"Te dije que te alejaras"

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Amirah POV

No te alteres Amirah.

¿¡Qué mierda hace aquí y cómo entró!?

¿¡Cómo me encontró!?

X:¿Qué pasó, querida? No te enseñaron que a las visitas se les trata con respeto y siempre se les da la cara?
Amirah: Sí, sí me lo enseñaron. —respondí—. Pero no cuando esa "visita" te está apuntando con la maldita varita al cuello!
X: ¡Pues por más razón, corazón! ¡Voltea y dame la cara! —ordenó—.

Suspiré silenciosamente y voltié.

Amirah: ¿Qué haces aquí, Anastasia?
Anastasia: Vine a recuperar lo que es mío
Amirah: Aquí no hay nada que recuperar.
Anastasia: ¡Claro que lo hay! —levantó la voz—. ¡Severus era mío! ¡MÍO!
Amirah: Querida, tú lo dijiste. —le recordé amablemente—. Era. Y... ¿Desde cuando lo fue, si eres tan amable en recordármelo que por la edad... —reí—. Estoy un poquito olvidadiza, solo la polla de Severus me mantiene cuerda hoy en día.
Anastasia: ¡Desde mis quince! —apretó más su varita—. ¡Desde que me entregué a el!
Amirah: Qué mal... Porque yo también me entregué a él a mis quince.
Anastasia: ¡Estuvo 19 años conmigo! Cuidándome, haciéndome el amor!
Amirah: Ay, mira no estoy para tus cosas. no tienes nada que hacer en mi castillo, nada se te perdió por aquí. No sé que haces aquí, ni me interesa. Pero quiero que te larges antes de que me alter.  —advertí—
Anastasia: Rechazaste mi solicitud de trabajar aquí!
Amirah: Tuve mis razones.
Anastasia: ¿¡Qué razones!? Que no me querías cerca de Severus? ¿Esas son tus razones?
Amirah: No quería a una escoria como tú cerca de mis hijas, es muy distinto. —señalé—.
Anastasia: ¡Ah! Las gemelitas... Por cierto, ¿dónde están esas dos exquinclas?
Amirah: Con mis hijas no te metas, zorra
Anastasia: Eres una farsa de mujer. No sé como Severus está contigo... Me tuvo a mí por diezinueve años... ¡Yo era su todo!
Amirah: Solo te usó. ¿Tanto te cuesta comprender esas dos palabras? ¡Te, Usó!
Anastasia: ¿¡Y a ti que te hizo!? —volvió a levantar la varita—

X: ¿¡Qué está pasando aquí!?

Ambas volteamos a la puerta.

Anastasia: ¿Madrina?

¿Madrina?

Hecate: ¿Anastasia, que estás haciendo aquí?

¡Ahora las locas vienen en fila!

Anastasia: Madrina, ésta mujer...
Hecate: Yo sé muy bien quién es, Anastasia.

Oh, ¿enserio? ¿Lo haces?

Amirah: Claro que lo haces. Las dos están obsecionadas con mi marido...
Hecate: Anastasia, será mejor que te vayas...
Anastasia: ¡No! No me iré de aquí hasta que Severus vuelva conmigo.

¿¡Pero por qué las dos están tan obsecionadas con el!? ¿Acaso una no sabe que le gusta a la otra?

Creo que le tengo que empezar a poner casco a mi pelinegro... Y una correa, para halarlo de vuelta a mí cuando las perras callejeras quieran lanzársele encima.

Hecate: Él es muy mayor para ti, mi amor... Es mejor que te retires y me lo dejes a mí.
Anastasia: De ninguna manera, madrina. Me tuve que ir porque él me echó. ¡Por culpa de ésta! —me señaló—.
Amirah: ¿Por culpa? Mi niña, Severus se mudó a esa casa para acercarse a mi y volverme a tener entre sus brazos... Solo era cuestión de tiempo hasta que se cansara de ti y volviera arrastrándose como un perro hasta mis pies.
Anastasia: Lo quiero recuperar. ¡Merezco una segunda oportunidad! ¡Sé muy bien que él no me dirá que no!
Amirah: ¿Enserio eso crees? Díganme... En el transcurso de los años en que ambas conocieron a Severus... alguna vez les dijo que las amaba?
Hecate:...

¡Oh, ahora se quedan calladas!

Anastasia: No hacía falta que me lo dijera. —contraatacó—.  Me lo demostraba todas las noches.
Amirah: ¿Oh, enserio? ¿Y en las mañanas estaba ahí cuando te levantabas? ¿A tu ladito?
Anastasia:... No
Amirah: ¿Alguna vez te miró a los ojos y te dijo lo tanto que estaba enamorado de ti?
Anastasia: ¡No! Pero-...
Amirah: Alguna vez te miró a los ojos... mientras se deslizaba por tus adentros y te susurraba lo rico que te sentías, mientras te decía que quería que fueras la madre de sus hijos? ¿No? Ahí lo tienes.  Eso no era amor, chicas. Las dos llegaron a mi vida, sólo para fastidiarme la puta existencia. Pero ya no lo van a lograr.

Me le acerqué y la miré a los ojos. Ella retrocedió un paso, cuando Hecate la agarró del antebrazo y la obligó a quedarse donde estaba parada.

Amirah: Será mejor que te vayas de mi vista y no regreses —susurré lentamente—. o te va a ir muy mal.
Hecate: Vámonos, Ana... No vale la pena. —la haló y volteó para mirarme—. Pero solo te advierto algo, Dumbledore...
Volveré. Y me aseguraré de hacerte sufrir tanto... que ni tu propia familia te tolere nunca más. Anota mis palabras, maldita zorra.
Amirah: Te esperaré con los brazos abiertos, querida! —grité al verlas salir—

El día que ella vuelva tal vez ni yo esté. Nadie sabe que puede pasar. Pero si sí hay algo que no sucederá... es que me arrebaten a Severus una vez más. No lo voy a permitir. No esta vez...

Sobre mi cadáver.

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Editado.

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