Capítulo 16: Valentía

50 4 2
                                    

Zelda estaba dormida. Yacía teniendo un sueño muy particular, en el que ella no estaba presente físicamente en el castillo, pero miraba de lejos una escena que se le hizo muy familiar.

///

Una pequeña rubia caminaba por los alfombras que cubrían los solitarios pasillos del castillo. Esta iba con una cara de felicidad hacia su madre para mostrarle lo que había aprendido en su clase de historia con su institutriz. Llegó a la puerta de la habitación de sus papás, pero las fuertes voces le impidieron tocar. Se quedó ahí a escuchar lo poco que podía percibir con claridad.

—¿Cómo te atreves a poner en riesgo a nuestra hija? ¿Qué no eres consciente del peligro que corre estando en ese lugar que está nada de hacerse trizas?

—Por las diosas, Roham. Tienes a Zelda encerrada en estas 4 asfixiantes paredes. Ella ya ha expresado que quiere dedicarse a lo mismo que yo. Y ambos sabemos que tiene una inteligencia superior a los niños de su edad, así que sabe lo que está diciendo. -dijo la madre de Zelda molesta.

— No pienses que voy a permitir que te la lleves a ningún lado en el que su vida se exponga a algún daño irreparable. 

Rhoam

—¡Aquí termina está discusión! Tengo cosas que hacer. -Zelda se fue a esconder detrás de una cortina y el señor salió furioso del lugar. Cuando ya no había nadie, Zelda se volvió a asomar por la puerta.

—No dejaré que aleje a mi niña de sus sueños. -La mujer buscó un papel y una pluma y rápido se sentó en su escritorio.

—¡Mamá! -dijo la Zelda adulta, pero se tropezó y todo en su alrededor cambió drásticamente. Ahora ella estaba en el Palacio Gerudo. Estaba justo en un momento muy amargo que solía reprimir en su memoria por lo doloroso que era.

La misma Zelda de niña estaba con Adine, rogándole de rodillas en el suelo que dejara ver a su madre ya que había oído que había pasado algo terrible en las ruinas.

—Señora por favor, ¡lléveme con mi mamá! 

—Lo siento, pero la matriarca Urbosa me dió órdenes de no dejar entrar a nadie más, es muy peligroso.

La Zelda del presente estuvo a punto de salir de su escondite pero despertó abruptamente, acabando con esa pesadilla. Respiró agitada y hasta estaba sudando. 

—Que horrible sueño…

Se había quedado dormida, eran las 9 de la mañana. Rendou ya había partido a las ruinas desde las 6. El ruido del timbre de la puerta la sacó de su trance y se vistió.

—¡Ya voy!

Se llevó una gran sorpresa al ver que era nada más y nada menos que la matriarca Gerudo.

—¡Matriarca Riju! - hizo una reverencia. —Perdón por esta presentación, es que, me quedé dormida y…

—No te preocupes -Riju habló comprensiva. —Puedes hablarme con informalidad. Vine aquí para hablar con ustedes. Aunque veo que el señor Drepett no está.

Zelda no sabía qué cara poner. Le dejó entrar y ambas se sentaron en la sala. Le ofreció un té y ella aceptó. 

—Cuando hablamos sobre la antigua directora, mi mano derecha, Adine, me dijo que ella había dejado un mensaje para su hija.  Claramente nunca he visto su contenido, pero tengo la sospecha de que se trata sobre el permiso o herencia del proyecto que dejó a su hija.

En busca de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora