"Amar es complicado, pero lo es más cuando el corazón de uno de los involucrados, se encuentra demasiado lastimado y no está dispuesto a sanar para empezar desde cero"
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Estar en una sala de hospital sin la mínima certeza de lo que pueda llegarle a pasar a alguien, puede ser sin lugar a dudas lo peor que cualquier persona podría estar atravesando. Sentir tanta confusión y dolor al mismo tiempo, solo puede corroer el corazón de aquella persona que se siente sumamente preocupada por un ser querido o conocido.
Algo que no era para nada ajeno para Mauro, quien hacía todo lo posible para no ponerse a llorar ante lo que ocurría, tanto que al llegar al hospital junto con Matías y las personas que habían llegado a su casa para auxiliar al primero, llamó rápidamente a Paulo.
Para ver si podía ir a dónde se encontraba, porque sinceramente necesitaba de demasiada ayuda, al sentirse sumamente asustado por lo que me hubiera ocurrido al morocho, quien había permanecido inconsciente todo este tiempo y que de paso no sabía nada de su estado hasta el momento.
Algo que solo hacía que su desesperación aumentará demasiado, al igual que sus ganas de llorar y querer asesinar con sus propias manos a todo aquel que le había hecho daño a Matías...
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— Mau, Mau, despierta. — una voz más que familiar llama a Monzón, quien había terminado por quedarse dormido en una de las incómodas sillas que habían por la sala. — Hola Mau. — Paulo saluda a Monzón, quien no tarda mucho tiempo en abrazarlo. — Shhh, ya todo está bien, él está bien — comenta, consolando al ojiverde que no puede hacer más que sollozar entre sus brazos.
— Intentamos venir lo más antes posible, pero nos tardamos un poco más de lo esperado, así que lo siento mucho. — Lombardo excusa el motivo por el cual se habían tardado mucho más de la cuenta en llegar al hospital.
— No, no, está bien, así que no se preocupen. — Mauro responde en medio de unos lloriqueos, mientras se retiraba un par de lágrimas que caían por sus mejillas. — Solo me basta con que estén aquí conmigo. — informa, dedicándole una pequeña sonrisa a los contrarios, una vez que se separó de entre los brazos del rubio.
— ¿Pero qué fue lo que pasó? — este último pregunta, una vez que ve al otro más tranquilo para hablar.
— Sinceramente no lo sé y los doctores no me dicen nada al respecto. — se queja molesto, jugando de manera nerviosa con sus manos. — Siento que me muero con cada minuto que pasa y no sé nada de él. — confiesa, no soportando nuevamente el llanto, pero hace todo lo posible para llorar en silencio.
