El máximo fastidio eran sus propios compañeros de clase.
Eran gente tan ruidosa, hiperactiva y amistosa que no le terminaban de agradar.
No era ese tipo de amabilidad de la cuál te sientes agradecido por ser propio de merecerla, sino una fastidiosa; de esas que pides a gritos a quién sea que pronto cerraran la boca antes de que tú mismo lo hicieras.
Si embargo, gracias a Dios que a éstos los podría soportar; con tan sólo mantenerse alejado la presencia de ellos era nula.
A excepción de Kyoko Kirigiri.
Aborrecía su existencia, la suya y de quiénes le apreciaban a tonterías, cómo ingenuos mocosos.
No tenía nada de especial, ¿por qué la idolatraban tanto? entre tantas personas.. ¿tenía que ser la más despreciable?
Ni una chispa de singularidad; su talento definitivo era lo único que se podría considerar "algo" en ella.
Casi sin personalidad, callada y fría, intentando parecer alguien indiferente sin efecto alguno, pues no funcionaba ni en un mínimo porcentaje; sólo le hacía ver más insoportable de lo que era.
Y aún así, con muchas más desventajas que ventajas, logró permanecer al lado del castaño mucho antes que él.
