si pudiera entender.

105 13 5
                                    

Siempre se le dificultó reconocer los sentimientos de Togami.

Sabía que él era una persona que fue educada en un ambiente dónde sus sentimientos no importaban.
Sin embargo, tener que día a día decirle los "buenos días", los "te amo", saludarlo, despedirse y entre más cosas simplemente por su cuenta le era cansador.

Ni un regalo en su aniversario recibió, ¡siquiera un dulce!

Y no era por ser materialista, pero si tenía claro que decirle "cariño mío, feliz aniversario" sería imposible, ¿un caramelo también? Es sólo ir a su cocina y sacar uno de un mueble, dónde muchos ya tenía.

Desconfiaba de los sentimientos del rubio pues en los tres años que llevaban no escucho ni un sólo "te quiero" de su parte e irónicamente por lo mucho que éste amaba el leer y la escritura en sí, tampoco recibió una carta.
Entonces, ¿por qué Togami aceptó ser su novio siendo que amor no sentía, sintió ni sentirá?
No lo sabía, pero ya no le interesaba encontrar una respuesta a la incógnita.

Enamorado de él estuvo y mucho; de hecho el amor que sintió fue inmenso, jamás amó a alguien de esa manera. No obstante, seguir a su lado era una pérdida de tiempo aunque sonase doloroso hasta para sí mismo.

—¿Tienes algo que decirme? —preguntó Byakuya sólo por hablar, ya que su tono no demostraba interés en la respuesta.

—Ehh, no, ¿por qué lo dices?

—Tus piernas; las balanceas mucho cuando estás ansioso. —comentó sin apartar la mirada de la novela de misterio.

Habían decidido verse en la biblioteca que estaba en el hogar del rubio sólo para pasar el rato, pero cómo la mayoría de las veces que estaban juntos, Byakuya no prestaba atención en nada más que algún libro que haya agarrado de las repisas.

Ahora, el ojiazul sentado a su lado estaba leyendo, sin preocuparse de lo que sea que él esté haciendo más que en sus movimientos que le desconcentrarían.
Y aunque no lo hubiera dicho, sabía que por hacer conversación no lo comentó, sino por decirle indirectamente que dejara de hacer ruido con sus pies en el piso, ya que no era la primera vez.

Se molestó por ello, y habló otra vez.

—No, en realidad si tengo que decirte algo. —lo miró, esperando a que él también lo hiciera.

—Adelante, te escucho. —desinteresado cómo siempre; ni se inmutó. Pero no arruinaría sus planes la actitud que ya siempre lo ha hecho.

Oh, claro. De que abriría su bocota, lo haría, sin embargo; temía una mala reacción por parte del chico, pues decirle pareja sería mucho mérito.

Practicó su discurso millones de veces en su habitación, hablándole al espejo cómo si éste fuese Togami y apesar de haber reunido toda su valentía, la cobardía le perseguía, haciendo que todas aquellas palabras repetidas volaran de su cabeza y le dejaran sin nada que decir.

—Ehm, yo...-

—Si fuera rápido, mejor. —dijo sarcástico.

—Ya no estoy enamorado de tí.

Por fin se sincerizó, pero el peso en su espalda continuaba ahí.

—Makoto, no sé si ya te lo habré dicho, pero no me gustan estas bromas. —seguro de su propio juicio habló, aún sin despejar la mirada.

—Voy en serio.

El rubio tomó un lápiz y lo dejó entre las páginas del libro, para después cerrarlo y mirarle a los ojos, con una mirada de confusión y sin alcanzar a decir algo más, Naegi continuó.

—No te ves interesado en nuestra relación, quizá hasta nunca lo estuviste y no me gusta eso. Tampoco me gusta cuándo me ignoras todas las mañanas en la entrada a la academia para hacerte el arrogante. Menos cuando olvidas las fechas importantes en las que tanto hice enfasis —sollozaba poco a poco, pero mantuvo la compostura—. Que yo tenga que pedirte que me consueles cada que estoy mal también es molesto. No haces nada por tu cuenta, siempre yo tengo que ser el interesado en que nos veamos. Estoy cansado de esto, no entiendo cómo fue que hace tres años ví algo en ti. Quiero que terminemos.

Byakuya no soltó palabra alguna.
Fue cómo si un balde de agua fría cayera sobre él haciéndolo caer en la realidad. No le suplicaría que se quedara; no caería tan bajo y aunque lo hiciera, sabía que no lograría nada.

Asintió con la cabeza sin expresión en su rostro y siguió con su lectura, con tranquilidad. A Makoto le enojó aún más que él no se defendiera. Técnicamente, le estaba dando la razón estando conciente de sus acciones y sin hacer nada para corregirlas. Se estaba rindiendo.

Decepción en su mirada había y sólo salió de la habitación, rendido pero a la vez, sin el nudo en el estómago que día a día le impedía seguir con sus actividades con la culpa de mentir con respecto a sus sentimientos.

oneshots: 𝗻𝗮𝗲𝗴𝗮𝗺𝗶 / thh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora