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Este capítulo tiene contenido +18. Tranquilxs, no voy a empezar a hablar como un anuncio de consumo responsable y de leer bajo vuestra responsabilidad. Pero si este tipo de escenas te incomodan o no te gustan,  deja de leerlas para poder disfrutar del resto de la historia :)

Gracias por todo, nos vemos muy pronto...¡Sois lxs mejorxs!

Los primeros indicios del amanecer empezaron a colarse por la ventana. Miré el reloj, que marcaba las seis de la mañana. Dentro de una hora., tendríamos que levantaros, pero en mi caso, tenía que hacerlo de inmediato porque estaba en la habitación equivocada. Su respiración era suave. Notaba la leve sensación de aire en mi mejilla. Un enorme brazo rodeaba mi cintura, como si me fuese a escapar en cualquier momento.

Con cuidado, me di la vuelta para no despertarlo. Estuve contemplándolo durante unos segundos, acariciándolo con la mirada. Luca dormía plácidamente a mi lado, me encantaba verlo así, tan relajado y ajeno al caos que sucedía a nuestro alrededor.

Anoche me desperté en mitad de la noche con una sensación fría, pensé que tenía algo de fiebre incluso. Estuve dando vueltas en la cama durante minutos, hasta que no pude más, me levanté y con cuidado fui hasta su habitación. Llamé con suavidad un par de veces y me abrió Devon. No dijo nada, pero sonrió levemente y depositó un beso en mi frente.

El día de ayer me había dejado agotaba por tantas razones que fui incapaz de analizarlas todas una a una. Volver a ver al Inspector fue como retroceder nueve años. Los policías que rodeaban Milton, las miradas, los murmuró. Y creo que la razón que me hizo ir a Luca fue la seguridad de sus brazos. No tardé en dormirme apenas unos minutos, y pese a la oscuridad que nos rodeaba, no sentía miedo. Ya no lo tenía.

Y no iba a pasar un día más sin decírselo. Quería estar a su lado, pese haberlo sabido siempre que mi lugar era el suyo, ahora podría ser así.

—Luca—lo llamé suavemente, recorriendo su labio inferior con mi dedo—. Tengo que volver a mi habitación.

Si se enteran de que no estoy ahí, estoy jodida. Y más ahora. Teníamos a policías repartidos por todo el internado,  vigilándonos las veinticuatro horas. Nos habían quitado los teléfonos, los portátiles y todo tipo de comunicación. Nuestras habitaciones eran revisadas cada mañana y tarde. 

Abrió los ojos con cuidado. Me miró durante unos segundos y me acercó más a él, arropándome entre sus brazos. Me hubiese quedado así durante días, obviando la realidad.

—Te acompaño—tenía la voz ronca por el sueño—. Dios, estás preciosa hasta recién levantada.

Le miré, divertida. Estaba segura de que tenía ojeras, y estaba más pálida de lo normal. Aun así, me incliné para darle un suave beso en los labios que se alargó más de la cuenta.

Finalmente, Nos levantamos, y con cuidado de no despertar al resto, salimos de la habitación. Nos habían situado en el mismo pasillo, por lo que su habitación y la mía quedaban de frente.

Antes de entrar, nos miramos durante unos largos segundos, en los que solo reinaba el silencio. Le abracé de nuevo.

En cuanto entré por la puerta, vi que el resto seguía durmiendo tranquilamente. Excepto Grace, que estaba tapada con una manta, dibujando el amanecer que entraba por la ventana. En cuanto cerré la puerta, se dio la vuelta, aunque no pareció sorprendida y sonrió.

Me acerqué a ella y me senté a su lado, mirando el precioso conjunto de colores del cielo.

—¿A que no parece real? —susurró sin dejar de mover el pincel por la hoja.

El hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora