Capítulo 20

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Narra Yuko

Saotome y yo nos habíamos hecho un poco más cercanos; el saber lo de su prometida me hizo entender su comportamiento y no lo odie por su forma de ser conmigo, al contrario deseé poder ser más cercana a él. Acercase a él no era fácil, y menos como habíamos iniciado, pero sabia que podía llegar a ser su amiga, poco a poco. Tal vez, algún día...

Ya llevó varios meses entrenando, me he acostumbrado a la vida de los Tendo, y me he vuelto a sentir como en familia, es cierto que ellos no son nada mio, pero su manera de tratarme me hace sentir como si lo fueran.

El señor Tendo y la señorita Kasumi se habían ido un par de semanas a China, y la verdad es que su ausencia para mi era notoria.

Todos los días teniendo clases con Saotome aprendía algo nuevo, y me sentía mejor, me sentía fuerte y útil.

Hoy es sábado, por la mañana, salí de mi habitación y vi como Saotome salio de la suya vestido de negro, no le pregunte hacia donde iba pero lo supuse. Salio despidiéndose de la señora Saotome y pude ver como salio del dojo. Baje las escaleras y salude a la señora Saotome, me correspondió y me invito a desayunar. Estábamos desayunando las dos, me mantuve callada un rato hasta que me decidí a preguntar.

—¿El joven Saotome va a verla, verdad?

—Sí— respondió —hoy hace ocho meses de su muerte.

—Oh, entiendo —fue lo único que pude decir, pero la verdad era qué aun había tiempo.

Se quedó callada y yo ya no quise hablar más. Estaba decidido, me acercaría más a él, quería ayudarlo, quería ayudarlo a sanar su más abierta y sangrienta herida. La señora Saotome, me había dicho que él se sentía culpable por la muerte de su prometida, pero tal vez si hablará con otra persona ajena a él pudiera entender quizá que, él no tuvo la culpa.

Sonreí, viendo mi plato de comida, quizá si podía ayudarlo, ese era mi objetivo desde ahora.

Terminamos el desayuno la señora Saotome y yo, por alguna razón este día habíamos desayunado solas.

Me levanté del comedor agradecí y decidí entrenar un poco yo sola afuera. Necesitaba pensar y aclarar todos mis recuerdos, todo eso que me habían dicho.

Subí a mi habitación a cambiarme.

Era cierto que el alma aun no ha terminado de cruzar al otro mundo hasta un año después de su muerte. Quizá era cierto.

Cuando termine de cambiarme baje al patio y entrene un poco, en la tarde tendría clase y sería bueno ahorrar tiempo en tener que calentar.

Vi cuando el joven Saotome entro, habían pasado ya unas tres horas desde que se había ido.

Después de unos 15 o 20 minutos volvió con su karategui ya puesto, acercándose a mi.

—¿Qué te parece si hoy empezamos antes? —preguntó con la mirada sería y sus ojos un tanto rojos.

—Sí, no hay problema—respondí —. De hecho decidí calentar para ahorrar tiempo en la clase.

—Me parece bien, yo también he calentado un poco cuando venía de regreso, empecemos —dijo.

—Sí —y ahí, paso la clase.

Después de más de una hora nos sentamos viendo el estanque los dos, cansados.

—Siento mucho lo de su prometida —me anime a decirle.

No hubo respuesta de su parte, tampoco volteo a verme, simplemente se quedo viendo aquel pez que nadaba dentro del estanque, yo lo veía a él.

—Es muy difícil —dijo después de un largo rato, quizá solo habían sido unos minutos pero me parecieron eternos —nunca imagine que algo así pasaría —volvió a quedarse callado, sin dejar de ver el estanque.

—Si gusta... puede contarme, tal vez pueda ayudarlo —dije temerosa de su respuesta.

—Nadie puede ayudarme —dijo sin cambiar su postura, y con un tono de voz más grave.

—Quizá sí, usted podría confiar en mi —quería ayudarlo, de verdad quería ayudarlo, quería que saliera de ese agujero negro en el que se había metido, en el qué yo estuve una vez —déjeme ser su amiga, déjeme ayudarlo, por favor.

El no dijo nada, sin voltear a verme se levantó y se fue.

Suspire.

[...]

Habían pasado ya tres días desde aquel día en el qué le ofrecí mi amistad al joven Saotome, y las cosas seguían igual, ni peor ni mejor, igual.

La clase de ese día también iba igual, después de poco más de una hora, él se quedo parado, entonces yo también pare, al ver que no se movía, me dispuse a preguntarle.

—¿Le pasa algo?

No respondió, veía el suelo, su mirada estaba perdida, podía notarlo, aun cuando no me veía a mi.

No quise preguntarle más solo me quedé ahí, sin moverme, luego él después de un rato levantó la cabeza.

—Tal vez... sería bueno contarte —dijo y me sorprendí mucho —quizá sería bueno desahogar todo esto que siento en alguien que no me conoce ni que conozco, puede que tampoco sea lo mejor pero, lo he pensado estos días y quizá a mi pueda servirme para sacar un poco de todo el dolor que siento, quizá... si podamos ser amigos.

Me sorprendían mucho sus palabras, pero me alegre mucho, al fin podía hacer algo por él. Quizá si podía ser de ayuda, quizá mi vida ya no era tan inútil, quizá yo podía al fin entenderlo.

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Muchas gracias a todas la personas que leen y votan.

Disculpen además qué el capítulo haya sido algo corto.

Saludos y gracias otra vez :D.

Adiós RanmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora