Río Muerto

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Después de un encontronazo cómo el de ese día , solo quería descansar. Así que después de encontrar un lugar cómodo en la rivera de un río tranquilo, ato al caballo para luego ocuparse de armar un pequeño campamento. Tras darse un refresco en el agua, su cena fueron unas manzanas rojas junto con un poco de jugo de naranja. Su colchón de descanso no era más que la misma ropa que llevaba puesta y su almohada era el estómago de su corcel. Escucho el movimiento de los intestinos hasta caer en un extraño sueño. En él, tenía cuerpo de mujer y estaba con los pies en el aire mientras se apoyaba sobre unas patas de araña que parecían salir de su espalda. Sacaba cuerpos envueltos en telas de araña de adentro de un armario y se los comenzaba a devorar. Algunos aún se movían mientras que otros estaban duros como piedras. Parpadeo y ahora se veía a él mismo entrar por la puerta empuñando una espada de plata. El Garet que acaba de entrar tiró un polvo verde que le nubló la vista y lo obligó revelar su posición. Volvió a parpadear y su estómago de arácnido estaba siendo abierto en dos mitades. Eso fue lo último que observo antes de despertar sobresaltado. Aquel extraño sueño lo tuvo pensando el resto de la mañana mientras desayunaba y se preparaba para continuar el viaje.

En esas tierras el clima era más seco, la razón por la cual, no abunda la especie vegetal. Allí, las ramas secas tanto en el suelo como en los árboles le daban un tono más apagado al lugar." los elfos jamás podrían vivir en un sitio como este" pensaba el rey. Después de cabalgar durante otras dos horas el mediodía se acercaba. La ducha que se había dado antes de partir ya no se notaba para nada. En lugar de una sensación refrescante, el sudor perlaba su rostro pero no podía volverse a detener, mucho menos estando tan cerca de Río Muerto. Aquel que en épocas de antaño era como cualquier otro; cargado de agua cristalina y rodeado de flores; hasta que un mago de nombre desconocido, antes de ser aniquilado por un soldado elfo en una de las primeras guerras entre elfos y humanos, profirió un encantamiento de magia negra para maldecir esas tierras.

-¡¡Asqueroso elfo, podrás matarme, pero nunca más volverás a beber de estas aguas puras porque las envenenare con mi sangre! ¡¡Todo aquel que pase por aquí deseara no haberlo hecho! - la espada del soldado le atravesó el pecho y sus gotas de sangre cayeron al rio tornándolo de un color rojo. Los peces que se encontraban nadando cerca comenzaron a flotar, las margaritas a marchitarse y las mariposas que revoloteaban alrededor cayeron sin explicación. Después de que ese enfrentamiento terminó los elfos volvieron a intentar romper con la maldición, a sanar el río, pero todos sus intentos fueron inútiles. Lo que sea que haya echo ese bastardo no tenía vuelta atrás

Desde ese entonces, la oscuridad comenzó a devorar ese sitio donde luego se contaba que personas y animales había sido devoradas por las aguas de maneras inexplicables. La historia del río es contada a los niños para que no se alejen mucho de sus casas pero aun así desde que se originó, más de uno son los reportes de "Niño desaparecido" en las ciudades aledañas. Los libros no dicen exactamente quien fue solo que fue un practicante de magia oscura que se enlisto para combatir cuando las primeras guerras se estaban a flor de piel. Además, los escritos aconsejan que no se debe hacer caso si se escuchan que pronuncian su nombre, algunos dicen que son de gente que murió intentando cruzar y su alma vaga errante por esas tierras. Según dicen, el paso por ahí debe ser rápido y en la medida de lo posible sin levantar la vista del suelo.

Eso era lo que recordaba el rey mientras andaba, hasta sin darse cuenta lo separaban solo unos metros del puente. A medida que se acercaba, el clima cambiaba tornándose neblinoso, húmedo, lúgubre, además el suelo seco pasó a estar lleno de barro. Hasta pudo sentir que su autoestima decaía a medida que se internaba en lo profundo de la bruma. Unas voces susurraban a sus espaldas cosas inentendibles. El agua roja que cruza por debajo suele cargar con objetos o personas que quien cruza desearía volver a ver y perdió. El puente era de soga y madera, se tambaleaba tanto tras cada paso del corcel parecía que iba a cortarse en cualquier momento. Bajo sus pies pasaron vidrios rotos, cabezas de caballos decapitadas (su corcel abrió los ojos asustado, pero aun así continuó con su marcha) y soldados muertos, tanto elfos como humanos. Algunos que todavía tenían los ojos abiertos lo hacían sentir extrañamente observado. A mitad del recorrido, su cabeza sintió un fuerte mareo que por poco no se cayó de su caballo. Se apoyó en una de las cuerdas, devolvió los pedazos de manzana del almuerzo y luego se recostó sobre los lomos del animal hasta que se recompuso. No sabía si recuperar su bienestar había tardado varios minutos o fueron cuestión de segundos pero cuando su cabeza se logró asentar de nuevo, su camino continúo. Antes de terminar el recorrido, uno de los cuerpos que se acercaba flotando boca arriba era el de Vilkas, hermano de la reina. Los ojos de aquella víctima lo miraban también a él, hasta parpadearon normalmente como si hacerlo después de estar muerto fuese lo más normal del mundo. Garet se quedó mirándolo mientras pasaba, pero sabía que no podía ser él, era un engaño de aquel río que estaba maldito. Una vez en tierra firme nuevamente apuro a su caballo para salir lo antes posible de esa zona. Después de unos metros, al salir de esa bruma extraña, sus pulmones volvieron a respirar normalmente incluso todas aquellas sensaciones extrañas desaparecieron.

Las Hijas Del MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora