Competencia

112 10 6
                                    

(N/A) Por si acaso, este capítulo empieza exactamente donde terminó el último. No se me vayan a perder XD.

Una vez que se siente un poco más calmada, Rose decide escribirles a sus padres

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una vez que se siente un poco más calmada, Rose decide escribirles a sus padres. Sabían que hoy llegaba, pero no les ha dicho que todo ha salido bien y que ya está en casa.

La mano de Rose se estanca en la manilla de una de las gavetas del armario.

Casa.

Sí, ésta es su casa, su hogar, a partir de ahora.

Con una sonrisilla inapagable, sigue buscando un pergamino, y está segura de haber encontrado un fajo, pero están usados.

Son cartas.

Sin sacarlas de la gaveta, intenta distinguir algo en el sobre de encima, pero no tiene ni emisor ni destinatario, ni siquiera estampillas como para decir que son muggles. Parece que han sido agarradas muchas veces, aunque nada más por los dobleces en el pergamino; no hay marcas de grasa ni algo por el estilo.

Se muere de curiosidad. La gaveta está llena con cuatro torrecitas de cartas. Pero no debería...

Oye toques a la puerta, embute la gaveta y se endereza tan rápido como puede.

—Adelante —¿Su voz ha sonado como si hubiera estado rebuscando entre las cosas de Scorpius?

—¿Planeabas dormir? —Chrys la mira extrañado, sin atravesar el umbral.

—No, nada, sólo estaba dándome un baño e iba a buscar qué ponerme para la cena —dice tan rápido que tiene que controlarse para no dar bocanadas que le ayuden a recuperar el aliento—, ¿por qué? ¿Ya volvió tu padre?

A Chrys parece pasársele la extrañeza. Pasea la mirada alrededor mientras responde:

—Aún no, pero estaba pensando montar un rato en la escoba... No sé, a mí me alivia cuando... ya sabes, estoy estresado o algo... Y he pensado que quizá quisieras volar conmigo... Es sólo una idea porque escuché que te gustaba el quidditch y...

—Sí —dice en cuanto encuentra los músculos de la lengua.

El cuerpo de Rose puede decir lo que quiera sobre el baño, muy relajante o lo que sea, pero sí que le apetece montar la escoba con Chrys.

—Me encantaría —Aunque no ha volado desde hace...—. La última vez que volé, monté un árbol.

—¡¿Un árbol?! ¿Estabas en Rusia?

—Ajá —gesta un tanto nostálgica—. Espérame en el cobertizo, llego en un momento.

Chrys asiente, y Rose nota que se ha dejado crecer el pelo cuando éste rebota, apenas un poco, fruto del movimiento.

Apenas se va, Rose rebusca en su maleta infinita unos pantalones y blusa deportivos. Con magia se viste y se hace una coleta, y se desaparece justo cinco minutos después de que Chrys haya bajado.

Relatos con sabor a menta y canelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora