CAPITULO 32

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Krist Parawat huérfano de madre, con apenas tres años nunca supo lo que es el amor y el calor de una familia, desde que su madre falleció a los pocos días de haberlo dado a luz por complicaciones, su padre solamente se dedicó a tomar y a drogarse haciendo un verdadero infierno la vida del pequeño; casi nunca tenían comida, la casa estaba en condiciones deplorables. Una vieja mujer que pedía limosna en las calles era la que de vez en cuando le llevaba algunas sobras de comida o una moneda para que pudiera comprar un plato de arroz y comérselo.

Todo iba de mal en peor una noche su padre llego cayéndose de drogado y alcoholizado que solo pudo llegar a mitad de la habitación y desfallecer al instante, cayo con los ojos abiertos llenos de desolación ya sin dar un suspiro de vida. Recuerda claramente esa imagen y no sintió pena por aquel hombre que yacía en aquel sucio suelo se podía decir que sintió un alivio ya no tendría que soportar los golpes y los maltrato que le daba, únicamente eso le daba, una vida llena de miseria.

Vago por las calles unos días pidiendo dinero para comer y quedándose dormido en donde la noche lo acogiera. Uno de esos días caminando sin rumbo paro en un bar vio como sacaban los desechos y los aventaban al contenedor de basura cuando noto que el encargado se metió de vuelta aprovecho para hurgar entre las bolsas y encontrar algo que comer

-Hey tu maldito mocoso ¿qué haces ahí? fuera, lárgate solo vienes a ser desastres, fuera de aquí

-Solo busco que comer, viejo

-mmm, tienes hambre? Está bien, te daré un plato de comida, pero tendrás que ganártelo aquí nada es gratis ¿entendiste? Toma limpia todo este desorden y cuando termines entras y te daré lo que sobre

Limpio toda aquella basura le tomo casi dos horas ya que todo ese lugar era un completo asco al terminar dejo la escoba a un lado de la puerta y se limpió sus manos en su camisa toda sucia y desgastada. Abrió la puerta cuidadosamente volteando para todas partes para encontrar al señor que le había prometido aquel plato de comida siguió avanzado por el lugar hasta encontrarse en uno de los pasillos que van a las habitaciones donde los clientes pasan las noches con los bailarines del bar, solo podía escuchar ruidos raros y algunos gemidos que no podía comprender cuando de repente siente que lo jalan del brazo y lo estiran para llevárselo de ahí de manera brusca

-Suéltame maldito idiota, suéltame, no he hecho nada, suéltame

- ¿Qué demonios haces aquí?, ¿quién te dejo entrar? de seguro entraste a robar verdad maldita escoria

-No es cierto, yo solo vine por el plato de comida que el señor me dijo que me daría por limpiar el lugar allá afuera

-Suéltalo, yo le dije que podría entrar solo le daré unas sobras que quedaron de hoy y lo hecho a la calle. Tu, ven conmigo rápido- el pequeño solo se zafo y camino rápidamente asía el que le prometió comida

-Toma ahora vete ya es muy tarde y tienes que regresar a tu casa, vamos vete de aquí

Recibió aquel plato lleno de comida, el cual sentado en un rincón de la calle lo devoro con sus manos sucias, pero con tanta felicidad y aplacando su hambre que desde hace días le suplicaba por un pequeño bocado de lo que pudiera encontrar.

Al día siguiente regreso al mismo bar, pero ahora el solo entro al lugar y con el primer sujeto al que encontró se dirigió, así sin más le pidió trabajo y que a cambio le dieran comida, eso era lo único que buscaba. Cuando lo escucharon algunos se echaron a reír y otros se preocuparon ya que dieron por hecho que no tendría a nadie que se hiciera cargo de él y que era otro más desvalido de las calles. A uno de ellos se le cruzo una idea que le daría bastante dinero así que sin pensarlo lo tomo y lo llevo a la oficina de la dueña del lugar

ANTE TODO NUESTRO AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora