Capítulo 6

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Alex

Una nota.

Una maldita nota

Una maldita e insignificante nota.

Una maldita e insignificante nota, escrita con caligrafía perfecta y estilizada, fue lo que esa loca tirana había dejado sobre mi mesita de noche antes de largarse a hurtadillas como si fuese un ladrón.

¿Estaba cabreado?

No.

Más bien me sentía un poco frustrado.

Sabía de sobra que debía ignorar aquella tontería. Solo había sido una noche. Una noche sobre la que pensaría semanalmente a la hora de masturbarme, eso sí, porque vaya locura intensa que fue estar enterrado en el interior del coño de Lila.

Joder.

Me pellizqué el puente de la nariz mientras el ascensor subía hasta uno de los últimos pisos del edificio. Necesitaba estar en mi despacho y enfrascarme en tanto papeleo como me fuese posible para no tener en mi cabeza las innumerables imágenes de esa noche.

No podía creer lo mucho que hacía que no disfrutaba de esa manera al echar un polvo.

La palabra increíble no se podía acercar ni de lejos a lo satisfecho y placentero que fue ver como Lila ponía los ojos en blanco y ronroneaba al llegar al orgasmo. Esa chica no tenía ni idea de lo preciosa...¡Espera! ¿preciosa?

Alcé la cabeza hacía arriba y la deje apoyada a un lado de la pared de aquel ascensor.

Me sentía tan ridículo al pensar en ella.

Hacía mucho tiempo que alguien no se me metía tanto en la cabeza. Suspiré. Si después de todo tenía que soportar que esa niñata con un sentido del heroísmo innato, me descolocara la cabeza durante unos días... no sabía que más esperar de mi vida.

Y lo más gracioso fue lo que escribió en la nota...

"No estuviste tan mal"

Solté una carcajada.

¿Qué no estuve tan mal? ¡Estuve fantástico, como siempre!

Así de simple con cuatro palabras me amargó durante todo el puto fin de semana.

Ni un numero de teléfono o una despedida en condiciones.

¿Qué se creía esa niña?

Cuando el ascensor llegó a mi piso salí de él con paso apresurado. El pasillo decorado con distintas fotografías sobre nuestras más celebres noticias, me recibió inmaculado como siempre.

Ruth estaba sentada detrás de su mesa bebiendo pequeños sorbos de su café al mismo tiempo que Lucas, sentado a un lado de la mesa, gesticulaba contándole algún chisme que circulara por la empresa.

Oh cierto, no lo dije. Lucas es un cotilla de primer nivel.

Siempre he pensado que ese aspecto de niño bueno es lo que hace que todos confíen rápidamente en él y se sientan libres de abrirse emocionalmente. Puse los ojos en blanco. Lo que no saben es que mientras ellos vuelcan sus pensamientos en Lucas, este esta mentalmente memorizándolo todo para contárselo con todo lujo de detalles a Ruth. A ese par no se les escapa nada.

-¿Te has enterado que Jorge, el de recursos humanos, esta saliendo con esa chica nueva de la cafetería? - le comentaba mi amigo como si tal cosa -.

Vaya, la primicia del día.

-Esa chica es un encanto, prepara un café de muerte – respondió Ruth levantando su taza para confirmar sus palabras -.

-Pero lo mejor de todo es que ella... - le di una palmada en la espalda a Lucas antes de que siguiese-.

TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora