Izuku Midoriya, Príncipe del Reino de Deoya, es un adorable niño que disfruta su vida queriendo explorar. En su pequeña huida se había perdido en un frondoso bosque donde su miedo crecía crecía más mínimo crujir de alguna rama de un árbol.
Había qu...
Izuku se secó las lágrimas, sus ojos dolían un poco de tanto llorar, suspiró entrecortadamente, miró un poco a su alrededor notando que estaba cerca de la Aldea Draki.
No quiso ir allí por temor a que lo crean de traidor ya que sus amigos conocían las Apariencias de los guardias de Deoya.
Fue por otro camino,mirando el suelo su mirada poco a poco fue perdiendo aquel bello brillo, estaba decaído y con un vacío en el pecho tras aquella trágica noticia que recibió.
A lo lejos pudo escuchar unas voces, levantó la mirada enseguida ya que reconoció esas voces... Eran los amigos de Katsuki. Decidió detenerse a escuchar de que hablaban.
Se acercó a unos arbustos pudiendo divisar a los 4 amigos del cenizo, faltaba alguien... sus expresiones eran de preocupación y tristeza.
— ¿Nadie lo ha encontrado? — preguntó la Hechicera con notoria preocupación —
— No, Eijiro aún sigue mirando desde las alturas porque no ha vuelto — respondió el arquero peli-negro —
— Esos guardias... Eran los guardias del Castillo de Deoya — comentó el rubio Mosquetero —
— Creen que ese chico de verde... Lo Traicionó... — la expresión de la chica de rosa cambió a una aterrada, temiendo a que hallen la Aldea Draki y destrocen el lugar —
— ¡No! ... — gritó de repente la peli-castaña, captando la atención confusa de los presentes — Quiero decir... Izuku no haría eso, él es... — dejó de hablar de repente, pues casi revela el secreto del oji-esmeralda, mismo que se puso nervioso, temiendo a que les contase —
— ¿Él es..? — repitió para que prosiguieron a lo dicho de antes —
— Él es alguien de buen corazón, en Izuku siento un aura de pureza— respondió confiada —
El pecoso decidió irse de allí, sonrió con tristeza pues se dió cuenta queconfía aquel secreto a Ochako y a... Katsuki.... sus sonrisa se borróborró recordarlo.
Sus oídos se agudizaron de repente, escuchando como quejidos a lo lejos y eran quejidos humanos, fue acercándose hacia allí con algo de rapidez y curiosidad.
A lo lejos divisó una cueva, se fue acercando esta vez con lentitud hasta asomarse llevándose una gran sorpresa.
Katsuki se hallaba frente suyo, con una gran herida a un costado del abdomen. Sus miradas se conectaron, aunque la mirada del cenizo era un poco de enojo.
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