En busca de la calma

Capítulo 17: Efecto mariposa

Zelda, como siempre, continuaba trabajando desde el estudio. Aunque aparentaba estar muy concentrada, la verdad es que en su cabeza solo podía pensar en alguien, en aquel caballero que había tomado su corazón. Ella había disimulado que no le dolía en absoluto la separación, pero por dentro se moría por haber sido así. Sé sintió hipócrita en cierto modo.

La puerta sonó. Zelda fue a recibir correspondencia, pensando que era para Rendou, pero se llevó una gran sorpresa al ver que era para ella.

Abrió el sobre sin pensarlo y su semblante triste se convirtió en uno radiante, la sonrisa no le cabía en la cara.

—¡Link!

Se apresuró a leerlo en su escritorio. Sus expresiones faciales denotaban lo que estaba leyendo.

—..."Estoy pasando por varios cambios en mi vida que fueron abruptamente ocurriendo, sin aviso, sin precaución. Lo primero fue el que mi abuelo Ezlo ha empezado a mostrar síntomas de demencia, algo para lo que Aryll y yo no habíamos estado preparados. Fue una dura noticia. El tratamiento salía muy caro, así que tomé la decisión de unirme a la Armada de la Guardia Real de Hyrule, donde me podrían dar algunos beneficios y prestaciones que le vendrían excelente a mi familia. Mi abuelo, aunque tiene sus momentos en los que se muestra confuso, sigue siendo una persona funcional, aún así requiere un poco de ayuda. Con los tratamientos que le damos, esperamos que la demencia no evolucione rápido y que tenga una buena calidad de vida.

La vida como miembro de la Guardia ha sido una experiencia con sus altas y bajas. Me mantengo aquí en Hyrule la mayor parte del tiempo , además de que mis entrenamientos son más exigentes, pero la paga compensa todo eso. Mahiro también se unió por cierto, aunque no entiendo bien por qué. Al menos no estoy solo en mi nuevo trabajo.

Y sobre lo nuestro... entiendo por qué no nos permitimos tiempo para procesarlo. Creo que ambos estamos muy centrados en nuestras metas, que ni nos molestamos en llegar a acuerdos. Digo esto porque no hay ningún día en el que no pienso en ti. Honestamente me está matando cada momento, cada segundo en el que no veo tu presencia aquí, a mí lado, no teniendo la oportunidad de tocarte, besarte y amarte. Pero, si demostrar mi amor verdadero hacia ti implica dejarte ir a cumplir tus sueños, entonces es un precio que estoy dispuesto a pagar.

Si no me quieres escribir de regreso yo lo entenderé. Pero, no voy a ocultar el hecho de que me muero por leer al menos algo de tu puño y letra, que tenga tu adictivo aroma a princesa de la calma, que anhelo con locura que quede impregnado en mi ser como alguna vez lo estuvo. Pero más quiero tener a la vista tus palabras, las confesiones de tu corazón, aún si no son pronunciadas por tu melodiosa voz.

Espero de todo corazón que estés bien y estés prosperando en tu vida como investigadora.

Te quiere, tu caballero Link."

A Zelda no le cabía la emoción de lo que habían visto sus ojos. La verdad ella extrañaba a Link con desdén, aunque había decidido ocultar su tristeza con su trabajo. De inmediato se acordó de su propia carta. Corrió a tomarla, ya la había metido en un sobre, estaba lista para enviarla. No dudó dos veces y fue a llevarla a la oficina de correos del pueblo Gerudo.

...

Link, quién iba saliendo de su pequeña casa de la zona residencial de los guardias, se encontró al cartero y le dió una carta... que era de Zelda.

Quería detenerse a leerla, pero mejor se la guardó para verla en un momento de privacidad y calma. El solo ver que su amada había respondido le había brindado una felicidad. Incluso en su cara se dibujó una enorme sonrisa.

El muchacho tenía el día libre así que aprovechó para ir a visitar a unas dos personas que desde hace mucho no veía por su trabajo. En su nueva estancia, podía aprovechar a ir al cementerio de los guardias y caballeros, que se ubicaba dentro de los territorios del castillo y se reservaba a los militares como a los familiares de los mismos.