Capítulo 12.5: Enredos (parte dos)

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¡Hola chicos! Espero que hayan tenido felices fiestas y hayan disfrutado con su familia y amigos de las festividades.2023 no fue mi año en muchos aspectos, no digo que no hayan pasado cosas positivas pero de negativas o difíciles puedo decir que fueron más, pero aún así trato de seguir adelante. Una de esas cosas positivas fue continuar con esta serie, agradezco mucho a cada uno de ustedes que me lee y comenta, eso me motiva a seguir escribiendo.

Yo ya estoy por regresar a la universidad, me estreso de solo pensarlo pero luego pienso que ya cada vez falta poco para que termine. Les traigo un nuevo capítulo antes de regresar a mi pesada rutina, no quisiera dejarlos otros seis meses sin capítulo. Espero lo disfruten.

...

Link se acercó a Zelda pero ella no dijo nada. Sonrió de forma neutra y le dio su trago.

—Oye, ¿Y si brindamos?

—¿Ahora? Pero la próxima pieza está a punto de empezar. -dijo Link confuso.

Zelda quería deshacerse de la imagen mental que tenía grabada de Link y Riihna. Pensó que el alcohol le ayudaría a recuperar la actitud para bailar con su amado esa noche.

—Solo hagámoslo. -Zelda alzó su copa y Link le copió. —¡Un brindis por nosotros! -bebió de una vez todo el vino y suspiró. —Tomate tu copa, ¿qué esperas?

El joven, sin querer estropear el momento, obedeció sin queja alguna. Por un trago hondo no se iba a embriagar, era normal que tuviera alta tolerancia al mismo (como soldado, caer rendido por un trago no era lo aceptable, lo mejor es resistir bastante al efecto del alcohol). Pero el no sabía de cuánta tolerancia tenía Zelda. Puede que con ese trago ella tenga suficiente, pero de todas formas estaría pendiente de su estado.

La música volvió a sonar y Zelda llevó a Link a la pista de baile con prisas. Estaba muy animada, aquella chica tan seria de hace unos segundos había desaparecido. No dejaba de mirar con cariño a esos ojos azules que la hipnotizaban, que brillaban más que las múltiples joyas que alguna vez había vestido durante su vida de noble.

—¿A quién de tus padres le heredaste tu rostro tan perfecto? -ella tocó su rostro, le habló de forma risueña. —

—Eres bastante vulnerable al alcohol. -dijo Link observando sus mejillas sonrosadas.

—Y tú eres débil a esto. -Se pegó de forma abrupta a su cuerpo para estremecer a Link. Sus dedos acariciaban sutilmente la parte descubierta de su cuello y fue bajando seductoramente hasta su hombro.

—Z-Zelda... -El caballero respiró hondo, el exquisito y seductor tacto de su pareja no ayudaba. —Nos están viendo.

—Lo sé. -Zelda vió de reojo a Riihna, que era espectadora de esa escena . Le había regresado su sucia jugada, o eso era lo que pensaba. —Intenta resistir todo lo que puedas, que no pienso detenerme.

La joven acarició el rostro del paladín de nuevo pero sin pronunciar ninguna palabra. Simplemente se dejó llevar por el momento, estar en sus brazos le daba una sensación cálida que le era satisfactoria. Su corazón latía rápido de solo admirar sus rebeldes cabellos sacudirse al son de la música, de ver su piel tostada como brillaba con las luces del lugar y del tentador aroma varonil que emanaba del perfume de campanas mudas que había adquirido hace unos días.

Link por su lado, aunque ya notaba que su pareja empezaba a reflejar los efectos del alcohol, no dejaba de pensar en lo linda y hermosa que se veía esa noche. Su vestido azul de hombros descubiertos que se pegaba a su cuerpo y terminaba en una larga falda la hacían ver como una verdadera princesa. Y claro, ocultaba sus ganas de arrebatarselo por los íntimos roces que le propiciaba en ese instante.

En busca de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora