Capítulo 6

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Habían concordado el trato.

Lauren se comportaría de manera normal con ella durante el día mientras ella mantuviera su promesa de pagarle con lo que sea que ella quisiera.

Y mierda, Lauren era rápida y exigente.

Estaba paralizada viendo la nota divinamente decoradora en su cama, sabía de quién era, lo sabía porque reconocía perfectamente la elegante y hermosa letra cursiva de ella, y en su escuela únicamente había una persona quien usaba caligrafía cursiva y le salía perfecto, además de que estaba marcada con labial morado, el color que más usaba la ojiverde.

—Vamos Camila, tú solita te metiste en esto—Se trató de animar pero al final terminó soltando un sollozo elevando la cabeza por su creencia inepta.

Tardó un par de segundos en recobrar la cordura, miró a hacia la carta y con una maldición entre dientes avanzo a ella y de un tirón la agarró, para casi con temor y desesperación abrirla y leer su contenido perfectamente escrito.

“Quiero la primera cosa, hoy dormirás conmigo, mi dulce Camzi, llega antes de las doce, no llegues tarde”, escrito en la nota seguida de una carita sonriente y un marcado beso pintado de morado.

—¡No me estés jodiendo!

Su voz sonó por las cuatro paredes de su habitación rebotando por ellas, la carta cayó al suelo lentamente por su ligero peso mientras Camila se llevaba una mano al cabello revolviéndolo con estrés, ella no podía, esa misma noche había logrado que los astros de juntaran y que finalmente sus amigas se quedarán a dormir, sería su primera pijamada, ¡No podía hacer eso!, debía hablar con Lauren para tratar de cambiar la petición.

—¡Si, mierda!, haré eso, tengo que hablar con ella—La morena habló para si misma caminando con desesperación buscando unas botas delgaditas y cómodas que siempre usaba.

Decidida, y ya con sus botas, se agachó a buscar la carta que dejó caer, tardó varios segundos hasta que la encontró y con decisión se levantó con ella en mano, pero inmediatamente arrugó la nota detrás de ella al ver cómo su puerta de su habitación se abría abruptamente dejando pasar a sus amigas. Abrió los ojos asustada y sorprendida, ya no podía salir de ahí, buscaría la manera de salir antes de la hora límite.

—¡Camila!—Una mujer castaña alzo la voz emocionada, y ella con temor dejo caer la nota arrugada y la pateó sin moverse mientras sonreía a sus amigas, que ni sospecharon de su acción.

—¡Marielle!, ¿cómo estás?, hace siglos que te no veo—Terminó soltando una risotada nerviosa logrando la confusión de sus amigas.

—Menos nerviosa que tú, definitivamente—Asintió riéndose adentrándose la habitación.

—Mila, ¿Por qué no guardas correctamente tu ropa interior?—la más pequeña preguntó tomado la prenda que yacía en su escritorio para desearle mostrársela.

—Uy Chancho, usas tanguitas rojas—Se burló su amiga alta llevándose una mano a la boca riéndose.

—¡Allyson Brooke, deja de tocar mi ropa interior!—Chilló apresurándose a ella con el rostro completamente rojo de la vergüenza, y de un solo tirón se lo quito a la pequeña joven haciéndolo bolita y tirándolo en la canasta que tenía en una esquina—¡Dinah, deja de reírte si no quieres mi puño marcado en tu cara!

La morena seguía chillando con la voz aguda llena de vergüenza e ignominia ante las carcajadas de sus amigas, las cuales amaban dejarla en ridículo aunque después la pequeña se sentía mal y la abrazaba, pero está vez se río escandalosamente olvidando los modales que recibió, y para la verdad es que la mayoría los había olvidado.

PoisonedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora