Aku Gaki

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La presente obra es una colaboración entre escritoras.

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Katsuki abrió los ojos, su cuerpo adolorido no respondió tan bien y los mareos fueron constantes. Pronto vio que su pierna estaba levantada y enyesada, producto de su lucha y esfuerzo contra un villano.

—Oh, Kacchan, despertaste. Me alegro que estés bien.

—Hola, tío Katsu. —la molesta voz de Haruki salió desde la espalda de Deku. Mierda.

La voz de Deku resonó en sus oídos y fue molesto. Su sonrisa angelical y su estetoscopio colgando en su cuello, más el aura de esperanza era repugnante.

Deku le dio el diagnóstico, una hemorragia leve, una pierna rota y múltiples moretones. Nada grave.

—Voy a llevar tus resultados al laboratorio. No tardo.

—Espera, maldito Deku… —demasiado tarde cuando la puerta se cerró.

Ahora Haruki tenía una sonrisa demoniaca y juraba que le había salido cuernos y una cola.

—Yo seré tu doctor y te cuidaré. —le había dicho a Katsuki cuando se puso su bata de laboratorio de la escuela y un gorro de enfermera que había tomado prestado.

—Prefiero invocar al Diablo y ser cuidado por él.

—Eso no es muy amable. Además, el Diablo no tiene una madre doctor.

Haruki se acercó con un cuaderno y la pluma puesta en su oreja. Haló la mejilla violentamente de Katsuki, provocando un gruñido.

—¿Dónde están las demonias?

—Mamá me sacó temprano de la escuela para que mi pediatra me revisara.

Anotó algo en su cuadernillo que le acordó a los días de Deku en la escuela secundaria.

—Cara fea magullada. Brazos gruesos sin fuerza. ¿Te duele ahí? —Katsuki gritó cuando el dedo del niño lo picó descuidadamente en la rodilla de la pierna rota. —Pierna inservible.

—Maldito bastardo.

—Nací dentro del matrimonio, no soy un bastardo, pero agradezco tu intento de insulto. —Haruki siguió escribiendo en su cuadernillo. —Boca sucia irrespetuosa. Listo. Tengo tu diagnóstico.

Katsuki lo miró con desagrado.

—Tienes el síndrome del adulto insolente. Es algo no contagioso, pero sin cura.

Lo único que Katsuki tenía era urticaria; la urticaria que le causaba Haruki.

Deku entró en la habitación y Katsuki nunca estuvo más feliz de verlo. Puede que esta fuera la primera vez de Katsuki en sentirse feliz al ver a Deku.

—Oh, Haru, no debes molestar al paciente. —Izuku dijo, su mano acariciando el cabello de su hijo. —Lamento si Haru te está dando problemas.

—Mamá, solo estoy jugando al doctor. Quiero cuidar del tío Katsu como tú.

—No puedes hacer sentir al paciente incómodo, Haru. Lamento si él te está molestando.

—¿El tío Katsu es paciente? —Haruki preguntó burlesco.

—Maldita rata del demonio. —Katsuki murmuró con ganas de enterrar a este niño.

Izuku revisó a Katsuki con calma, monitoreando que sus signos vitales estuvieran bien.

—¿Sientes que la pierna está muy alta? Te la bajaré. Haru, hijo, por favor, debajo de la cama hay un control, presiona el botón para bajar un poco la pierna de Kacchan.

¡No, no, no, no!

Deku se dio la vuelta para anotar algunas cosas en su hoja de paciente, fue ahí que Haruki le sonrió malévolamente antes de bajarse hacia el control. Sabía perfectamente cuál era el botón, había visto a su madre presionarlo varias veces, aunque jamás lo había hecho.

Presionó el otro y la pierna subió. Katsuki gritó, haciendo que Izuku se alarmara.

—¡Haruki!

—Lo siento, mamá, no dijiste cuál era el botón. Solo presioné uno. Discúlpame, tío Katsu.

Si las miradas mataran, hace mucho este niño estaría muerto.

El resto del día, Haruki se esforzó por molestarlo a más no poder. La cosa empeoró cuando las niñas llegaron y se pelearon por dibujarle cosas en su yeso. Cuánto odiaba a estas niñas.

Al terminar, Los niños se despidieron de él y se sintió en paz, sin embargo, el dibujo de Haruki en su yeso lo molestaba. Un dibujo de la cara de Katsuki con el nombre Tonkatsu.

Lo mataría.

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Hoy es domingo y la hueva me alcanzó la curiosidad antes de poder avanzar más en un trabajo para exponer el jueves (sí, adelanto proyectos con anticipación), vi la segunda película de My Hero Academia (después de tanto tiempo negandome a verla) y pues me gustó y no me gustó, ¿a alguien más le pasó? Dejo debate para los comentarios.

Besos y saludos, la escritora de medianoche.