4.- EL PUENTE DE KHAZAD-DÛM

822 61 2
                                    

La Compañía había decidido acampar mientras el mago trataba de averiguar cuál era la ruta más rápida. Idril se sentó junto a Légolas en unas rocas.

"¿Estamos perdidos?" Preguntó Pippin a Idril.

"No" Respondió Merry.

"¡Ssh! ¡Gandalf está pensando!" Gruñó Sam.

Idril sonrió a los dos hobbits y les hizo un gesto para que se acercaran a ella. "No os preocupéis, pronto recordará el camino y saldremos de aquí antes de que os deis cuenta". Les dijo, tratando de parecer más convencida de lo que realmente estaba.

Ambos caminaron de regreso a donde estaban sentados antes y Légolas puso su mano sobre la de Idril. "Parece que algo te preocupa" Le susurró para que los demás no les escucharan.

"¿A ti no?" Le preguntó y Légolas sonrió con preocupación.

"Nunca podemos estar seguros de nada, Idril. Pero tengo la sensación de que saldremos de aquí, de alguna manera. Si eso es lo que quieres escuchar" Susurró en el oído de Idril, haciendo que un escalofrío recorriera la espalda de la elfa.

"¿Estás diciendo esto para consolarme o realmente lo crees?" Preguntó Idril, pero a Légolas no le dió tiempo a contestar.

"¡Ah!" Gandalf exclamó mientras bajaba la pipa. "¡Es por ahí!"

"¡Se ha acordado!" Merry exclamó mientras se levantaba rápidamente, haciendo que Pippin se pusiera de pie.

"No. Pero el aire no está tan viciado aquí abajo" Dijo Gandalf, Idril puso los ojos en blanco mientras miraba a Aragorn. Sin embargo, era cierto, el aire era mucho menos húmedo. "En caso de duda Meriadoc, siempre sigue tu olfato" Susurró Gandalf, inclinándose hacia el nivel del joven hobbit.

"Te lo dije" Susurró Légolas a Idril, tendiendole la mano para ayudarle a levantarse mientras cruzaban una sonrisa.

Luego, la Compañía continuó siguiendo el ejemplo de Gandalf a través de los sinuosos pasillos. No pasó mucho tiempo antes de que llegaran a lo alto de una escalera y el viejo mago murmuró: "Me arriesgaré con un poco más de luz" Mientras decía esas palabras, la luz de su vara se extendió por lo que parecía ser una ciudad subterránea. Su gran tamaño dejó sin aliento a la Comunidad. "Contemplad," Anunció Gandalf. "El gran Reino y Ciudad de la mina del enano".

Idril se quedó sin palabras mientras observaba los altos pilares que sostenían el techo de piedra.

"Un regalo para la vista, sin duda." Sam murmuró, asombrado por la magnífica vista.

Gandalf continuó liderando la Comunidad a través de la ciudad, incluso Gimli estaba asombrado por la mano de obra de sus parientes.

La mirada de Idril captó un rayo de luz que venía de una puerta y su mano agarró su espada mientras golpeaba a Aragorn en el hombro y corrían para allá. La conmoción la recorrió mientras observaba el estado de la habitación. Junto a la puerta había muchos huesos desparramados y entre ellos espadas y hachas rotas, escudos y cascos hendidos. Cubrían el suelo de la habitación, aquí más que en cualquier otro lugar. "Aquí debe haber sido donde tomaron su posición final", pensó Idril con tristeza.

"¡No!" Gimli exclamó mientras salía corriendo hacia la puerta. Idril fue la primera en seguirlo cuando Gandalf les pidió que se detuvieran. Gimli estaba inclinado frente a una mesa de piedra. Gandalf leyó: "Aquí yace Balin, hijo de Fundin, señor de Moria".

"Limin malur ni zaram Kalil ra narag. Kheled-zaram... Balin tazlifi" Susurró Gimli.

AEGLOS - UN FANFIC DE LEGOLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora