Al llegar a mi destino, estaciono frente a la gran casa blanca, con un estilo algo colonial pero hogareño, y bajo con mi bolso al hombro, cargando una caja de licores en mis manos además, pedido de mi querida amiga. Apenas son poco más de las 9 am, pero al ser un almuerzo, supongo que la tomatera empezará temprano.
- Hola linda – me saluda Anastasia, la madre de mi amiga en cuanto me ve ingresar a la cocina – oh, deja le digo a Evan que te ayude con eso.
- Hola Ana. Déjalo, yo lo bajo a la bodega – digo pasando a su lado y tomando las escaleras que dan a la planta baja de la cocina. Es más un cuarto de juegos pero Evan ingresó a la universidad este año, era el único que le daba un uso continuó al lugar y ahora se transformó en el cuarto donde se guardaban los víveres – ya está – anuncio regresando a la cocina.
- Sabes que Evan podía hacerlo… es bueno que no pierda las costumbres de un caballero – se queja cuando me siento a su lado, en la mesa de la cocina.
- Sí, pero si puedo hacerlo yo misma ¿para que dejar que otros lo hago por mi…?
- A veces desearía que mis hijos fueran un poco más independientes, como tú. Bueno hablo por Gemma y Evan por qué Nicolás es diferente. Para él desearía que fuera todo lo contrario – reímos ante la referencia de su hijo mayor, aunque alcanzo a percibir algo de nostalgia. No me imagino a un soldado con mayordomo, eso sería épico.
- Hablando de tu hija. ¿Dónde está? Por qué me llamó desesperada y no sé si se le puede llamar invitación, a su controversial forma de ordenarme que desayunara con ustedes – Ana niega con la cabeza y levanta los brazos al cielo, como si pidiera clemencia.
- Esa chica… esta en la playa peleando con las gaviotas – elevó una ceja a modo de pregunta – es que se le metió en la cabeza, que sería estupendo almorzar a la orilla del mar y desde que amaneció esta tratando de organizar la decoración allá abajo – señala con la cabeza las escaleras que van desde la cocina, a la terraza trasera y directamente a la playa.
- ¿No sería más práctico hacerlo en la terraza y ya después, si la gente se anima, ir a la playa? – pregunto sin poderlo evitar, pero por la cara que pone, sé que ya lo intentó y no obtuvo buenos resultados.
- Anda y dile tu. A mi no me escucha y me cansé de repetírselo, una y otra vez – me anima Ana y por la forma en la que me lo dice, sé que ya se resignó a la terquedad de su hija.
- Déjamelo a mi, sé como persuadirla – le sonrió y me levanto para buscar de mi loca amiga.
Después de razonar con Gemma, acerca de lo inapropiado de hacer el almuerzo en la playa y hacerle ver que las decoraciones se verían mejor en la terraza, además de que nadie tendría que pelear por su comida con las aves, accedió. Nos pusimos a organizar todo y nuestro Javi llegó tiempo después a hacernos compañía y echarnos una mano.
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Por siempre Mía.
RomanceSe dice que hay un lugar para cada cosa y que cada cosa, posee un lugar específico. El mío ya estaba marcado por el destino al nacer, pero mi deseo de libertad, iba mucho más allá del que me fue disignado por la sangre. Y para mí sorpresa, tampoco e...