Fragmentos de nuestro mundo [Libro 2][Eldarya][Nevra][editándola]

Capítulo 56: El cazador arrepentido

– Nevra –

Miré la celda en la que me encontraba, miré el cuerpo inerte de Luther a mis pies, toda la sangre que me bañaba por completo, mi ropa, mis manos, mi rostro, mis cabellos manchados por esa sangre.

No sabía cuánto tiempo me había quedado ahí sentado, llorando en silencio, no por lo que acababa de hacer, sino por todo lo que había visto, por todo lo que mi esposa había sufrido. Tenía unas ganas enormes de verla, de abrazarla, de besarla, de tenerla entre mis brazos y decirle que nada de eso se volvería a repetir.

Me levante a duras penas, aun consternado con todo, tenía que terminar algo antes de partir.

Al mirar fuera de la celda, vi que el guardia que custodiaba esta planta observaba todo con espanto y horror, jamás había visto que se tratara así a alguien. Me guardé la daga y salí con tranquilidad.

– Ya pueden limpiar la celda y sacar la basura que se quedó dentro – comenté sin apenas mirar al guardián.

– Jefe Sombra... – murmuró y su voz tembló – A llegado esto para usted... – me enseñó un sobre – La respuesta de la guardia Deevani a su carta...

– Gracias – tomé el sobre rápidamente y leí el contenido de la carta.

"Estimado jefe Sombra,

Soy la guardiana del Orbe de Deevani y la custodia del Árbol de Jade, le escribo como respuesta a su petición.

Sí, ese hombre humano que tienen con ustedes es parte de nuestro escuadrón espía y trabaja para nosotros, ayudándonos en la seguridad y la protección del lugar.

Le ruego que permita que viaje cuanto antes a mi guardia, pues necesitamos su presencia. Él le contestara a todo lo que le pregunte sin ningún problema, es de confianza.

Atentamente;

La guardiana Deevani."

Así que es verdad, ese hombre no formaba parte del escuadrón humano que encontramos y trabaja para faéricos, para destruir o alejar a grupos humanos de zonas importantes de Eldarya.

Guardé la carta en el bolsillo de mi pantalón, a pesar de saber que era verdad lo que él había contado quería saber absolutamente todo sobre él.

Caminé hacia su celda sin ni siquiera molestarme en cambiarme o lavarme la sangre que tenía encima. Lo contemplé sentado en la cama, mirando a la pared con la vista perdida, pensativo. El hombre alzó la vista al ver que le observaba desde fuera, su impresión no fue de asco, sino más bien de sorpresa al verme entrar.

– Se ve que ese hombre debía de ser alguien muy peligroso... – comentó.

– No es algo que le incumba.

– Espero que al menos consiguiera la información que quería... – clavó sus ojos castaños en mí.

– Dijo que iba a colaborar conmigo ¿No es cierto?

– Así es...

– Bueno...ya ve lo que le pasa a la gente que no colabora conmigo. – me apoyé en la pared echando hacia atrás un mechón de cabello que sentía pegajoso en mi rostro.

– No pasará eso, quiero reunirme con mi esposa cuanto antes – no había ni un solo gesto de miedo en ese hombre, todo lo contrario, estaba seguro. – ¿Qué quiere saber?