Capitulo III

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Aidan.

Estoy con mis padres en la sala de estar, que esta cerca de la puerta principal de la casa. Estamos viendo un programa en la televisión cuando suena la puerta; volteo a ver a mis padres y los miro confundido. Es muy tarde, ¿quién podría ser a estas horas?

—Yo voy. —me levante del sofá y me encamine hacia la puerta, cuando la abro puedo ver a unos hombres uniformados, de color negro— ¿Puedo ayudarlos en algo? —les pregunté y mi padre se levanto del sofá para ver quién estaba en la puerta.

—Estamos buscando a Aidan Luján. —ese soy yo, pero ¿por qué?— ¿Se encuentra en casa? —volteó a ver a mi papá y él me mira con el ceño fruncido.

—Soy yo. —dije y todos los hombres me miraron muy serios—

—Vendrás con nosotros. —dijo y entró a la casa para tomarme fuertemente—

—Alto, ¿por qué? —habló mi madre acercándose rápido a nosotros, no estaba entendiendo nada— ¿Hizo algo malo? —¿hice algo malo? Que yo recuerde no.

—No señora, son asuntos confidenciales. —dice mostrando una placa, es del gobierno—

Los hombres me estaban sacando de mi casa y pude ver a mi madre llorando, uno de los hombres les estaba diciendo sobre algo, no lograba escuchar pues ya estaba muy alejado de ellos pero veo a mi madre abrazar fuertemente a mi padre. No estoy entendiendo nada, ¿cómo que asuntos confidenciales? ¿Son del gobierno?

Me suben a una camioneta negra, voy con tres hombres en esta, y atrás de nosotros viene otra camioneta. Me sujetaron manos y pies, me traen como si fuera un asesino en serie. Lo más malo que llegue a hacer fue mentirle a mi mamá diciendome que no me había comido las galletas cuando tenía cinco años.

Esto no tiene nada de sentido.

—El viaje es largo, yo te sugiero que duermas, mañana sera un día atareado. —me dijo uno de los hombres—

No recuerdo mucho del viaje, sólo se que salimos de la ciudad, después de eso no recuerdo mucho pues me quede dormido. El sueño me gano y para cuando desperté, ya no estaba en la camioneta.

Me desperté en una habitación, paredes de concreto y enfrente de mi estaba una gran puerta de vidrio. Me levante de la cama y me acerque a esta, podía ver un gran pasillo, veía a varios hombres caminar cerca.

Cheque la habitación, parecía como si estuviera en la cárcel, una cama dura, una mesa como escritorio, había unos cuantos libros en un estante, también note una puerta y al abrirla me encontré el baño; tan siquiera tendría mi privacidad al hacer mis necesidades.

Cuando me vi a la espejo pude notar como no traía mi ropa, traía un tipo de uniforme negro, era una pantalonera negra, playera negra y tenis del mismo color.

Me volví a acercar a la puerta cuando escuché pasos, la persona que iba caminando se detuvo enfrente de la puerta viéndome fijamente. A los lados del señor que se veía algo mayor, se posicionaron dos hombres, uno de ellos tenía una cara parecida, creo que fue uno de los que fueron a mi casa.

No le tomo mucha importancia cuando se escucha un pitido y la puerta se abre, los dos hombres entran y me ponen unas esposas. Sin decir una sola palabra por parte de nadie empezamos a caminar fuera de la habitación.

Veo todo con suma atención, esperando saber a dónde me llevan. Caminamos por un pasillo con una sola puerta así que supongo que es a donde me llevan, caminamos en silencio, no me atrevo a hablar y solo camino.

Cuando entró no solo encuentro un gran laboratorio, sino que también encuentro a una chica, una chica muy hermosa a mi parecer. Cabello color castaño que por traerlo recogido no puedo saber que tan largo es su cabello. Ojos color miel donde mi mirada se pierde por completo y unos labios con un color rosado claro, apenas notable.

Equipo AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora