Capítulo 3

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Lo había logrado, su plan estaba saliendo, aunque tuvo algunos desvíos, pero el resultado estaba finalmente saliendo, aunque a su lado estaba una refunfuñante princesa, que la desconcertaba de vez en cuando. No entendía que le sucedía a esa loca de la realeza, pero ese día estaba más gruñona de lo normal.

—Deja de mirarme y concéntrate en no dejarlo caer, Cabello—Su gruñido nuevamente le reitero su mal humor, aunque tenía razón, conociendo lo despistada que es podría causar un error.

—Personas de este salón, quiero que sus creaciones las vayan guardando en un frasco—El maestro habló con su típica voz de locutor mientras caminaba por los pasillos entre las sillas pares—Oh señorita Cabello, eso parece mejor de lo que espere—Alagó el hombre al pasar a su lado notando el cazo con varios ingredientes—¿Uso miel?

—Uh sí—Balbuceó nerviosa, odiaba cuando cualquier docente le prestaban atención, sentía que podría cometer cualquier error.

—Vaya, será meloso—Guiñó juguetonamente antes de seguir pero paro abruptamente—¿Señorita Camila, si hizo su limpieza y protección al empezar el hechizo?—Preguntó el maestro volteando el rostro hacia ella.

Camila miró de reojo las velas blancas levemente consumidas, después volteó hacia el maestro y asintió no muy convencida, cosa que el profesor se dio cuenta y suspiró rezando internamente que lo haya hecho. Con un asentimiento regreso su vista hacia adelante y siguió criticando de manera positiva y negativa a sus demás compañeros.

—No hiciste tu protección, Camila—Su compañera suspiró cansada limpiándose los dedos con la bata negra que usaba.

Tenían un uniforme en especial para la clase centrada de hechizos, el cual consistía en el mismo uniforme únicamente que en lugar de su característico saco negro con morado, era un baja negra con morado, por si algo caía sobre ellas.

—¿Cómo estás muy segura?—Chistó molesta dejando la pala de madera.

—Oh, no lo sé, ¿Será porque soy tu compañera de mesa y que las velas que miraste son mías?—La miró irónica.

Camila frunció el ceño, y estuvo por replicar la acusación de la pertenencia pero la princesa parecía conocerla mejor de lo que esperaba, puesto que con cansancio agarró una vela y le mostró la parte de abajo, donde impreso en papel y pegado decía “Lauren Jauregui”.

—Mierda.

—Y una muy grande, debes tener mucho cuidado—Murmuró volteándose para volverse a concentrar en lo suyo.

La morena mordisqueó su labio nerviosa, instintivamente miró su mano notando el pequeño corte que se había hecho por accidente, podría ser mala para esa clase, pero sabía perfectamente que cuando un hechizo traía tu propia sangre, sería más crudo y poderoso.

Aún más cuando no hizo la protección.

Y si era sincera, no tenía ni la menor idea de cómo lo que hizo, Lauren Jauregui tenía de las cosas más extrañas en su libreta, pero gracias a eso pudo conseguir aquel hechizo de lívido, el cual no estaba demasiado segura si funcionaba, que fue el único que recordó, ya que no pudo sacar su propia libreta con los apuntes de la ojiverde, pero no importaba, únicamente tenía que guardarlo en el frasco y alejarlo de ella y de todos.

—Oye…, princesa—La princesa volteó ante la mención de su rango, iba a pelear pero vio la preocupación en el rostro de la castaña.

—¿Uhm?—Decidió ser amable volteando nuevamente su vista a su evaluación, guardándola con sumo cuidado.

La morena titubeó siguiendo el ejemplo de la princesa, decidió ya no ponerle aún más cosas, si de por si esa cosa olía extraño y tenía un color morado bizarro, lo guardo en un frasco celebrando internamente de que no se le haya caído ninguna gota, y como prueba de que servía y no reprobaría la evaluación, buscó con la mirada alguna cosa que pudiera servir como experimento. Su compañera de mesa la volteó a ver ahora irritada, pero al ver cómo la joven se quedó en silencio buscando algo, solo suspiró y volvió a lo suyo, sabía que tenía sus momentos en los cuales se distraía y con eso perdía toda concentración.

PoisonedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora