Capítulo 27

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Antes de terminar con este fanfic me gustaría agradecerles a todos por tomarse el tiempo de leerlo, por votar, por agregarlos a tantas de sus listas y por cada uno de los comentarios. Todo esto empezó como un juego, por eso el desarrollo de la novela nunca fue el mejor, pero aún así me divertí mucho haciéndolo. No sé si algún día volveré a escribir otro fanfic o si solo seguiré con mis propias historias, pero aún así gracias por todo el apoyo. Espero que lo hayan disfrutado❤️


Los ojos de Caspian se abrieron de par en par, con sorpresa. 

—¿Qué está pasando? —la voz del profesor había pasado a un segundo plano al ser conciente de lo que estaba sucediendo.

Al principio fue muy leve, como si alguien hubiera dejado el grifo de agua abierto y ahora este estuviera goteando. Pero a medida que pasaban los segundo iba incrementando. Y para cuando ambos lograron comprender lo que pasaba el ruido ya se había vuelto ensordecedor.

Caspian corrió hasta la puerta y ya sin importarle que alguien pudiera escucharlo comenzó a mover el pomo y a golpearla con fuerza.

—¡Peter!

Pero el grito no le llegó. Peter aún estaba muy ocupado intentando huir del director, quien parecía tener un sexto sentido que le indicaba donde se encontraba el chico en todo momento.

A medida que Peter retrocedía el director avanzaba y no estaba seguro de poder mantener ese ritmo durante mucho tiempo más. Hasta que finalmente, luego de lo que pareció ser una eternidad, un profesor se acercó al lugar.

—¡Director! —lo llamó, pareciendo aliviado de haberlo encontrado— Lo estuve buscando por todos lados.

El director se vio obligado a cambiar su ceño fruncido y mostrarse amable, y eso solo hizo que Peter tuviera ganas de reír.

—Lo lamento, he estado... —negó con la cabeza, llegando a la conclusión de que no era necesario explicarle lo que estaba pasando— ¿En que puedo ayudarlo?

—¿Ha visto al profesor Evans? Por qué su secretaria me dijo que hoy vino pero no lo he podido encontrar por ningún lado.

El director suspiró, viendo que debería dejar la persecución de lado y enfocarse ahora en el profesor. 

—Vamos a mi oficina.

Peter tuvo ganas de festejar al ver que había ganado esta batalla. Ahora con menos miedo a ser descubierto salió en busca de Caspian y del profesor, quienes podrían estar en cualquier lugar.

Le llevó varios minutos dar con ellos, y si lo hizo fue solo porque se encontró con el príncipe golpeando sin cesar la puerta. Peter se acercó hasta a él e intento abrir la puerta sin éxito alguno.

—¿Caspian? ¿Qué está pasando?

Y fue ese momento donde miró para abajo a través de la ventana con la que contaba cada puerta y observó su mayor miedo convertirse en realidad.

—¡La puerta no abre! —gritó sin dejar de golpearla con la intención de salir.

El agua en la habitación ya casi llegaba a su cintura y él sabía lo rápido que era el proceso.

—¡Muévete! Voy a tirarla abajo.

Caspian se movió y Peter se alejó tomando distancia listo para empujarla con todas sus fuerzas.

Pero de nada sirvió porque la puerta no hizo ni el más mínimo amago de moverse.

—Peter —lo llamó Caspian, apoyando una mano sobre el vidrio y mirándolo con los ojos empañados, al igual que los de él.

—No, no, no, no —negó sin cesar—. No voy a permitirlo, no así.

Peter volvió a emujar, pero en lo más profundo de su ser sabía que una vez que esto iniciaba no existía ningún botón mágico que pudiera detenerlo.

—¿Qué está pasando? —la voz de Susan lo sorprendió, aunque no tuvo mucho tiempo para preocuparse por eso.

—La puerta no abre —la desesperación en la voz de su hermano la hizo parpadear confundida.

—No puedes irte —exclamó Peter—. No puedes irte todavía.

—Peter —Susan apretó su hombro en un vano intento por tranquilizarlo—, solo de esta forma él podrá volver a casa.

Pero Peter siguió negando.

—No quiero que vuelvas a casa —murmuró, viendo como el agua subía cada vez mas.

—Tú siempre serás mi casa —contestó Caspian, sin poder alejarse de aquella puerta, a pesar de que las olas chocaban con fuerza contra su cuerpo intentando alejarlo.

Un sollozo se escapó de la boca de Peter. La presencia del profesor Evans y Susan habían dejando de tener importancia.

Caspian se negaba a seguir observando la escena de la que formaba parte. No podía seguir viéndolo llorar, no podía ver sus puños sangrar mientras él no hacía nada. Porque lo sabía. Él sabía que ya no había nada por hacer.

—No lo hagas —estaba seguro de que ese ruego viniendo de los labios resecos de Peter era más doloroso que una puñalada—, te amo.

La piel de Caspian se volvió blanca cuando apretó las manos contra el vidrio, sintiendo su alma romperse en miles de pequeños cristales.

—Te amo —susurró él también, tomando la decisión final. Cerró los ojos para evitar ver cómo el corazón del amor de su vida se partía, y muy lentamente, se dió vuelta.

Un gemido de dolor abandonó los labios de Peter, a quien el abrazo de su hermana no consolaba para nada.

De forma rápida el agua cubrió la habitación por completo. Asientos, mesas y escritorios nadaban al compás del agua, que se mecía de lado a lado. Hasta que de pronto todo se calmo, y el agua comenzó a bajar.

En unos pocos segundos el profesor Evans y el joven príncipe habían desaparecido. Viajaban a un lugar al que Peter jamás podría llegar, lejos de todo lo que conocía.

Y así Caspian se fué, sin mirar atrás, pero sabiendo que nunca estaría dispuesto a volver a besar unos labios que no fueran los de Peter. Cumpliría esa promesa que nunca había dicho en voz alta, y lo amaría hasta el último día de su vida.

Peter y Caspian © (Las crónicas de Narnia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora