Capítulo 5

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Lila 

Tensión.

La tensión se podía palpar el aire.

O al menos así lo percibía yo.

Éramos dos bombas de relojería en el interior de aquel coche de alta gama que podríamos hacer explotar solo con la dichosa tensión sexual que nos envolvía.

Porque sí, he dicho que había tensión... pero no de que tipo.

No quería pensar en el ataque de locura que había tenido al besar a ... ¡joder! ...¡Había pesado al puñetero Alex!

Es cierto que me fue imposible disimular aquel sentimiento tan... ¿raro? Sí llamémoslo raro, que había recorrido mi cuerpo cuando mis ojos se fundieron son los suyos. Fue diferente y definitivamente muy.. muy... raro.

Mierda. Yo era la primera que podía admitir que Alex estaba tremendamente bueno y que el paso del tiempo solo hacía mejorarlo, como los vinos, quizás incluso llegaba a comprender la interminable lista de amores pasajeros que habían podido pasar por su cama ya que debía ser un polvo memorable de recordar. Pero.. y aquí reside lo más importante, él siempre seguiría siendo un capullo integral.

Un capullo integral al que ahora quizás iba a follarme.

Vale, ese quizás solo era para intentar sonar interesante.

Borremos el quizás, voy a follarmelo y punto.

Desvié la mirada hacía mi acompañante, observando su perfil y como las comisuras de su boca comenzaban a elevarse hacía arriba. Esa sonrisa era demasiado atractiva para ser legal. Mordí mi labio inferior mientras apretaba los muslos por puro impulso.

Sí solo una sonrisa me ponía así... no quería ni pensar en cuando sus manos se pasearan con destreza por mi cuerpo.

Mis hormonas se encontraban tan elevadas que sentí que me faltaba hasta el aire.

Giré el rostro bruscamente hacía el otro lado y mantuve la mirada fija en la ciudad que se difuminaba a nuestro alrededor. El bullicio de Nueva York siempre sería algo insuperable para cualquier otra ciudad y al contrario que a otras personas a mi sí me gustaba dejarme llevar por ese amasijo de personas.

Comencé a jugar distraídamente con la parte superior de mi blusa, recorriendo vagamente la superficie lisa de aquella prenda. A mitad de camino su mano se encontraba sobre la mía, haciendo que dejara de juguetear con mi ropa. Tocó con delicadeza mis dedos, siguiendo hacía mi muñeca y apartando posteriormente su mano de mí.

Fruncí el ceño e incliné la cabeza hacía él.

-¿Qué?

-Quieres que tengamos un accidente – afirmó como si fuese lo más obvio de todo -.

Accidente es lo que estamos apunto de cometer, quise decirle pero me mordí la lengua y por el contrarió pregunté.

-¿Yo? ¿Me viste cara de psicópata? - puse los ojos en blanco -.

-¿La verdad? - soltó una risita – desde que te vi supe que acabarías conmigo.

-¿En el sentido.....? - dejé la pregunta en el aire -.

El me miró una sola vez antes de volver a sonreír y fijar sus ojos en la carretera.

-En todos los sentidos, Bell – murmuró -.

Mi corazón que no estaba acostumbrado a aquellos cortocircuitos tan repentinos, dio un vuelco en mi interior logrando que mi piel por otro lado se ruborizada.

TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora