Capítulo 4.

17 0 0
                                    

Para la semana siguiente, sus padres celebran su aniversario número 30. Hacen una cena además de un cóctel, y por supuesto, yo fui invitada. Las miradas de algunas de sus amistades más influyentes, no son de total agrado, pero estoy acostumbrada ya que en la ciudad, no reconocen mi apellido, y yo agradezco a los cielos que así sea.

Gemma trata de incluirme en algunos grupos de personas, que a mí parecer, no son tan agradables. Sus amistades de infancia no tienen nada que ver conmigo y muchos de ellos, me dan miradas despectivas al notar que no me siento menos entre ellos, por lo que termino apartándome de todos y vagando por el gran salón de la casa.

En una ocasión, noto a Nicolás con un grupo de hombres que parecen conocerlo, pero él se ve incómodo con la presencia de uno en específico. Observo que sus gestos se endurecen cuando cruza alguna palabra con este y una mujer a su lado pero cuando sus ojos me ubican a la distancia, desvío los míos y prosigo con mi paseo. No quiero problemas con él por andar de metida en donde no me llaman.

-        ¿Así que tu eres el nuevo caso de caridad de Gemi? Pensé que lo había dejado de hacer después de su última decepción, pero veo que no pierde la costumbre – comenta una rubia despampanante, llegando a mi lado y dándome un repaso con sus ojos verdes. La miro de pies a cabeza sin disimulo, al igual que ella lo hizo conmigo. Todo en ella grita silicona y la malicia en sus ojos, me dice que de seguro es una perra pero más grandes me han tocado.

-        No sé a que te refieres…

-        Sheril Crow – mierda, ese nombre me suena, y no de las amistades de esta familia – es que ya es costumbre de Gemma, incluir en nuestro círculo a personas que no pertenecen a el, como tu. Se nota que desluces entre nosotros – casi escupo el champán al escucharla. Me rio un poco ganándome unas miradas curiosas y la furia de la rubia, al ver que no me intimida para nada su comentario.

-        Y gracias a Dios no pertenezco a su círculo de amigos Sherill, o de lo contrario tendría que soportarla seguido – le digo una vez recupero el habla, ante su cara cada vez más contraída en molestia – yo prefiero ser de la clase trabajadora, que ser un adorno más en casa y presumir los millones de mi papi…

-        Mira estúpida!!! – me toma por el brazo, enterrándome sus falsas uñas en la piel y de inmediato mi semblante se endurece – que ella te de pase a todo esto, no te da derecho a igualarte con alguien como yo….

-        No, tu escúchame a mi, niña mimada – tiro de mi brazo causando que sus uñas se deslicen por mi piel, haciéndome daño pero es lo que menos me importa justo ahora – que pretendas ser la abeja reina del lugar, no significa que todos tengamos que seguirte por que así lo crees. En mi vida me he topado con muchas como tú. No te creas única y especial por crearte superior a los demás, solo eres un clon mas de la Barbie americana, que trata de encubrir sus fallas con soberbia en exceso… – y como si fuera poco, la muy estúpida, se atreve a darme una bofetada. Tardo un segundo en comprender que me ha golpeado, impactada por su atrevimiento y la miro conteniendo mi ira.

-        No te permito que me insultes. No eres más que una simplona pobretona que… – no termina su descarga verbal, pues la corto de un contundente derechazo en el rostro. Juro que escuche algo romperse y cuando veo la sangre emanar de su rostro, sé que se trata de su nariz.

Por siempre Mía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora