Me desperté poco a poco, estirándome de forma lenta. En la habitación reinaba la oscuridad, por lo que pensaba que era aun de noche, pero al ver una ligera línea anaranjada por debajo de la cortina supe que era más temprano de lo que creía.
Miré el techo y el lugar donde me encontraba sonriendo. Volteé el rostro y vi a Nevra dormido de forma profunda, tenía un brazo rodeándome, pero su rostro estaba mirando hacia el otro lado.
Acaricié de forma suave su espalda para al poco darle unos suaves besos. Luego perdí mis dedos por sus cabellos, aun así, no se despertó, estaba profundamente dormido algo que me hizo sonreír.
Me sentía bien, me sentía en calma. Observaba como mis dedos se perdían por sus cabellos y el suave olor que estos desprendían. Me enamoraba más cada parte de él. Sentía que estaba en un punto de mi vida en el que todo iba a salir bien, nos teníamos a ambos, nos habíamos casado y ahora íbamos a formar un hogar en esta casa.
Me quedé un rato en la cama, mirando la habitación y pensando que ahora este sería el lugar donde me iba a despertar cada día. Sentí al poco que tenía algo de hambre por lo que decidí preparar un desayuno, también para sorprender a mi esposo.
Con cuidado quité el brazo con el que Nevra me rodeaba, dándole un leve beso a su dorso. Al levantarme busqué con la vista algo con lo que cubrirme y solo vi el kimono de su uniforme. Me lo acomodé y no evité respirar levemente el perfume que aún tenía la tela.
Salí en silencio de la habitación, anudándome el kimono, y bajé las escaleras para ir a la cocina que se encontraba al lado de la entrada.
La luz del día entraba levemente por las ventanas de la cocina, iluminándola de un tono cálido. Recordaba que Nevra me había dicho que los chicos habían puesto algunos víveres para la mañana, por lo que me puse a buscar por la cocina que podía hacer para desayunar.
Harina, leche de mogliz, huevos, frutas, algo de chocolate y miel, algo que tenía que ser cortesía de Ezarel. Mirando los ingredientes sencillos que tenía, decidí hacer un desayuno fácil, tortitas, aunque no sabía si quedarían bien dado a que la mayoría de los ingredientes eran de Eldarya y su consistencia podía ser diferente.
Busqué alguna sartén para hacerlas y un bol para la mezcla. Una de las pocas cosas que habíamos hecho antes de ir a Derdranë para terminar los preparativos de la boda, fue abastecer la cocina con nuevos utensilios, sobre todo los indispensables.
Una vez tuve la mezcla hecha encendí un pequeño fuego con mi magia, donde debían de estar los hornillos y coloqué encima la sartén esperando a que se calentara un poco para comenzar a preparar cada tortita. Mientras esperaba, acerqué uno de los taburetes y me senté para cortar un par de frutas variadas y un poco de chocolate para fundirlo en otro hornillo y tener sirope.
Al poco me levanté y comencé a preparar las tortitas, sin evitar probarlas, las había endulzado con un poco de miel, algo que apagaba la amargura de la leche de mogliz y no evité sentirme satisfecha por que el resultado era delicioso.
El chocolate ya se había derretido por lo que lo aparté del fuego y lo dejé a un lado para servirlo en un cuenco. Mientras seguía cocinando no evitaba comer alguna que otra fruta con el chocolate o terminar la tortita que había degustado primero.
Fue entonces cuando noté como unos fuertes brazos me rodeaban lentamente y echaba mi cabello a un lado, dándome ligeros besos en el hombro, algo que me hizo sobresaltar levemente hasta que vi a Nevra sonriéndome.
– He tenido que despertarme por este olor tan delicioso y no por tus deliciosos besos. – sonreí acariciando una de las manos de mi esposo.
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Fragmentos de nuestro mundo [Libro 2][Eldarya][Nevra][editándola]
FantasyEs la continuación de mi otra historia Otro Mundo. Elizabeth hace un sacrificio del cual no deja aviso a nadie, dejando desolado a Nevra, para poder salvar Eldarya y destruir uno de los males que acechaban el mundo. ¿Qué pasará ahora con Nevra? ¿Qué...