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El hospital en el que trabajaba Izuku era bastante tranquilo, a diferencia de lo caótico que era el primero en que trabajó, lo cual le permitió experimentar con otra especialidad en la zona médica.

Haruki y Hime iban a enfrente de Katsuki porque él nunca había ido a ese hospital para ver a su amigo de infancia que le había llamado para que llevara a sus dos mocosos al lugar después de la escuela.

—Es aquí. —indicó Hime golpeando la puerta y al no recibir respuesta, abrió el consultorio que estaba vacío y hecho un desastre de papeles en el escritorio que Katsuki odiaba y noto al cerrar la puerta detrás de él.

—Deku es un asco para el orden.

—No tanto como tu refrigerador y tu queso apestoso, tío Katsu.

—Tú que vas a saber de arte culinario, pequeña bruja. —dijo Katsuki viendo que había flores en un jarrón que se estaban marchitando en la ventana en la que Hime se asomaba y tomó unos pétalos que guardó en la bolsa de su overol vestido de su uniforme.

Katsuki viró los ojos. La segunda hija de los bastardos de Deku e IcyHot era rara y de carácter bastante extravagante. Miró el lugar hasta que el pequeño cuadro pintura detrás de la puerta le llamó la atención, pero la puerta le golpeó y causó la risa ahogada de los dos menores.

—Oh por…lo lamento, Kacchan.

—¿¡Qué mierda, Deku!? —exclamó Katsuki viendo con doble desagrado al otro que estaba manchado de sangre en su uniforme. —Maldición, Deku. Salvas personas o las despedazas.

Izuku miró su ropa dudoso, no le tomó importancia cuando venía para su consultorio, pues cuando le llamó una de las enfermeras desde el quirófano de que sus hijos ya habían llegado con un rubio mala cara, solo se quitó la mascarilla y el gorro con los guantes después de estar operando, en el que ocurrió un desastre con la novata que salpicó a sus pares con la sangre de transfusión.

—Cámbiate, asqueroso.

—Entonces salte, yo solo te pedí que trajeras a mis hijos.

—Pero…

—Fuera. —dijo Izuku dándole un portazo en la cara a Katsuki que divirtió a Haruki, el cual se admiraba de la actitud que tomaba su madre en su ambiente laboral.

Hime que estaba detrás del escritorio empezó a ver el rompecabezas de un cerebro de su madre, ignorando la presencia del resto.

—Toma, Haru. Son de tu tía Ochako, ella vino a hacerse unos análisis hace unos días, pero como se fue a hacer trabajo a otra prefectura, no ha venido por ellos. Se que hoy regresa, pero yo no se los puedo dar porque estaré hasta tarde aquí y llegaré muy noche; su papá irá por ustedes antes. Dáselos a tu tía, solo a ella.

—Sí, mamá.

—Gracias, Haru. Por si se le olvida, recuérdale a tu hermano, Hime. —acotó Izuku mirando a su hija que asintió a pesar de prestarle atención al rompecabezas desarmado.

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—Estoy aburrido. —declaró Haruki cayendo lentamente del sofá de los Bakugo al suelo, Hime que seguía entretenida con el rompecabezas que su madre le dio y si podía armar le compraría el libro que tanto había estado pidiendo por días, le ignoró.

Ryuu dormía una siesta junto a las gemelas que cayeron rendidas después de jugar al piso es de lava y le tiraran los pantalones a su tío Tonkatsu y Hatsu rompiera un jarrón que debía ser reemplazado ahora que ella salió junto a su padre a buscar las cosas para la comida.

—¿Qué dirán los documentos de la tía Ochako? —dijo Haruki a Hime que frunció su ceño y alzó los hombros, pues ella tampoco tenía idea. —Y si los revisamos.

Aku GakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora