1: Reencuentros y Encuentros.

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❀ ፧ POV: Emma Anderson.

—Despierte, señorita Anderson —me dice alguien mientras me agita.

Abro los ojos lentamente y diviso a Rita, la empleada de la casa.
—Gracias, ya voy.

Me levanto a duras penas y rápidamente voy hacia el baño. Luego de hacer mis necesidades me doy una ducha rápida. Cuando el agua caliente hace contacto con mi piel, sonrío, amo esta sensación de tranquilidad.

Me envuelvo en mi toalla y luego de cepillarme los dientes voy hacia mi armario. Tomo unos pantalones largos y holgados, una blusa el doble de holgada y unas zapatillas. Todo de color gris. Los únicos colores que me gusta usar son el blanco, negro y gris.

Tomo un bolso y antes de bajar le doy una última mirada a todo. Mi habitación es completamente de color blanco. Tengo un escritorio gris al final y una pequeña estantería con bolas de cristal con nieve.

La verdad es que solo les pedí a mis padres eso porque recuerdo vagamente cuando era muy pequeña tener una en la mano y esconderla bajo mi suéter. Nunca les conté sobre ello ya que es muy confuso el recuerdo. Es la que está un una esquina. Tiene un niño rubio sentado mirando a la flor que tiene delante. La verdad no sé quién me la habrá dado pero siempre que lo miro siento una sensación familiar.

Bajo hacia el salón ya que mi habitación está en el segundo piso. Camino lentamente hasta llegar al centro. Miro a mi alrededor y sonrió mientras me acomodo la coleta.

Siento unos tacones resonar por todo el salón y me incorporo. Entonces la veo. Mi madre, Amelia Walsh, rubia de ojos azules, rasgos delicados y una altura determinante. Va vestida con un esmoquin de color negro y unos tacones rojos. Su maquillaje es mucho más exagerado que el mío y lo que más resalta, sin duda, es el rojo de sus labios.

—Buenos días Emma, este es tu último año es el instituto y te necesito centrada —me dice mi madre mirándome con una sonrisa—. El coche está aparcado y ya le pude cambiar el color.

Sonrío y la abrazo. Llevamos tiempo en eso pero no había podido hacerlo. Lo quería de color azul pastel.

—Gracias mamá.

Luego de darle un beso en la mejilla voy hacia el parking algo entusiasmado. Cuando lo veo chillo internamente y voy hacia él.
Arranco y voy hacia el instituto.

Veo a mi alrededor las calles y suspiro con nostalgia. Todas esas parejas felices me causan alegría. El amor es realmente hermoso y a veces me gustaría estar en su lugar. Caminar libremente de la mano con alguien y sonreírle a la nada.

Aparco el coche y cuando salgo veo a todos los del instituto muy alborotados. La verdad solo me importa encontrarme con cierta pelirroja que siempre está sacándome de quicio.

Entonces la veo, está bajando de su coche. Va vestida con unos pantalones muy ajustados y una blusa de encaje. Su melena rojiza cae encima de sus hombros y sus ojos castaños no tardan en encontrarse con los míos.

En cuanto eso pasa viene a toda velocidad hacia mi a abrazarme y la espero con los brazos abiertos.

—Emma, te extrañé un montón —dice Ivy.

—Yo también te extrañé Ivy.

—¿Cómo están las cosas por tu casa? —me dice cortando el abrazo.

—Pues como siempre —le digo encogiéndome de hombros—. ¿Y por la tuya?

—Mi padre no ha vuelto a beber más. Yo y mamá estamos muy felices con eso —me dice con una sonrisa.

Mil Tormentas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora