invierno en el parque.

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Caminaban con tranquilidad hacía la casa del rubio. Hace pocos días la tormenta acabó y aún así, seguía la humedad en el aire junto a los charcos en medio de la calle.

Togami era una persona a la que el frío le llegaba de más. Sus mejillas y nariz se enrojecían junto a los nudillos de sus manos. Sufría en ésta estación; invierno, peor cuando se veía en la obligación de vestirse con el uniforme deportivo.
Más de una vez fue con el director a reclamarle por no tener dos prendas para realizar educación física. Éste le respondía que las clases no eran obligatorias, así que podría faltar a las mismas sin problema.
Eso no era una solución; él no huiría de sus problemas.

Naegi, creía que se veía lindo e incluso cómico las veces que se enojaba por la climática del día. Pero se ahorraba el habla, pues sabía que le hartaba que lo llamaran "lindo".

Iban a mitad de camino y el castaño pidió que detenieran su paso para descansar un poco. Togami deseaba continuar; "¿con el frío que hace? ¿quieres congelarte?" Sin embargo, se refería a comer en la cafetería más cercana y jamás se negaría a algo así.

Entraron a una a la que visitaban a menudo. En ésta trabajaba una amiga de la infancia del más bajo, quien se tomaba el tiempo de decirle los descuentos de los que nadie se daba cuenta.
Byakuya era el que esperaba sentado; Makoto sabía lo que ordenaría, ya que no era de probar cosas nuevas.

—Naegi, ¿me harías un favor? —preguntó, un poco avergonzada, la chica y sin dejarle responder, continuó.— Cuando se vayan, dale ésta nota a tu amigo, ¡pero ya afuera! por favor.

El castaño tomó el papel y lo leyó, con una mirada confusa. Hasta que entendió a lo que quería llegar.

—¿Eh? —musitó la contraria, notando la apariencia de Makoto.— ¿Tiene novia...?

—¡No, no! —soltó un risa incómoda, mientras guardaba el número telefónico escrito en el bolsillo de su sudadera.— Se lo entregaré, no te preocupes.

[....]

Solicitó que el pedido fuese para llevar y así fue, recibió ambas bolsas de papel y se despidió de la única trabajadora del local.
Se dirigió a la mesa donde Togami lo esperaba, susurró un "vámonos" y salieron por la puerta delantera, quedando frente a frente con la calle, que cruzando el paso de zebra, llevaría al parque.

Se sentaron en las bancas de aquél lugar; no parecía poblado, pero tampoco abandonado. Era un ambiente tranquilo en el que podrían disfrutar lo comprado.
Sacó el trozo de bizcocho del rubio junto a su café y se los entregó, éste, lo aceptó sin reprochar. Guardó lo suyo para después; no poseía de tanta hambre y decidiría guardarlo.

Byakuya, al comer, era alguien silencioso. No hablaba, ni daba opiniones sobre el sabor del alimento hasta terminar completamente. Quizá era debido a la educación que recibió, pero incluso en fiestas escolares que realizaban, aunque sea una simple galleta, no soltaba palabra alguna.

Además, era muy limpio. No caían migas ni gotas, nunca era así. Jamás se manchaba sus prendas de ropa y en casos muy específicos donde sí, no pasaba ni un segundo y ya se encontraba buscando una servilla para limpiarse.

Era muy distinto a él, era impresionante, pero más lo era el hecho de que se tomó el tiempo de analizar la forma de comer de su amigo.

—Naegi, te estoy hablando.

—¡Perdón! No te escuché... —se disculpó—, ¿me lo podrías repetir?

—Te preguntaba por qué quisiste salir de la cafetería, siempre comemos dentro.

Mentiría si dijera que tenía una razón concreta. Sólo deseó huir de allí, sin más.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Intenta ser menos obvio al cambiar de tema. —se burló— Adelante.

—¿Te has enamorado alguna vez?

Togami lo observó, con intriga. Entre ellos jamás se preguntaban sobre amor u sentimientos, tampoco deseaban hacerlo; o al menos, él no.
Mas, no deseaba negarse a una interrogativa que no tenía nada de malo.

—Estoy muy ocupado para preocuparme por eso. —replicó, desviando la mirada hacia los pájaros que comían pan un poco lejos de ellos.

—¿Entonces no? —el más alto asintió.— ¿Pero te gustaría?

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Eh, ninguna. ¡No tiene ningún tipo! Sólo quería saber, pero si no quieres responder, no importa. —se avergonzó.

—En las novelas de romance dicen que hay que esperar a la persona indicada. Son textos muy ridículos, pero supongo que les haré caso. —confesó, sin tomarle importancia.

—Se podría decir que no te disgusta la idea, ¿no?

—Si estás buscando encontrarme una pareja, pediré que te detengas.

—¡No es eso! Te confundes...

Byakuya se levantó de su asiento y acomodó su abrigo, resguardando el orden.

—Contigo me basta; no necesito a nadie más —ocurre un corto silencio tras un suspiro—. Mejor vámonos, no quiero resfriarme.

Naegi soltó una inocente risa. Parecía felíz; lo estaba, en realidad, tanto que no podría expresarlo con palabras y no entendía a la perfección el porqué.
Siguió su orden y caminó a su lado hasta su hogar, pensando en lo sucedido y leyendo entre líneas lo escuchado.

Probablemente le entregaría el número de su amiga otra tarde, o quizá, le ahorraría la vergüenza. Quien sabe.

oneshots: 𝗻𝗮𝗲𝗴𝗮𝗺𝗶 / thh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora