—Fue Christian ¿verdad? Si ese maldito te rechazó de manera cruel créeme que lo voy a matar.
María estaba echando humo mientras caminaba de un lado a otro por su habitación. Jazmín desde hacía unos momentos ya se encontraba calmada, a sus padres ya se les había avisado en donde estaba y sólo esperaba porque fueran por ella.
—Él no tiene nada que ver con esto — Mintió y María ni siquiera se molestó en decírselo, con una mirada fue suficiente para hacerle saber que no le creía.
—Me dueles Jazmín, en serio, me dueles. Creí que era tu mejor amiga, tu confidente, creí que podías confiar en mí.
—¡Claro que confío en ti! Es sólo que... mira... es que es algo complicado de explicar, no es el momento Mary. —Y bajó la mirada. María suspiró molesta tumbándose en la cama sin siquiera mirar a su amiga, en parte sentía que no tenía derecho a exigirle respuestas pero estaba muy preocupada por la chica y en parte sentía que aquella confidencialidad que se tenían se estaba perdiendo.
—Antes me platicabas todo, absolutamente todo, incluso la manera en que la que él falleció mientras al resto del mundo se lo ocultabas. —Dijo haciendo obvia referencia al hermano que se había suicidado. —Pero desde hace tiempo que eso cambió y no sé porque, no sé si he fallado como amiga, o te he decepcionado, o si he cometido algún error, simplemente no lo sé. No me dijiste cuando te gustó Christian ni me dijiste siquiera que tenías alguna relación o algo con él, ahora no me das respuestas de porque te fuiste de tu casa y porque estabas llorando. Si no confías en mí, mejor no hubieras venido a mi casa.
María no pensaba bien lo que estaba diciendo, estaba dejando que ese enojo y frustración que se iba acumulando con el paso de los días hablaran en ese momento.
—Lo siento.
—¿"Lo siento"? ¿Eso es todo lo que vas a decir? —El silencio de Jazmín respondió por ella.
María resopló enfadada mientras las lágrimas caían por sus mejillas, jamás se había sentido tan lejos de quién consideró su mejor amiga de toda la vida.
—¡Mary! ¡Cariño! ¡Ya llegaron por Jaz!
Se secó las lágrimas al escuchar a su madre, simplemente no servía de nada seguir exigiendo respuestas.
—Ya llegaron, vete... espero te mejores.
Jazmín sintió sus ojos humedecerse ante aquellas frías palabras de su mejor amiga. Se salió en silencio de la habitación y casi corrió a la salida para no ser interceptada por la madre de su amiga. Al final ya sabía que podría excusarse por el gran regaño que le darían sus padres para desahogarse y llorar todo lo que se estuvo guardando.
***
—Demoraste.
—Tuve que atender un asunto antes. —Respondió secamente a su jefe mientras tomaba asiento.
En el gran salón de juntas que por lo general se encontraban prácticamente todos los líderes mundiales, ahora sólo se encontraba su superior directo y el presidente.
—¿Qué puede ser más importante que esto?
—Si es tan importante no deberíamos atrasarnos con preguntas innecesarias.
Su jefe ya acostumbrado a que Christian se comportara de esa manera, simplemente ignoró sus palabras y empezó a revisar de nuevo los reportes de su empleado.
—Hay un notable incremento de muertes por la enfermedad, obviamente la mayoría antes de siquiera manifestar síntomas gracias a tu trabajo. Sin embargo las cifras sólo hacen eso: aumentar. Aumentan las víctimas, aumentan los infectados, el primer año fueron esplendidos resultados pero ahora parece como si se hubieran triplicado las cifras de un día para el otro ¿más infectados por familia? ¿Un nuevo método de contagio?
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Destino
Novela JuvenilLa continuación de El Laberinto del Vampiro. "Ni la enfermedad de Christal ni la muerte de mi madre fueron una casualidad o una cruel jugada de la vida que no tenía remedio. Entre la unión de un inmortal y una humana privilegiada, iba a nacer un mo...