Capitulo 8

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Solo cuando escucharon el ruido de una puerta al volver a abrirse y de unos pasos alejándose por el pasillo Peter despegó la vista de la puerta. Seguramente había sido alguno de sus hermanos yendo al baño, pero ambos jóvenes aún sentían la adrenalina correr por sus cuerpos, casi como si alguien los hubiera visto en el peor momento.

Peter escucho la respiración agitada del príncipe y se dió cuenta de que él estaba igual. Sus cuerpos aún seguían sufriendo las consecuencias de aquel beso.

—Lo siento —susurró Peter con culpabilidad, estaba seguro de que todo había sido culpa suya, y es que se estaba aprovechando de la confusión de Caspian fuera de Narnia. Lo que él debía hacer era ayudarlo, ¡No besarlo!

Caspian nego con la cabeza, aún sin palabras. No era capaz de expresar lo que estaba sintiendo y quería gritarle que no tenía que sentirlo, por qué él no lo hacía. 

—No, Peter...

—Esta mal —lo interrumpió con la mirada fija en el suelo—. Vete.

Caspian negó y Peter comenzó a sentir como las lágrimas luchaban por escaparse de sus ojos.

—Por favor —murmuró, y en cuanto Caspian lo escucho suplicar sintió como su corazón se partía.

Al ver que no tenía la intención de salir de la habitación Peter lo tomó del brazo y lo llevo hasta la puerta donde sin esperar a que dijera nada la cerró con enojó.

Lo que había pasado estaba tan mal por tantos motivos que Peter ni siquiera sabía por dónde empezar a regañarse a si mismo, hasta que unos golpes interrumpieron sus pensamientos y cerro los ojos deseando que todo esto haya sido solo un mal sueño.

—Abre la puerta. —ordenó Caspian desde el otro lado.

Peter negó, a pesar de que el príncipe no pudiera verlo, con lágrimas escapándose de sus ojos.

Caspian quería verlo, mirarlo a los ojos y decirle que nada había sido un error, quería convencerlo de que no tenía nada de lo que arrepentirse y si Peter no abría la puerta sería capaz de quedarse allí toda la noche. Caspian golpeó la puerta y por un momento ambos tuvieron miedo de que el resto de los Pevensie los escuchara.

— Peter— lo llamó nuevamente, pero al ver que este no tenía la intención de abrir volvió a golpear la puerta, pero esta vez sin detenerse—. Estoy seguro de que Susan estará encantada de saber porque no me abres la puerta...

Antes de que pudiera terminar de hablar Peter ya se había levantado de golpe y abría la puerta con ímpetu.

Caspian sabía que había caído bajo al nombrar a Susan, pero no estaba dispuesto a esperar para verlo. Sabía que lo más probable es que cuando le abriera la puerta estaría echando humos pero aún así se arriesgo.

—No te atrevas a...

Antes de que Peter pudiera terminar de hablar Caspian lo empujó hacia dentro y cerró la puerta detrás de ellos. No estaba dispuesto a que volviera a dejarlo fuera.

—No —lo silenció—. Tú, no te atrevas.—Caspian lo había arrinconado contra la pared y estaba a escasos centímetros de él.

Peter se había comenzado a poner cada vez más nervioso, ese beso no podía repetirse, por qué si lo hacía, ya no sabría cómo obligar a su mente para dejar de pensarlo. Si Caspian lo contradecía sería demasiado débil como para negarse. Pero estaba mal. Todo lo que estaban haciendo estaba tan mal.

—Esta mal, tu lo sabes.

Las palabras de Peter lo herían, pero aún así no se dejó ver afectado por ellas.

—¿Cómo podría estar mal? ¿Quien dice que está mal, tú? — la confusión, la furia y el miedo que sentía en esos momentos lo hacían lucir débil, y se odió por ello.

Pero por un momento los dos tuvieron algo en común, sus sentimientos los volvían débiles y fue por eso que en ese momento Caspian estuvo aún más seguro de que nada de lo ocurrido había sido un error.

—Todo el mundo lo dice, Caspian. —dijo en un hilo de voz.

