Scott:

Me había llevado lo que iba a usar esa noche a la casa de María para cambiarnos y que mis padres nos llevarán al juego, junto a su mamá obvio.

Su casa era acogedora. Pequeña, pero hermosa. Me gustaba. Me hizo subir a su habitación. La vista se me abrió al ver que el color rosa pastel predominaba en todo. Desde las paredes, a los cobertores de la cama, la alfombra, la puerta del armario, los adornos. Todo.

Me quedé parado en la puerta, tratando de procesar el ambiente.

—Sé que es mucho rosa— dijo acercándose al clóset. —... Pero no encuentro como decirle a mi mamá que ya no soy una bebé.— sonrió.

Me adentré y me senté en la cama. Ella abrió la puerta del armario y los ojos se me fueron al ver lo espacioso. Tenía muchísima ropa linda, además de zapatos. Estaba ahí sentado, no podía entender porque una persona necesitaría el mismo top en 6 colores diferentes.

Me llamó la atención su tocador. Tenía un espejo amplío, con luces led al rededor. Tenía su maquillaje de un lado y al otro, todos los colores que pudiera imaginar en barniz de uñas. Me levanté exclusivamente a tomar un par en mis manos. María seguía hablando, pero no le presté atención. Seguí revisando entre los frascos de colores. Quería ver si tenía el tono azul correcto. Hasta que lo hallé.

—¡Por fin!— grité levantando el barniz.

—¿Eh?— la escuché acercarse. —, oh, descubriste mis esmaltes.— dijo tomando uno y mirándolo feliz. 

—¿Sabes hacer manicura?— pregunté mirándola por el reflejo del espejo. Asintió.

—¿Quieres que te la haga? También tengo para hacer una rutina de skincare.

Okey, aunque mis intenciones eran otras, no quería negarme a pasar una tarde agradable compartiendo con ella. No era su culpa que yo fuera un desgraciado de todas maneras. Me tenía con una mascarilla facial y los ojos cerrados mientras se encargaba de mis cutículas en la mano derecha, la izquierda la tenia en remojo igual que mis pies. La silla de su escritorio se reclinaba, así que era perfecto para este momento, ella se sentó en un taburete recubierto de cuero rosa.

Había música en su habitación, ella cantaba ocasionalmente. Estaba entretenida en mis manos. Sabía trabajar rápido y bien. Cuando menos pensé, ya me estaba poniendo una loción para proteger mis uñas antes del esmalte. Ya me había retirado la mascarilla facial.

—¿Dónde aprendiste a hacer esto?— le pregunté.

—Mi madre me enseñó— dijo sin quitar la vista de mi mano. —, ella ha tenido muchos empleos así que...

—Entiendo— puse mi vista en su escritorio. Estaba una laptop y su sistema de sonido, tenía libros encima y sus útiles de papelería. Pero solo me llamó la atención esa foto enmarcada donde se veía una María más niña junto a un hombre. La duda me picó. —... ¿Ese era tu papá?— señalé con mi mano libre.

Ella levantó la mirada y sonrió.

—Sí... Ese es mi papá— hizo énfasis en aquella silaba. —... En un mes serán seis años desde que murió— tragué grueso. Vi como guardaba la loción y se encimaba sobre sus barnices. —. ¿Qué color quieres usar?

Me acomodé en la silla y di una vuelta, quedando de frente al tocador. Mirando toda la variedad, pero ya sabía que usar. No quería desentonar con lo que ya pensaba ponerme esa noche.

—Azul y negro, por favor.

—¿Son los colores de tu outfit?— preguntó tomando los colores y volviendo a su asiento.

NADA SERÁ IGUAL / FNAF AU (VinScott-FritScott)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora