JANE
28.3949° N 84.124° E
Contuve el aire, contemplando la belleza de ese lugar. Tenía la sensación, de que si me movía, iba a desaparecer o podía romper el aura que lo rodeaba. Me quedé quieta unos segundos, asimilando las montañas cubiertas de nieve de nuestro primer destino.
Sonreí. Jamás pensé que un sitio podría ser de una persona, hasta que pisé las calles de Nepal, y pude sentir la presencia de Lisa a mi lado. Pensar en ella me dolía, siempre lo haría, pero estaba dispuesta a equilibrarlo con otros momentos más felices.
En el aeropuerto, una hora antes de coger el primer vuelo, Alice descubrió que en el diario de Lisa había páginas dedicadas a nosotras. Recuerdos de como iba a ser la vida a partir de ahora sin ser siquiera ella consciente.
«Jane es valiente, pero también tiene miedo. A veces tengo la sensación de que quiere gritar, pero nunca lo hace. Espero que algún día, cuando salgamos de aquí, podamos tener la adrenalina suficiente como para hacerlo sin importar nada más a nuestro alrededor».
Apreté con fuerza el trineo. En ese instante, unas manos rodearon las mías. A través de los guantes sentí su calor.
—¿Preparada?
Asentí. Nos inclinamos para delante. No podía ver nada, tan solo como empezamos a deslizarnos por toda velocidad por aquella colina de nieve.
Grité. No dejé de hacerlo, con una sonrisa, con lágrimas en los ojos. Por Lisa.
Sentí la adrenalina de la que ella hablaba, tan equivalente a la libertad que sentía en ese instante. No frenamos, tan solo dejamos que el camino siguiera su curso, y ambos nos deslizamos juntos por toda la nieve hasta que acabé encima de él.
Me perdí de nuevo en la mirada verdosa de Devon Reed. Era cierto que era una cabezota, siempre lo había sido.
Pero gracias a Dios, Devon Reed lo era aún más.
—Te quiero, Jane.
Aquellas palabras me provocaron la misma sensación que tenía hace unos segundos: Adrenalina pura.
Recordé las palabras de Lisa. Tenía miedo, pero a veces tenerlo es lo que nos recuerda que estamos vivimos.
Era tan simple como eso.
—Te quiero, Devon.
Eliminé los milímetros que nos separan y uní mis labios con los suyos.
SUE
18.7904° N 98.9847° E
El clic de la cámara sonó de nuevo. Esta vez había conseguido capturar una foto de todos juntos sin que ninguno se moviese.
Después de varios intentos, habíamos conseguido llegar a Chiang Mai, donde iba a celebrarse el Festival de las Linternas. Lisa nos había hablado de ello alguna vez, también habíamos visto alguna foto en Internet, pero nada podía compararse a la belleza de este sitio.
Todo estaba lleno de luz, de color. Miré la foto de nuevo, añorando las ausencias. Una pequeña lágrima se deslizó por mi mejilla. No la quité, porque nos habíamos prometido, que en este viaje, no seriamos fuertes. Dejaríamos que el dolor saliese para poder sanar al completo.
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El hilo rojo
RomanceAVISO: EL HILO ROJO NO TIENE POLIAMOR Tras el asesinato de sus padres, Alice Trent es internada en el prestigioso internado Milton, donde las mentiras y secretos se esconden entre sus paredes. ¿Hasta donde estarías dispuesto a llegar por descubri...