3.- MORIA

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La luz gris menguaba otra vez rápidamente, cuando se detuvieron a pasar la noche. Estaban muy cansados. La oscuridad creciente velaba las montañas y el aire era frío. Gandalf le dio a cada uno un trago más del miruvor de Rivendel. Encendieron un fuego y se sirvieron una cena que les supo a gloria. Idril se sonreía al ver a los hobbits comer con tanto ímpetu, le parecía increíble que unos seres tan pequeños pudieran comer tanto.

Al día siguiente partieron hacia la puerta escondida de Moria. Gimli caminaba ahora delante junto al mago e Idril, ansioso por llegar.

"Idril tú has tenido siempre muy buena relación con los enanos, ¿no?" Dijo Gandalf.

Gimli se sorprendió ante este hecho.

"Solo tuve un pequeño contacto con ellos en Rivendel, con la compañía de Thorin, pero tengo que decir que me trataron muy bien." Repuso Idril

"¡Entonces conociste a mi primo Balin!" Exclamó Gimli. "Nos dará una bienvenida de reyes."

"Seguro que sí, Gimli." Dijo Idril con una sonrisa.

Gimli le dio un codazo a Idril para que se agachara. "No te fíes de ese elfo, los elfos no son de fiar."

Idril se quedó perpleja y Gandalf seguía andado haciendo oídos sordos.

"Gimli... ¿Sabes que yo también soy una elfa?"

Gimli se quedó pensativo un minuto, tocándose la barba con una mano en silencio.

"Bueno, ¡pero es diferente!" bufó mientras se adelantaba andando rápido para huir de la conversación ante una Idril que se reía por lo bajo.

"Interesante razonamiento el de los enanos" dijo Gandalf riéndose también.

Todos estaban cansados y tenían los pies doloridos, pero siguieron por aquella senda. Luego de un breve descanso y una rápida comida, continuaron la marcha. Hasta que al anochecer llegaron a un enorme pantano oscuro y tranquilo.

"He ahí las Murallas de Moria" dijo Gandalf apuntando a través del agua. "Pero esta vía está cerrada. Nadie en la Compañía, me parece, querría nadar en estas aguas tenebrosas a la caída de la noche. Tienen un aspecto malsano."

Rodearon la orilla, llegando al otro lado, frente a ellos se levantaba una enorme pared lisa. "Yo no veo ninguna puerta." dijo Idril tocando con sus dedos la fría piedra.

"Cerradas las puertas de los enanos son invisibles." Contestó Gimli chocando su hacha.

"Cierto, Gimli." dijo Gandalf. "Ni sus artífices son capaces de encontrarlas si sus secretos caen en el olvido."

"¿Por qué no me sorprende?" dijo Légolas con superioridad. Idril le dio un sutil codazo al elfo como regañina por el comentario.

"Ahora veamos... Ithildin... "dijo Gandalf tocando la pared con las manos. "Sólo refleja la luz de las estrellas y de la Luna." De pronto las nubes se disiparon, dejando una Luna llena brillando en el cielo. En la piedra se comenzaron a dibujar palabras en élfico y el marco de una puerta decorada ante la mirada atónita de la compañia.

"Se lee," continuó Gandalf. "he aquí las puertas de Durin, señor de Moria. Habla amigo y entra."

"¿Qué significa eso?" preguntó Merry.

"Significa que si eres amigo de una contraseña las puertas se abrirán." dijo Gandalf. "¡Annon Edhellen, edro hip ammen!" dijo alto y claro mientras colocaba su bastón en la puerta; pasados unos segundos no pasó nada. "¡Fennas Nogothrim, laston beth larmen!"

"No se mueve" dijo Pippin, haciendo que todos lo miraran.

"Hubo un tiempo en el que conocía cada fórmula en todas las lenguas de elfos, hombres y orcos." Dijo el mago, molesto por no recordar las palabras.

AEGLOS - UN FANFIC DE LEGOLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora