A pasos lentos, Shin se dirigía al baño de la residencia Uchiha.
Entrar en ese baño era toda una guerra, aparte de la cantidad de cosas que estaban de por medio debía lidiar con las toallas, definitivamente, si con algo tenían un problema esos chicos, era con las toallas. ¿De dónde procedía esa extraña manía de dejarlas por todas partes? En el mármol del lavabo, en los colgadores, en el suelo.
Toallas, toallas y más toallas. ¿No era más fácil?
La ducha lo relajó, para el albino no había nada mejor en el mundo que sentir el agua resbalarse sobre su piel; no obstante, su paz interior desapareció cuando salio del baño y tocaron el timbre de la casa, para su mala suerte, era la pelirosa.
La novia de Sasuke.
—Hola —saludó la chica dedicándole una mirada con superioridad.
—Hola —manifestó con desdén.
Ya había tenido el gusto de conocer a Sakura Haruno, una vez que visitó la residencia Uchiha. Y había que ser sincero.
No aguantaba a esa chica, era la persona más irritante del mundo y lo peor era que siempre venía a casa a hacer la misma cosa ruidosa. Le parecía maravilloso que Sasuke le diera los mejores orgasmos de su vida pero, por favor, el Senju no tenía por qué enterarse de eso.
—¿Está mi novio? —preguntó ella haciendo resaltar las palabras «mi novio».
Ignoró su tono y asintió.
—Está arriba, pero toca a la puerta antes de entrar, creo que está con otra —le advirtio con burla y ella le fulminó con la mirada.
—Muy gracioso. Pero Sasuke-kun nunca me engañaría.
El chico disfrutó su mueca de rabia.
—Sí, sí... —eso no se lo creía ni ella. Shin se volteó subiendo las escaleras hasta su cuarto, con Sakura detrás.
En ese momento Itachi y Sasuke salieron del cuarto del Uchiha menor. El Senju frunció el ceño, aquellos últimos días habían estado demasiado tiempo juntos.
—¡Sasuke-kun! —exclamó la Haruno y se lanzó sobre su «novio». Era una lástima tener una relación solo válida para uno, si es que así lo era.
—Sakura.
El chico no mostró ninguna expresión al ver a la chica. Shin observo en silencio como Sakura abrazaba al Uchiha con tanto amor y afecto que le dieron ganas de vomitar. Vio como le susurraba algo al chico en el oído, y este asentía con la cabeza.
Sasuke volvió a su cuarto seguido por la pelirosa, cerrando la puerta y dejándo a Shin a solas con Itachi en el pasillo.
El Senju se volteo a mirar al Uchiha mayor.
Y para sorpresa del chico, Itachi decidió hacer algo que lo tendría pensando por varias semanas: Itachi le guiñó un ojo.
Quizá si Sakura hubiera salido del cuarto gritando que odiaba a Sasuke le habría sorprendido tanto como lo que acaba de presenciar. Aquello era nuevo.
Shin sin saber que hacer, le dedicó una sonrisa nerviosa y se fue a su cuarto cerrando la puerta con rapidez.
¿De verdad le había guiñado el ojo Itachi?
No podía creerlo.
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