Capitulo XXXI

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•Kali:

El miedo me estaba matando, Aidan solo me veía fijamente y yo a él, ambos esperando el próximo movimiento que se escucharía, pero nada, no se escuchó nada y ahora ya no sé qué me da más miedo, el haber escuchado algo o el que ahora no escuche nada.

Mire a Aidan y nada, ¿ahora qué?

—Quédate aquí y no te muevas hasta que yo te diga, ¿entendiste? —me susurro mirándome y luego miraba a los lados— Kali ¿entendiste? —me repitió.

—Si está bien. —le dije y asintió—

El levanto su cabeza y me miro por última vez antes de teletransportandose a no sé dónde. ¿Y ahora que se supone que haga? Supongo que me quedare aquí hasta que Aidan me hable... a menos de que asome mi cabeza un poco...

Sabía que debía hacerlo, ahí estaba Aidan asomándose entre los arboles sin darse cuenta de que había un hombre detrás de él apuntándolo con un arma. Me levanté lo más rápido que pude, corrí hacia Aidan y cuando este se dio cuenta me miro confundido y a la vez pude verlo enojado por no haber obedecido.

Mientras corría hacia Aidan con una de mis manos tome al hombre y lo levante del suelo, pude ver como Aidan lo vio y sorprendido se acercó a mí, mire al hombre de frente, llevaba tapada la mitad de la cara con lo que parecía un trapo negro, también llevaba una gorra roja, vestido de manera normal.

—Vamos Kali, bájalo. —me dijo Aidan después de haber tomado su arma—

—Kali —dijo el hombre y yo lo mire confundida pues la voz se me hacía muy familiar— ¿De verdad eres tú? —

Aidan me voltio a ver esperando que yo respondiera ante lo dicho, baje al hombre y sin acercarme le quite lo que cubría su cara. No podía creer quien era.

—¡Papá! —grité emocionada y sin pensarlo dos veces salí corriendo— Papá. —dije casi en un susurro mientras lo abrazaba con fuerza.

—Ay hija, estaba muy preocupado por ti. —me dijo y las lágrimas no tardaron en llegar—

En eso se escucharon pasos y sin pensarlo me separe de mi padre y Aidan y yo nos pusimos en posición de pelea preparándonos para lo que sea que viniera. En eso vi a mi mamá y a mi hermano junto a otras personas. Salí corriendo y al llegar con mi hermano salte para que este me cargara abrazándome.

—Ay pequeña, te extrañe. —me susurro Dante y pude escuchar como su voz se entrecortaba un poco—

—Yo más. —le dije para después separarme de Dante y abrazar a mi mamá—

Pude ver como Aidan abrazaba a las otras personas, supongo que serán sus padres. Me acerque a ellos para saludarlos y ahí Aidan me lo confirmo, su madre y su padre.

—Tengo que preguntar. —hablo Dante y yo sabía que iba a salir con alguna tontería, pero aun así todos lo miramos esperando a ver que decía— ¿Nos iban a atacar? —Aidan y yo nos miramos para después reírnos.

—Querido hermano, escapamos del gobierno y estos nos están buscando, fuimos entrenados para reaccionar ante cualquier cosa de cualquier lugar donde nos sintamos amenazados. —le explique entre risas— Pero pues sí. —concluí diciendo.

—De hecho, creo que deberíamos meternos a la cabaña, no me siento muy seguro aquí afuera. —hablo Aidan a lo que todos asentimos para dirigirnos hacia ella—

La cabaña tanto por fuera como por dentro era hermosa, todo era tan rustico, pero al mismo tiempo tenia esos toques modernos, difícil de explicar. Todos nos sentamos en la pequeña sala que se encontraba cerca de la puerta. Por fin descansando mis pies.

—Tengo que preguntar. —dijo esta vez Aidan— ¿Qué hacen ustedes aquí? —pregunto y yo asentí sin entender cómo se conocían.

—Después de que te llevaron —hablo la mamá de Aidan dirigiéndose a el— Nos enteramos que también se habían llevado a otra chica, decidimos ponernos en contacto con los padres de esta chica, todos seguíamos en contacto todo el tiempo esperando alguna noticia suya, pero el gobierno no nos daba respuestas. —comenzó diciendo.

—Meses después nos habíamos juntado a comer y estando todos reunidos con la televisión encendida cuando vimos la noticia de cuando intentaron atacar al presidente y dos jóvenes muy parecidos a nuestros hijos con superpoderes lo protegieron. —hablo esta vez mi madre mirándonos con una sonrisa a lo que Aidan y yo soltamos una pequeña risa nerviosa—

—Kali me pasas la botella de agua. —dijo en burla mi hermano—

Eleve la botella con una de mis manos y se la lleve justo frente a sus ojos para luego dejarla caer muy cerca de sus partes. El hizo una mueca de dolor y de asombro a la vez, mi hermano no tiene ni la menor idea de lo que soy capaz de hacer.

—Dante, ¿cierto? —pregunto Aidan y este asintió— Sé que conoces muy bien a tu hermana, pero hay algo que debes tener muy en cuenta, no le gusta que se burlen de ella y si lo haces recuerda que ella fue entrenada para proteger, pero también para matar. —hice una sonrisa maldadosa a mi hermano para luego asustarme por las miradas de mis padres.

—Kali. —hablo molesto mi papá—

—Si padre. —hablo con una sonrisita nerviosa—

—No me digas que... —dijo dejando la frase en el aire—

—Está bien, no te lo diré. —dije riendo a lo que Aidan hizo igual—

—Aidan... —hablo esta vez su papá—

—Será mejor que no se quede tal y como estamos papá. —dijo Aidan—

Ambos nos miramos y reímos, ahí me di cuenta de que estamos locos por reinos por algo tan delicado como eso.

—No estamos orgullosos de lo que hemos hecho —comencé diciendo— Pero es nuestro pasado y hemos aprendido a vivir con eso. —le dije y todos se quedaron callados.

—El gobierno nos entrenó día con día para convertirnos en los mejores de todos —continúo diciendo Aidan— Y claro que lo somos, pero también nos avergüenza que lo hemos hecho. —era la verdad, nunca nos había gustado matar, pero tampoco es como que estuviéramos matando a personas buenas, estamos hablando de narcotraficantes, asesinos, psicópatas.

—¿Cuántos? —pregunto mi padre— ¿Cuántos han matado? —

Aidan y yo nos miramos, los dos sabemos que es una lista larga que ni nos concentramos en contar y separar por rangos ni nada por el estilo.

—Ni idea. —dije de manera sincera— ¿400? —pregunté a Aidan.

—Yo creo que sí. —me contesto Aidan— Tal vez unas 500 personas aproximadamente. —

—¿¡Entre los dos!? —pregunto eufórico mi hermano—

Aidan y yo nos miramos de manera seria pero no pudimos soportar el no reírnos.

—No hermanito. —dije entre risas— Cada uno. —todos nos miraron con miedo, pero como culparlos, nos habían convirtieron en un arma muy poderosa y al mismo tiempo peligrosa.

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Equipo AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora