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Cerré los ojos, buscando un poco de cordura al sentir todo mi cuerpo adolorido, mis hombros se sienten tiesos como si todo el estrés se acumulará ahí, ¡maldito doble turno!
Camine a tientas, me deje caer sobre la cama, mirando el techo blanco, y me quede quieto unos instantes así recordando la bonita sonrisa de mi novio...
Mi novio...
mis ojos pican al sentir la necesidad de tenerlo en mis brazos pero el último que viene a mi es su último mensaje de voz
"Minho, tenemos que hablar"
—mierda-
Susurre reteniendo un sollozo mientras me cubro con las sábanas sin ánimos para nada más ¿tenemos que hablar? ¿Qué esta mal? ¿Acaso ese era el inicio de nuestra ruptura?
Todo está mal, lo extraño, hace tres días qué no nos vemos, a lo mejor se aburrió de mi, pero... Pero tengo que trabajar, tengo que pagar colegiatura, ganar dinero para sacarlo a pasear ¿no esta bien?
Con un dolor de cabeza martillandome, me arrastró al baño, abro la ducha y me meto bajo el chorro de agua fría quitándome toda la suciedad, me aplico un poco más de mi perfume, ese qué tanto le gusta y salgo para tomarme una pastilla para el dolor muscular.
Son casi las dos de la madrugada pero no me importa, consigo un taxi y bajo desesperado en la puerta de su casa.
Si le marco, él no responde ¿qué sé supone que significa eso? ¿Ya no quiere saber nada de mi?
Con miedo recorriendome el cuerpo toco el timbre, dos veces. Hasta que pasos arrastrados me ponen alerta
—¿Minho?
Ahí esta, mi bebé envuelto en sus sábanas azul cielo, con el cabello hecho una casita para aves.
—dijiste que necesitamos hablar.
Susurro y no se porque diablos mi voz suena tan patética.
Su rostro se vuelve pálido y abre los ojos, como estos no fueran chinitos. Voltea la vista a dentro de su casa, revisando me imagino y vuelve a mirarme.
—por dios, Minho, son las dos de la mañana ¿no podías esperar a que amaneciera, tonto?
Se ríe de mi, en voz baja, jalando mi muñeca, cierra la puerta detrás de mi espalda y sin decir nada empezamos nuestro recorrido entre la oscuridad para llegar a su pieza procurando no ser descubiertos por la señora y señor Seo.
Mis labios se mantienen torcidos en una mueca confusa, cierra la puerta y es entonces cuando siento como me besa, sus labios han sido los más suaves qué he besado, el me encanta, me encanta mucho...
