Canciones del capítulo:
David Bowie - Rock and Roll Suicide
-Oh, mirad quién ha vuelto... Si es nuestro chico inglés de vuelta en los suburbios-anuncia Kenny al verme acercarme a la barra de The Red Flag.
Todos los allí presentes se asombran de mi inesperada visita. Solía estar aquí cada día, escuchando punk rock, hablando de política y metiéndome coca en el baño. Hasta que me fui a Londres y decidí centrarme en la música y estudios. Desde entonces he venido sólo un par de veces, la última fue como en agosto pero estábamos muy liados con los videoclips y nos fuimos de viaje a Nueva Zelanda. Y nada ha cambiado, quizás un grupito de caras nuevas, pero por lo demás la clientela habitual sigue allí. Los mismo veinte cafres que se desgracian la vida. The Red Flag es un antro del centro de Sydney donde se hacen conciertos cada semana. El típico pub de paredes oscuras con cientos de pósters, mesas altas y música punk, metal y rock. Llevo viniendo desde los 16, el jefe era amigo del hermano de Luke así que nunca tuvimos problemas para entrar. Aunque realmente era yo el que no salía de aquí, los demás del grupo preferían otros sitios más comerciales.
-Hola peña-saludo a Kenny, Chan y Jef con un pequeño abrazo. No hay mucho que decir de ellos aparte de que son tres punkys de cresta y speed. Puedo jurar que ahora van puestos.
-Pareces más marica que nunca-bromea Chan, y sólo suelto una carcajada. Llevan haciéndome bromas con lo de ser un pijo durante años, he tenido que demostrar mil veces que no lo soy.
-Gracioso que me llames marica cuando se la chupaste a Richard por un gramo de mdma-contraataco con una sonrisa cínica.
-Hijo de puta-masculla entre dientes.
Gran noche aquella aunque preferiría no haber sido testigo de aquello. Hostias que puto asco.
-Este hijo de puta no cambia-se ríe Kenny mientras me da una palmada amistosa en el hombro.
-Necesito una birra-ignoro su gesto y me giro hacia la barra.
El camarero, un chaval nuevo de estética skinhead, me atiende y me siento en un taburete a tomarme la cerveza ya servida. Miro a mi alrededor y suspiro con nostalgia. Cuántas botellas de JD nos hemos bebido, cuántas peleas, cuántas risas, cuántas bromas pesadas, cuantas potadas... Cuánto de lo que no echo de menos. Ahora que estoy aquí escuchándolos de hablar de drogas y follones con la policía no me parece tan buena idea haber venido. Podía haber elegido otro sitio. Podía haberme ido a la playa a fumarme un porro y beberme una botella de whisky. Pero quise venir aquí porque creí que era mi sitio, mi segunda casa. Y ahora quizás no estoy tan seguro de esto.
No presto mucha atención a sus conversaciones, sólo contesto a sus preguntas y me río de sus bromas absurdas. Echo de menos a mi novia y mi grupo. Ahora sólo pienso en Jacky, en mi padre y en qué coño va a pasar después de esta discusión. Y no quiero pensar en eso, si yo quiero pasármelo bien y desconectar pero es que nada ha cambiado. Y me aburro. Siguen hablando de lo mismo, saliendo con la misma gente, haciendo lo mismo. Están estancados aquí. Y cuando llevo la tercera birra ya me empiezo a dar cuenta de que yo no soy esto. Yo no soy lo que la rubia de la esquina ve cuando me mira con esa cara de te la como entera en el baño, ya no soy el Michael del que hablan. No soy el Mikey que le meó en la copa a la ex de Chan, no soy el Mikey que acabó en urgencias por un mal viaje de tripis y no soy el Mikey que se corrió en la almohada de Calum. Bueno a lo mejor ese último si que lo sigo siendo. Pero el Michael perdido y enfadado ya no está. Ahora me sigo poniendo pedo, pero tengo unas metas que alcanzar. Y esta gente ya no son mi grupo de amigos, dudo tan si quiera que lo fuesen de verdad. Nunca me han venido a ver al hospital cuando me he partido algo por hacer el tonto o me han pagado un taxi cuando iba muy pedo y perdía algo. Ellos no son Ashton, Luke y Calum. Ellos, todos los que faltan y este sitio eran mi vía de escape para negarme a mí mismo lo que soy. Y lo que soy es un puto niño pijo, rencoroso, que ha tenido que ir de rebelde e hijo de puta para llamar la atención de sus padres y pretender que no está dolido. Pero sobretodo estoy enamorado. Y eso es una mierda. Demasiado pijo para los rebeldes y demasiado rebelde para los pijos. No encajo en ningún sitio. No sé lo que soy pero sé quién es mi gente y que quiero ser un buen músico, un buen amigo, un buen novio y un buen... Debería hablar con mi padre. Ya me ha dado la rallada máxima. Tengo muchas preguntas y mucho rencor y creo que es el momento de plantar cara a todo eso.