Prólogo - La Escapada

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Muy buenas, lectores. Me presento con mi primer historia larga de The Legend of Zelda. Cómo saben, suelo escribir cosas muy cortas, pero ahora me he animado a traer una serie de varios capítulos, un experimento más que nada, ya que quisiera salir un poco de mi zona de confort de one-shots y ver si puedo brindarles al menos una serie que raye en lo decente.

Esta historia se fijará más en drama y aspectos emocionales y/o personales de los personajes. Así Ganon, la Espada Maestra y leyendas que todos conocemos se limitarán a formar parte de la historia, literatura y cultura del mundo en el que se desarrolla este fanfic. Se establece en la época de Breath of the wild, pero con referencias a juegos anteriores, y también a Tears of the Kingdom.

Habrá otras cosas como violencia, presencia de  problemas emocionales (o mejor dicho, mentales) y claro, contenido sexual explícito.

Espero les guste y que disfruten de esta historia que hago con mi inmenso amor y pasión a una saga que vive en mi corazón desde hace más de 15 años.

No tendrá una publicación de forma fija, puede que mañana suba el siguiente capítulo, o que en dos semanas lo haga. No dispongo de mucho tiempo, pero procuraré no tardar en subir la continuación, lo único que pido es mucha paciencia.

Sin más que decir, los dejo leyendo el prólogo.

...

El manto frívolo de color azul y negro de los cielos cobijaba la quieta y muda Ciudadela, de la cuál su gente yacía durmiendo... a excepción de un grupo de soldados conformado de hombres y mujeres, quiénes iban acompañados de sus corceles, que estaban acomodados en filas. Éstos se encontraban colocando sus pertenencias en las bolsas que sus corceles cargaban en los costados de sus lomos.

En medio de la madrugada, el grupo de caballeros se preparaba para iniciar un viaje que se les había encomendado hacer. Tenían que partir temprano para poder llegar a buena hora a su destino y por esto mismo, arreglaban sus cosas con antelación desde muy tempranas horas del día.

Uno de los caballos iba con una amplia carreta con cubierta llena de provisiones a sus espaldas. Un muchacho no mayor de 30 años se encargaba de que todo estuviese en su lugar y nada hiciera falta.

-Bien, todo está listo. Ya es hora de partir. -dijo el chico y cerró la cortina de la carreta. -El trayecto hacia la Fortaleza de Akkala será largo. Lo bueno es que hace rato cenamos todos, así que esto no va abrirse hasta el día de mañana.

Después de varios segundos de silencio, las cosas que estaban bien ordenadas casi de forma inmaculada, se sacudieron y se derrumbaron, dejando ver una delgada silueta que inhalaba y exhalaba profundo, por el poco aire que propiciaba el estar por debajo de un montón de mantas, cajas y otros objetos más.

-¡Uff! No tendría la necesidad de hacer esto si no se me hubiera prohibido aprender a montar a caballo... pero bueno, no había otra opción. -suspiró una voz femenina. La dueña de esta vestía una capucha negra que cubría su ser por completo. Luego buscó su saco de color crema, ya que no quería que se resolviera entre el resto de las cosas. Se aseguró de que no se le haya salido algún alimento, prenda, cobija, medicamentos y otras cosas de su bolsa.

Una ligera sacudida causada por el jinete, que iba subiendo al caballo del carruaje, indicó a la chica que ya iban a partir. Se acomodó de nuevo y bajó la capucha de su cara, revelando así su verdadera identidad.

Su físico se caracterizaba por una piel era blanca como las sábanas que cubrían los congelantes terrenos de la región de Hebra. Poseía una dorada, sedosa y hermosa melena corta que le llegaba a la nuca, de la cual se notaba que estaba recién cortada de forma inexperta, por las longitudes desiguales de sus mechones. No obstante, se veía bastante bien, hasta se le podía disimular el mal corte. Además, sus grandes y místicos orbes esmeraldas, dignas joyas que parecían creaciones hechas por la mano de la diosa de la vida, Farore, opacaban cualquier defecto que tuviese en su apariencia.

En busca de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora