Capítulo 11.

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-        ¿Por que te vez tan ausente? – inquiere el motivo de mis cuestionamos, tomando asiento a mi lado.

Estamos en el jardín oriental de su madre, ya que hay una fiesta en la casa por el cumpleaños de Evan y sobra decir que casi la mitad de la universidad donde estudia esta ahí dentro y si le sumamos a sus amigos de la ciudad, podrán imaginarse la marea de gente que es el salón.

Pero debo admitir que lo que me tiene aquí sentada y sola, es el rubio ahora a mi lado, pues verlo bailar pegado a la anatomía de una voluptuosa castaña, con los ojos fijos en mi, mientras recorría con sus manos las peligrosas curvas de la chica, me calentó y enojo a partes iguales. Una mezcla para nada agradable, he de señalar, así que decidí salir de ahí, antes de hiperventilar, por cualquiera de los motivos ya mencionados, en busca de algo de paz, frescura para mi sistema.

-        Solo estaba pensando en… cosas – miento, centrando mi atención en el estanque artificial. Nick tan solo tiene una camisa negra remangada hasta los codos y unos simples vaqueros azul oscuro, con zapatos de vestir negros pero el muy maldito, me altera el pulso con sólo verlo en algo tan común.

-        ¿Y puedo saber cuales son esas cosas? Hace un tiempo que estas bastante distante con todos, en especial conmigo y quisiera saber por qué – susurra con la voz cargada y de inmediato me pongo en alerta. No es nada bueno que me altere solo con eso y su pregunta queda olvidada, detrás de la puerta de la indignación personal. ¿Cómo es que causa tantas cosas en mi con sólo verlo?

-        ¿Por qué tienes que ser tan curioso? ¿Que no estabas ocupado bailando con alguien o algo así? Anda adentro y déjame en paz – me quiero golpear, por que eso sonó a reproche. Vuelvo a mirar al frente pero Nick, con una agilidad asombrosa, envuelve un brazo en mi cintura y me sube sobre su regazo a horcajadas. El vestido rosa palo que tengo es algo corto, por lo que se sube por mis muslos aún más, gracias a la posición y debo ahogar un grito de sorpresa – ¿pero que carajos haces? – exclamó alarmada y trato de bajarme pero él me ciñe más a su cuerpo y toma mi mandíbula para que no me aleje. Es como una costumbre adquirida esto último, le gusta que lo vea a los ojos cuando hablamos.

-        No tienes por qué estar celosa muñeca – su expresión es tan salvaje, que sólo con verlo a la cara, sé que tendré que cambiarme las bragas – por que eres tu a quien deseo tener así de cerca, siempre. Y ese maldito vestido que tienes hoy, no ayuda a mantener mis ojos lejos de ti – mi cara está muy caliente, de seguro roja y no hablemos del resto de mi cuerpo, por que no sé ni lo que siento. Pongo mis manos en sus hombros y trago duro, ya que la boca se me seca repentinamente.

-        Nick… creo que estas tomado y…

-        Aún cuando estoy con mis cinco sentidos intactos, no logro sacarte de mi cabeza, no quiero hacerte daño y por eso me resisto a esto que siento, que me atrae hacía ti pero hoy no quiero contenerme a nada y hacer todo cuanto queremos. Por que sé que tu también lo sientes – sin esperar un segundo más, acerca mi boca a la suya y roza nuestros labios, en sutiles caricias que me hacen contener el aire, mas al ver que no me resisto, él los une definitivamente, ejerciendo una presión insistente, hasta que consigue que los míos se muevan al mismo compás que los suyos.

No lo soporto más y enredo mis brazos en su cuello mientras me olvido de todo. Que estamos al aire libre, en el jardín de su casa, a la vista de quien pueda vernos, que Evan celebra su cumpleaños, con todos sus amigos, a unos metros de nosotros y que estamos en una posición, en la que no podremos inventar alguna excusa plausible, si alguien nos ve así. De que es el hombre por el que podría caer pero aún así deseo sentirlo tan cerca como sea posible. Me olvido de todo.

Por siempre Mía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora