Canciones del Capítulo:
The Strokes - Taken for a Foold
The Bloody Betroots - Cornelius
The Misfits - Scream
Despistaos - Estoy aquí
-¿A dónde vas?-me pregunta mi abuela cuando me encuentra en el baño de abajo arreglándome ya que Michael está duchándose en el de arriba.
Se queda al lado de la puerta ya que el cuarto de baño no dispone de mucho espacio por culpa de un mueble que por capricho tuvo que meter aquí para ''organizar las toallas y las cremas'' y que en realidad está medio vacío. Pienso en que hace una hora estaba montándomelo con Michael y rezo porque no me haya escuchado o al menos no saca el tema, nunca he hablado de estos temas con ella. Y con lo clara y directa que es sé que no sería agradable.
-Vamos a cenar con Miriam-contesto expandiendo la base de maquillaje con la esponja.
-Oh, creí que cenaríais aquí...
Dejo de maquillarme para mirarla y observo el gesto triste de su cara. Soy una completa idiota. Yo venía para estar con ellas y que conocieran a Michael y en lugar de eso me paso el día fuera o follando con Michael, soy realmente estúpida. Con todo lo que les he echado de menos y ahora no les hago caso, merezco una bofetada.
-Ay abuela, lo siento, ahora mismo llamo a Miriam y cancelo la cena-digo.
-No, no hace falta, si has hecho planes con ella no...
-Que no,-la corto- que ahora mismo le mando un mensaje-cojo el móvil del tocador.
Escribo a Miriam un texto explicándole que vamos a cenar con mi familia y que después quedaremos para salir, pero me pongo algo nerviosa sintiendo la mirada de mi abuela. ¿Estará viendo los chupetones? ¿Estará preparando una charla? Cuando termino de enviar el mensaje la miro y le sonrío encogiendo los hombros. Espero que Miriam no se enfade por el plantón.
-Ya está-vuelvo a dejar el móvil en el tocador.-¿Por qué me miras tanto?
-Estás diferente...-dice mi abuela mirándome con los ojos entrecerrados.
-Será el pelo-bromeo y ambas reímos.
-No cielo, me refiero a que nunca te he visto tan... No sé, tan activa, y sonriente...
-¿Feliz?-vuelvo a interrumpirla.
-Si-asiente.
-Bueno, ahora tengo la vida que siempre he querido-sonrío aún más y cojo su mano.- Y nunca he sido tan feliz.
-Lo sé, no hay más que mirarte, ya no tienes esas ojeras ni paseas como un alma en pena. Y lo que hiciste en el juicio me parece lo más sensato y piadoso que pudiste hacer.
-No lo hice por ella-aclaro.
-Lo sé, sé que fue por ti, dejaste hablar a la razón y no al odio...-miro sus ojos y veo que comienzan a humedecerse y se muerde el labio mirándome de arriba a abajo.-Te has convertido en una mujer y te pareces tanto a tu madre.
En otra ocasión hubiese llorado al recordarla porque no está aquí, pero ahora no sé por qué su recuerdo sólo me hace sonreír porque ya no lo evito y por lo tanto no me duele. Abro los brazos y estrecho a mi abuela contra mi pecho. Sé que no me merezco esa comparación, mi madre era mil veces más guapa que yo y era la persona más paciente, amable y comprensiva que he conocido; pero me permito creérmelo para añadir otra alegría al que está siendo uno de los mejores días en años. Beso su mejilla y ella se separa de mí limpiando las lágrimas en su mandil. Mi abuela ha intentado no llorar nunca delante de mí por no empeorarlo todo pero aún así yo la escuchaba llorar en su habitación mientras hablaba con mi tía sobre lo mal que yo lo estaba pasando. Siempre ha sido una mujer fuerte que lo ha dado todo por mi padre y nosotros. Cuando mi padre era pequeño mi abuelo murió trabajando en la obra de un edificio de Düsseldorf y ella se hizo cargo de su hijo mientras trabajaba cosiendo en casa con algo de ayuda de mis bisabuelos, de esa manera consiguió sacarle adelante y tener un hogar. Y después nos cuidó a mi hermano y a mí, y todo lo que esta pobre mujer pasó conmigo no se lo deseo a nadie. Estuvo meses sin saber de mí, soportando que yo viniese puesta de coca hasta el culo para robarle comida o venir de madrugada a darme una ducha pensando que ella dormía porque en la ocupa no solíamos tener agua caliente. Y cuando volví a su casa llegué destrozada física y psicológicamente, necesitando de su atención las 24 horas del día por miedo a que me suicidase. Y luego me fui a Oxford para olvidarlo todo. Ella hizo todo lo que estuvo en su mano para hacerme feliz, incluso me regaló un coche cuando me fui a Londres. La quiero más que a mi vida.