El joven príncipe lo negó varias veces, con las lágrimas luchando por salir del sus ojos. Pero no, el no lo permitiría, él era más fuerte que Peter, y no se permitiría llorar. Caspian tenía claro que era lo que quería, y no había nada de malo en eso.

—No, no, no, y no. No— mientras lo decía sacudía la cabeza de un lado a otro—. Tu mundo lo dice. No el mío.

Peter lo miró sorprendido. Luego del beso pensó que el príncipe iba a odiarlo, no que habría experimentado las mismas sensaciones que él.

Antes de que Peter llegará a decir algo Caspian lo tomo de la nuca y lo beso. Pero esta vez el beso no fue tierno, ni lento. Caspian le mostraba a Peter que estaba enojado ante sus palabras, mordía sus labios como si quisiera lastimarlo, y a pesar del extraño dolor que el mayor de los Pevensie estaba experimentando no quiso separarse nunca de él. Pero antes de que Peter pudiera reaccionar Caspian se separó.

—Te dejaré descansar —murmuró el príncipe apoyando su frente contra la de él—. Solo espero que mañana seas capaz de hablar conmigo sin intentar alejarme.

Cuando se separó Peter se sintió solo y de repente todo el calor que había albergado desapareció. Caspian camino hacia la puertas con fingida calma y sin mirar atrás la cerró. Recién cuando llegó a su habitación pudo hacer que su corazón dejará de latir tan fuerte al punto de hacerle doler el pecho y sin siquiera cambiarse se recostó en la cama. Una extraña sensación le recorría el cuerpo, sabía en lo que se estaba metiendo, y al principio, por poco, el miedo casi conseguía detenerlo. Pero luego de volver a besar a Peter se dió cuenta de que todo valdría la pena si al final del día podría volver a besar aquellos labios.

¿Que es lo que este mundo estaba haciendo con él? Se preguntó, no era el mismo Caspian que había llegado aqui hace algunos días, y le recorrió un escalofrío al pensar en que si está era la consecuencia de permanecer aquí tan poco tiempo, ¿que es lo que pasaría si se tardaban más de la cuenta en averiguar quién lo había llamado?

Por otro lado, Peter, no lograba mantener ni un solo pensamiento dónde los labios de Caspian no se interpusieran. No quería imaginar lo que los demás dirían de sus sentimientos, y sus hermanos lo odiarian por semejante atrevimiento. Eso es lo que Caspian no entendía, allí en Narnia él era un príncipe, donde nadie lo cuestionaba ni lo contradecía, todo lo contrario de aquí, dónde nadie nunca podría saber lo que pasaba entre ellos. Si es que pasaba algo, claro.

Esa noche no pudo dormir. Era la segunda noche consecutiva dónde al cerrar los ojos todo lo que veía era a Caspian, y eso lo puso de mal humor, porque lo que menos quería ver en ese momento era al príncipe que se había robado todos sus pensamientos.

A la mañana siguiente las cosas no habían mejorado mucho, y la tensión, que para Susan, Edmund y Lucy pasaba desapercibida, a Peter y Caspian los estaba matando. Era sábado, lo que significa que no tendría que compartir tiempo con Caspian a menos que así él lo quisiera. Cosa que él no quería.

El desayuno se había vuelto interminable, sobre todo tratando de ignorar al príncipe quien parecía no poder esperar para hablar con él.

—¿Les parece salir a caminar por el parque? —habia preguntado Susan mientras juntaban las tazas con rastros de té.

A todos les había parecido una exelente idea, excepto a Peter, quién no podía esperar a que se vayan para poder estar un rato solo. Aunque en el fondo sabía que de nada serviría, y que solo conseguiría pensar más en lo sucedido la noche anterior.

—¿Por qué no vendrás? —preguntó Caspian al oírlo negarse.

—Me gustaría adelantar algunos trabajos que el señor Evans nos dejó la semana pasada —contestó rascándose la nuca y mirando al suelo.

Al principio había sido una simple excusa, pero luego de pensarlo mejor, no era mala idea. Lograría distraerse y no tendría que preocuparse durante el resto de la semana en los deberes. Aunque por alguna razón sospechaba que esa sería la menor de sus preocupaciones...

Peter y Caspian © (Las crónicas de Narnia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora