7.- LA CAÍDA DE GONDOR

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Llevaron los botes a las costas de Amon Hen, donde se debía tomar la última decisión. Ahora no podían continuar sin elegir qué camino tomar, si ir a Minas Tirith como Boromir deseaba, o ir directamente a Mordor desde Emyn Muil y las Puertas Negras.

Detuvieron sus botes en las verdes orillas y, junto a ellos, establecieron su campamento. Descansaron y comieron algo hasta que Aragorn los reunió a todos.

"El día ha llegado" Dijo Aragorn dirigiéndose a la comunidad. "El día de elegir qué camino tomar. ¿Iremos a Minas Tirith como quiere Boromir, o iremos al oeste, hacia el miedo y la sombra? Lo que decidamos tiene que ser ya, no podemos estar aquí mucho tiempo. Los orcos están en la otra orilla."

Hubo un largo silencio en el que nadie habló.

"Bueno Frodo" Dijo finalmente Idril. "Temo que la responsabilidad cae sobre tus hombros. Eres el portador elegido por el Concilio. Es tu propio camino y sólo tú decides."

Frodo no habló de inmediato, se quedó pensativo mirando al suelo. "Sé que el tiempo apremia, pero no es una decisión fácil. Necesito tiempo, dadme una hora. Necesito estar solo." Dijo el mediano con la mirada perdida en las hojas secas que se arremolinaban en el suelo.

"Está bien Frodo, tendrás una hora y estarás solo. Pero no te alejes mucho, este no es un lugar seguro." Dijo Aragorn.

Frodo se incorporó lentamente, sacuendiéndose la suciedad de la ropa, y se alejó. Idril vió que mientras los otros se dominaban y evitaban mirarlo, los ojos de Boromir seguían a Frodo, hasta que se perdió entre los árboles al pie del Amon Hen. Los hobbits encendieron un fuego junto a Gimli y Aragorn se relajó fumando su pipa.

"Voy a ir a patrullar por aquí cerca, aquí hay algo que no está bien." Dijo Idril, levantándose del lado de los hobbits. Tenía una sensación amarga en el pecho, un presentimiento oscuro. La elfa marchó por la dirección opuesta a la que había ido Frodo.

Idril caminaba a paso tranquilo por el bosque, en silencio, sus pisadas no daban ni un ruido, las hojas no crujían al posar su peso en ellas. Las ramas enmarañadas de los árboles secos y una fina neblina causada por la cercana catarata hacían de la orilla de Amon Hen un sitio sombrío. Sabía que los perseguían y que estaban cerca. Estaba intentando buscar un lugar alto para mirar más allá de las copas de los árboles que aún conservaban sus hojas cuando sintió una presencia detrás de ella. Su boca dibujó una media sonrisa mientras rodeaba una gran roca para sorprender a su acechador. Ahora lo tenía delante, habían intercambiado sus papeles y el cazador iba a ser cazado. En cuánto el momento apremió sacó una pequeña daga que escondía en la bota y la puso en el cuello de la que ahora era su presa.

"¿Intentando sorprender a una dama, principito?" Dijo riéndose mientras a Legolas se le cortaba la respiración. Acto seguido retiró la daga del cuello de éste, guardándola en su sitio, y dejando que el elfo respirara.

"¿Cómo lo has hecho?" Dijo recobrando el aliento.

"La pregunta es: ¿Qué pretendías? Si se puede saber." Contestó Idril con una sonrisa.

"Sólo quería hablar contigo." Dijo Legolas recomponiéndose.

"¿Y matarme de un susto?" Rió.

"Casi me matas tú a mí." Dijo Legolas con una carcajada mientras continuaban el paseo.

"¿De qué querías hablar?"

"Nada, sólo que... Creo que hay algo que no nos has contado."

Idril tragó saliva, ¿lo sabía? ¿Sabía quién era ella?

"¿A qué te refieres?" Preguntó haciéndose la tonta.

"No sé... En Lothlórien hubo algo que me dejó descolocado... Haldir iba a hacerte una reverencia cuando te saludó, o eso parecía."

AEGLOS - UN FANFIC DE LEGOLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora