreglar esto. No necesitas matar, no necesitas ser un monstruo.
Christian ni siquiera notó cuando las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Soltó a Jazmín dejándola en el suelo, dándole la espalda mientras se agarraba el cabello completamente desesperado.
—No entiendes una mierda, sólo eres una mocosa mimada, el querer huir de mi destino sólo me condena más, no puedo evitarlo, no puedo hacer nada más que cortar el problema de raíz.
—Deja de engañarte ¡Christian! ¡Reacciona! ¡Sabes que puedes buscar otra solución!
—¡No puedo hacer más que esto! Si acabo con todos los enfermos es la única solución, además ¿a ti que te importa un par de enfermos? Tarde o temprano de todos modos terminarán muriendo, pero si los asesino, no van a procrear, no seguirá creciendo la tasa de enfermos.
Jazmín estuvo a punto de responder pero el sonido del celular la silenció por completo. Christian se secó las lágrimas y respiró profundamente antes de contestar.
—¿Qué pasa?
"Ya está todo en orden, puedes matarla. Ven inmediatamente a la base cuando acabes tu trabajo."
—Entendido. —Respondió con esa frialdad que ya le caracterizaba y colgó. Debía enterarse cuanto antes de cuáles eran los nuevos planes de su jefe.
—¿Chris? —Preguntó temerosa, sintiendo que la sangre se le helaba al ver que Christian sacaba la navaja.
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Destino
JugendliteraturLa continuación de El Laberinto del Vampiro. "Ni la enfermedad de Christal ni la muerte de mi madre fueron una casualidad o una cruel jugada de la vida que no tenía remedio. Entre la unión de un inmortal y una humana privilegiada, iba a nacer un mo...